El año pasado estuvo marcado por una aceleración en el crecimiento de Estados Unidos y las decepciones por la situación económica de la zona euro. Sin embargo, en 2015 el crecimiento de la zona euro debería repuntar, aunque la diferencia con los EE.UU. seguirá siendo amplia y probablemente se ampliará la divergencia entre las políticas monetarias de ambas regiones. Por su parte, la economía global también debería acelerarse, apoyada por sólidos factores técnicos, como son los menores precios del petróleo y las inyecciones de liquidez en Asia y Europa.
En concreto, en Estados Unidos, después de cinco años de crecimiento, su motor económico ya funciona a plena velocidad y sus perspectivas de crecimiento están por encima del 3%. El ritmo de creación de empleo a tiempo completo sigue siendo fuerte y la baja inflación puede permitir que la Reserva Federal posponga el fin de su política monetaria acomodaticia. Por su parte, en la zona euro, el crecimiento de 2015 (aunque superior al de 2014), seguirá siendo moderado (del 1,2%). La caída de los precios del petróleo reducirá las facturas energéticas, lo que unido a la continua caída del euro frente al dólar debería suponer un impulso para los consumidores y las empresas. El mercado también puede contar con el apoyo masivo del BCE, que ha anunciado el lanzamiento de un programa de compra de bonos sin precedentes para reactivar la economía y luchar contra la deflación. Sin embargo, los factores de riesgo persisten. En Francia y en Italia el desempleo sigue siendo elevado y creciente y es necesario que las lentas reformas estructurales se aprueben. Alemania, donde el 45% de su PIB procede de las exportaciones (dos tercios de las cuales van a la Unión Europea), está sufriendo por los mediocres resultados de sus principales socios.
La economía japonesa, que se vio afectada el año pasado por la subida del IVA, recuperará su vitalidad gracias a la política monetaria de choque que ha sido implementada, a una renovada demanda interna y a un yen más competitivo. Por el contrario, las perspectivas de los países emergentes han sido revisadas a la baja. China continúa su normalización, con sudesaceleración del crecimiento. Las reservas de divisa extranjera de muchas economías emergentes se están viendo penalizadas por la revalorización del dólar y sus cuentas se están deteriorando, lo que nos hace ser especialmente prudentes con este sector.
Con este escenario de fondo, ¿qué podemos incluir en nuestras carteras? En lo que respecta a la renta variable, creemos que Estados Unidos y la zona euro siguen estando caros en comparación con sus valoraciones históricas. Las diferencias en la distribución de los sectores entre los índices americanos y los europeos crean un efecto de distorsión. Las acciones del Viejo Continente, que parecen más baratas que las de Estados Unidos están, en realidad, al mismo precio si los índices se ponderan con los mismos pesos por sectores. Por tanto, es mejor buscar ideas y valores concretos en lugar de invertir sin discriminación en una región particular.
No obstante, dicho esto, en Europa los valores cíclicos deberían beneficiarse más del esperado aumento de los beneficios, después de 2014, que fue un año favorable para los sectores defensivos. Asimismo, las empresas inmobiliarias siguen ofreciendo rendimientos absolutos muy atractivos: el diferencial entre los activos inmobiliarios y las tasas libres de riesgo nunca ha sido tan elevado (del 4% al 7% en función del segmento). Los fundamentales siguen siendo sólidos y el aumento de las valoraciones aún no está totalmente reflejado en los precios. Por su parte, las empresas exportadoras se beneficiarán de la caída del euro y el fuerte crecimiento de Estados Unidos, mientras que las compañías de gran y mediana capitalización deberían ponerse al día en comparación con las de pequeña capitalización, que registraron una mejor evolución en 2014. Por último el DAX, compuesto en gran parte de las principales empresas exportadoras y poco expuestas a las reservas de petróleo, ofrece un alto potencial de apreciación.
En el segmento de renta fija, alentada por el programa de compra de activos del BCE, la deuda soberana europea debe ofrecer de nuevo un alto potencial de rendimiento. Sin embargo, preferimos mantenernos lejos de Grecia y Portugal, por el momento. En el crédito, se mantienen las oportunidades, especialmente en los valores de alto rendimiento con calificación B. Los inversores salieron de estos títulos durante el segundo semestre de 2014, dando lugar a un aumento de las primas de riesgo, que actualmente se encuentra en tasas históricamente elevadas en comparación con los valores con calificación BB.
Columna de Laurent Denize, co-CIO de Oddo AM