Dos han sido los asuntos que han dominado los mercados en las últimas semanas: Grecia y China. Nuestra opinión sobre Grecia apunta a que, a corto plazo, un «acuerdo» es probablemente mejor que no llegar a ninguno y desecha el riesgo inmediato de que el país heleno salga de la zona euro (lo que se conoce como «Grexit»). Los mercados han celebrado esta noticia, y se ha disipado ligeramente la sensación de vivir una «historia interminable» que durante tanto tiempo ha permanecido enquistada.
Los efectos a largo plazo de la debacle griega y el acuerdo celebrado con el Eurogrupo se revelan mucho menos positivos. Son muchos los observadores (entre ellos, algunos economistas de renombre como el premio Nobel Paul Krugman) que han hecho una lectura fulminante del rescate propuesto. Cuesta rebatir la posición de que las medidas del rescate suponen un fracaso de la democracia y la erosión de la soberanía, puesto que el pueblo griego ya ha rechazado, vía referéndum, un programa de reformas económicas mucho menos oneroso.
El aspecto más nocivo de la crisis, y uno que trasciende con creces las fronteras de este país mediterráneo, es el hecho de que algunos estados miembros de la zona euro, o tal vez ninguno, confíen probablemente en las intenciones futuras de Alemania. Del mismo modo, será interesante ver de qué forma incidirá entre los votantes británicos el trato a Grecia dispensado por el Eurogrupo, de cara al referéndum sobre la pertenencia a la Unión Europea.
Sin entrar a valorar la opinión que se tenga sobre la crisis griega (o el acuerdo propuesto por el Eurogrupo), resulta innegable que Grecia no está más cerca que antes de contraer un endeudamiento sostenible. El gráfico que figura más abajo muestra que, en una recesión modesta —un escenario bastante probable dada la magnitud de los recortes que se barajan sobre los gastos— el ratio de deuda sobre el PIB será aún imposible de gestionar con un 170% del PIB en unos cuantos años.
Desde nuestro punto de vista, para que Grecia logre un endeudamiento sostenible, cobra vital importancia que, de alguna forma, se alcance la reestructuración de la deuda. Incluso el FMI —uno de los mayores acreedores de Grecia— ha instado a un alivio de la deuda, en una escala «mucho mayor de lo que hasta ahora se ha considerado». Sin embargo, como ha sostenido la canciller alemana Angela Merkel en varias ocasiones, la condonación de la deuda está simplemente «fuera de toda discusión».
También China
En Asia, los mercados bursátiles de la China continental acusaron una severa corrección en el segundo trimestre. Las autoridades respondieron con una batería de medidas orientadas a la estabilización del mercado, como reducir los tipos de interés y los requisitos de los ratios de reserva, suspender las salidas a bolsa (ya que estas operaciones reducen la liquidez del mercado), prohibir que los principales accionistas vendan sus posiciones durante seis meses, imponer restricciones en la venta en corto y alentar la compra de acciones en el seno de la banca, los intermediarios financieros y las compañías de seguros. También se relajaron las normas sobre los operaciones de financiación con reposición del margen (margin lending) y las garantías prendarias. Sin embargo, el gran bazuca vino del banco central chino, al afirmar que iba a ofrecer una «amplia liquidez» y proteger la economía de los riesgos sistémicos y regionales.
Aunque el mercado chino de renta variable tiene visos de mantener su volatilidad a corto plazo, creemos que debería existir un impacto relativamente limitado sobre la economía real en China, ya que la debilidad de los mercados de valores se está produciendo en un entorno más acomodaticio en cuanto a su liquidez. Cabe recordar que solo en los últimos tiempos, la financiación de capital ha adquirido una función mayor en China —la banca y los mercados de renta fija siguen siendo la principal fuente de financiación de las empresas—. La duración del periodo de expansión de los mercados bursátiles, que ahora se han desplomado, ha sido demasiado breve para incidir de forma considerable en la riqueza financiera de los hogares (y los mercados de renta variable todavía siguen en alza desde 2015 hasta la fecha), aunque la incipiente recuperación del mercado inmobiliario puede haberse visto bastante afectada por los acontecimientos recientes.
Debido a la serie de cambios que se han producido en Grecia y China, Estados Unidos ha pasado en las últimas semanas, de alguna manera, a un segundo plano entre los actores del mercado, si bien la presidenta de la Fed, Janet Yellen, acaba de mostrar la señal más inequívoca hasta la fecha de que se baraja una subida de los tipos en este país, y este incremento podría materializarse este mismo mes de septiembre. La postura de la Reserva Federal contrasta con la del FMI, que declaró que los tipos de interés de la Fed deberían congelarse este año. En todo momento, hemos indicado que los mercados y las economías deberían recorrer un camino largo y tortuoso hacia la normalización, aunque la Reserva Federal, según parece, se está preparando para una repunte.
Mark Burgess es director de inversiones de Threadneedle