A mediados del siglo XIX, se crean los primeros bonos convertibles en acciones. Nacen de la mano de las compañías ferroviarias estadounidenses que realizaban la expansión del ferrocarril al Oeste del país. Se trataba de un mercado que necesitaba la inversión en infraestructuras y en capital, y que prometía grandes posibilidades de retorno a la inversión a costa de una alta volatilidad y de asumir grandes riesgos.
En aquellos tiempos, los bonos convertibles surgieron como una alternativa muy atractiva para captar inversores, ya que ofrecían los retornos de la apreciación de las acciones, y en el caso de que éstas no subieran su valor, los inversores recuperarían la inversión más el cupón devengado por el bono. Hoy en día, el mercado de convertibles en Estados Unidos representa entre el 40% y el 45% del mercado global de este tipo de activos.
Según el BIS (Bank for International Settlements), entre los años 2011 y 2012, cuando la crisis financiera global se manifestó de forma más acusada, la emisión global de nuevas obligaciones de convertibles fue de casi 71.000 millones de dólares y 62.000 millones de dólares respectivamente, lo que manifiesta que los inversores tienen un apetito estable en el tiempo por estos productos financieros con independencia de las turbulencias financieras.
Y, ¿qué son los bonos convertibles? Son activos de inversión híbridos y, desde la perspectiva del emisor, vehículos de financiación corporativa que ofrecen al poseedor el derecho, pero no la obligación, de recibir un número preestablecido de acciones de la empresa emisora o de otra compañía cotizada o no, bajo determinadas circunstancias, en caso de que el emisor no cumpla con las obligaciones crediticias contraídas con los inversores. Todos los bonos convertibles tienen una fecha de vencimiento, fecha en la cual el inversor tiene que ser repagado.
Igualmente, desde la perspectiva del emisor, al vencimiento del bono, la empresa emisora entregará un número predeterminado de acciones, además del cupón (normalmente más bajo que el de otro tipo de deuda) o bien el importe inicial recibido del bono en cuestión. Pero el emisor se enfrenta a un coste de oportunidad, ya que si el precio de la acción es superior al precio de conversión, éste estará obligado a darle acciones a un precio prefijado, diluyendo a los actuales accionistas y caso extremo diluyendo el valor nominal de la acción. Hasta cierto punto los convertibles pueden representar un freno a la revalorización de la acción de la empresa.
Finalmente, respecto al inversor, si el precio de la acción sube por encima del precio de conversión, el inversor puede recibir la subida de la acción. Por el contrario, si el precio de la acción no sube por encima del precio de conversión o incluso si baja por debajo del precio del día de la emisión del convertible, recibirá su inversión como un bono tradicional.
En España aparte de poder invertir directamente en bonos convertibles, como opción mas sencilla para el inversor, existen fondos de inversión con vocación exclusiva en esta clase de activos, que pueden suponer una alternativa muy interesante para diversificar el riesgo y reducir la volatilidad de las carteras en los momentos actuales de incertidumbre en los mercados. Entre ellos y dentro de la categoría de Renta Fija Convertibles Europa que pensamos la mas interesante para un inversor español, destacamos los tres siguientes fondos:
- Objectif Convertible Europe A
- UBAM-Euro 10-40 Convertible Bond A Euro
- Parvest Convertible Bond Europe Small Cap N-Capitalisation