El proverbio hace referencia a la tendencia de los mercados a quedar rezagados durante los meses de verano y a recuperarse de nuevo al acercarse el final del año, y su filosofía es que en realidad se ahorra dinero si uno deja de negociar en mayo y se toma cinco meses de vacaciones. Este fenómeno ocurre con tanta frecuencia que sorprende que no haya sido objeto de arbitraje. Durante los 65 años transcurridos desde 1950, según el Stock Trader’s Almanac, el índice Dow Jones generó una rentabilidad media del 0,3% entre mayo y octubre, en comparación con el 7,5% entre noviembre y abril.
Si vender en mayo es sensato, volver a comprar el día de St. Leger puede ser algo arriesgado, ya que desde 1950 septiembre ha sido el peor mes del año, con una rentabilidad media de -0,65%. Algunos cracks famosos ocurrieron en septiembre, incluido el primero que se ganó el apodo de «negro», el Viernes Negro de 1969. El Miércoles Negro, que marcó el asalto de George Soros a la libra esterlina, tuvo lugar en septiembre de 1992, y su resultado fue que la divisa británica se vio obligada a salir del mecanismo de tipos de cambio del sistema monetario europeo, lo que provocó una caída dramática de la libra esterlina y costó más de 3.000 millones de libras al Tesoro del Reino Unido. En los meses de septiembre de 2001 y de 2008 tuvieron lugar enormes caídas diarias de las bolsas, en el primer caso debido a los atentados sobre el World Trade Center y en el segundo caso debido a la crisis de las hipotecas basura.
Octubre no sale mucho mejor parado en lo que se refiere a cracks bursátiles y los hechos que le han dado mala fama se extienden a lo largo de 80 años. El primero fue el «Pánico de 1907», una crisis de crédito clásica provocada por la industria de las sociedades fiduciarias. Hubo pánico bancario, fuertes ventas en la bolsa y lo único que se interpuso entre EE. UU. y una situación aún más grave fue un consorcio liderado por JP Morgan, que hizo el trabajo de la Fed antes de que existiera la Fed. En octubre de 1929 tuvo lugar una sangría sin precedentes con hasta tres «días negros» -un Martes, un Jueves y un Lunes Negros-, cada uno con su propia caída récord. Por último, en octubre de 1987 tuvo lugar el Lunes Negro, el primer crack del que fui testigo personal como participante del mercado, cuando las órdenes automáticas de stop-loss agravaron la caída de los mercados y provocaron el primer crack realmente mundial por las reacciones mutuas de los mercados de todo el mundo a las caídas.
Después de la tormenta llega la calma
Sin embargo, como se suele decir, después de la tormenta viene la calma e, históricamente, octubre ha anunciado más finales que inicios de mercados bajistas. El hecho de que esté negativamente considerado en realidad puede convertirlo en una de las mejores oportunidades de compra. Las caídas de 1987, 1990, 2001 y 2002 se frenaron en octubre y dieron paso a repuntes a largo plazo. En especial, el Lunes Negro de 1987 fue una de las grandes oportunidades de compra de los últimos 50 años. El propio Peter Lynch de Fidelity, entre otros, aprovechó la oportunidad para comprar empresas sólidas que se le habían escapado en el último tramo alcista. Cuando el mercado se recuperó, muchos de estos valores se dispararon hasta sus valoraciones anteriores y unos pocos elegidos fueron mucho más allá.
Existe una explicación razonable para la debilidad de los mercados en los meses de verano y su posterior recuperación hacia el final del año, y tiene que ver con la previsión. Los analistas suelen empezar cada año con previsiones de crecimiento de los beneficios relativamente optimistas. En parte, esto se debe a que están incentivados para ser optimistas. Estas cifras de partida relativamente altas se revisan a la baja a medida que avanza el año y cada vez está más claro que las previsiones originales no se cumplirán. Entonces, cuando llegan septiembre y octubre, los analistas empiezan a centrarse en los resultados del año siguiente, y de nuevo comienzan con previsiones optimistas.
El año 2015 ha sido un año clásico para «vender en mayo». Asia excluido Japón tocó techo el 28 de abril; el World Index llegó a su máximo el 21 de mayo y los mercados onshore chinos de Shanghai y Shenzhen tocaron techo el 12 de junio. Desde entonces, el mundo ha retrocedido un 6%, Asia sin Japón un 21% y China un 30%. Así que «vender en mayo y desaparecer» habría sido lo mejor este año.
Pero ¿debemos «comprar de nuevo el día de St. Leger», en otras palabras, en septiembre, o debemos esperar y ver si este año tendremos un acontecimiento sorpresa del tipo «Viernes Negro» durante los meses habituales de los cracks de septiembre u octubre?
El argumento en contra de comprar ya en septiembre probablemente sería que el motor normal de la recuperación del mercado a finales de año, el cambio de enfoque desde los beneficios de 2015 a los de 2016, puede no proporcionar un gran estímulo este año. Y ello porque también es bastante probable que las perspectivas de beneficios para 2016 se revisen a la baja durante el próximo trimestre, cuando la realidad de un crecimiento más lento, no solo en China sino en una serie de mercados emergentes, se vuelva en su contra.
Sin embargo, un crack en toda regla en septiembre u octubre también es bastante poco probable. Después de todo, ya ha salido mucho aire del globo en forma de una corrección del 20%-30% en Asia y los mercados emergentes hasta la fecha. Los mercados desarrollados de EE. UU. y Europa, aunque marginalmente afectados por la mayor debilidad de los mercados emergentes (sobre todo de China), siguen mostrándose razonablemente robustos. La debilidad del mercado y la desaceleración en China reducen la probabilidad de subida de tipos de la Fed en septiembre, y Japón y Europa siguen en plena expansión cuantitativa.
Además, la probabilidad de un gran hundimiento por contagio de los mercados emergentes, como en 1997-98, se ve mitigada por el hecho de que, en Asia en todo caso, los fundamentales de los países son aceptables. Su perfil de deuda es mayoritariamente doméstico; la inflación se mantiene en un nivel bajo; los bancos centrales tienen espacio para reaccionar; la mayor parte de las cuentas corrientes muestran superávit; las reservas de divisas son mucho mayores y los tipos de cambio han sido flexibles y están donde deben estar en términos generales.
Por todo ello, tanto si decide volver a entrar en el mercado el día de St. Leger o esperar hasta octubre, una cosa es cierta: ¡ahora es indiscutiblemente un mejor momento para comprar que mayo!
Matthew Sutherland es responsable de Gestión de Productos en Asia en Fidelity.