Hay ciertas cosas que el mes de enero trae tradicionalmente y son bien conocidas por todos. Tras los excesos de los días festivos, llegan los buenos propósitos para el año que comienza. Para aquellos que disfrutan este tipo de cosas, ninguna de ellas estará completa sin la presencia de un buen villano, un desafío que trastoque los planes. Algo que en el entorno de la industria de la inversión se identifica con las previsiones de los fund managers.
Últimamente, el rendimiento de la renta variable del Reino Unido no ha estado exento de su propio drama. Sus bolsas están viviendo su peor inicio de año desde 2008. Para aquellos que necesiten un leve recordatorio, ese fue el año que empezó la crisis financiera mundial. Y, sin embargo, siete años después, el mundo es un lugar diferente, que despacio, pero de forma firme, ha ido curando sus heridas y que aún recibe el increíble respaldo de los bancos centrales.
¿Qué villano ha sido el responsable de asustar a los mercados en esta ocasión? No es otro que la caída del precio del petróleo. A principios de diciembre señalé que el rápido retroceso del precio del Brent podría llevar a un casi impensable (en aquel momento) nivel de 50 dólares por barril o menos. Ahora que estamos en ese nivel, y para aquellos que se preguntan hasta dónde puede llegar a retroceder, la respuesta honesta es que realmente no importa.
Los saudíes han puesto en marcha lo que quieren lograr. Más pronto que tarde la inversión de los canadienses, estadounidenses y otros se traducirá en mayores costes, y las áreas menos convencionales de extracción de petróleo, en particular, las arenas en Canadá, los proyectos de shale gas en EE.UU. y los de perforación en aguas profundas del Golfo de México y en otras lugares, serán abandonados.
El mercado está obviamente buscando las víctimas y ya hay candidatos obvios. Los más identificables son las grandes petroleras, los proveedores de la industria del petróleo, algunos fondos soberanos y todo aquel que haya concedido un crédito a todo lo anterior. La presencia de contratos de cobertura podría retrasar un poco el dolor, por lo que el impacto real sobre el cash flow de las compañías tardará varios meses en llegar. Pero habrá bajas.
El lado positivo
Sin embargo, en algún momento, los inversores saldrán del modo de Armagedón, para centrarse en los grandes beneficios que trae el petróleo barato. Los consumidores y las compañías occidentales, así como las economías de China e Indonesia estarán entre los beneficiarios más inmediatos. Los economistas ya están ocupados tratando de cuantificar los beneficios. En Estados Unidos, por ejemplo, la ventaja para la clase media de la caída del precio del petróleo equivaldría a un aumento salarial del 2%.
Y no olvidemos los grandes beneficios para Europa. Ahora que todas las miradas están puestas en el QE de Mario Draghi y en cómo va a funcionar. Personalmente soy muy escéptico sobre el efecto que podría tener la compra indiscriminada de deuda pública en la demanda de crédito. Es mucho más cuantificable el beneficio de un menor precio del petróleo junto con la actual debilidad del euro. Esos dos factores podrían ayudar de verdad al crecimiento en la eurozona de cara a la segunda mitad del año. Habrá que estar atentos a esto.
Y luego está Reino Unido. Si bien su ritmo de crecimiento se está desacelerando, el mercado laboral aún aguanta y las caídas de la inflación son beneficiosas. Inevitablemente existe cierta incertidumbre electoral que ya parece estar pasando factura a la confianza empresarial, tal y como demuestra la encuesta trimestral de Deloitte a los responsables financieros del país. Como resultado de esto, es probable que las bolsas de Reino Unido se vean atrapadas en un rango de cotización estrecho durante la primera mitad del año, a lo que podría sumarse una libra esterlina en torno a los 1,40 dólares, una clara ventaja para los trabajadores extranjeros.
El viento de cara más severo en Estados Unidos, al margen de que las valoraciones estén más presionadas y los efectos en las empresas de la fortaleza del dólar, es la historia. Las bolsas estadounidenses se han apreciado durante seis años consecutivos ahora. Las probabilidades de que haya un séptimo año así son pocas. Pero, de nuevo tenemos que seguir recordándonos que no estamos en un ciclo «normal» en las bolsas.
¿Y qué hay del mercado de bonos? ¿Por qué nos pilló a tantos de nosotros en dirección contraria en 2014 y las primeras semanas de 2015? La respuesta podría ser simplemente que este activo sigue siendo una cobertura contra la deflación y las inciertas perspectivas de crecimiento mundial y continúa funcionando como un activo refugio.
Entonces, ¿dónde nos deja esto? Tendremos que ver una ampliación generalizada del crecimiento de los beneficios empresariales. Los vientos en contra antes mencionados son propensos a actuar como un freno a los beneficios en el primer semestre de 2015. Sin embargo, la segunda mitad de 2015 se perfila más prometedora en este sentido, donde el crecimiento de los beneficios empresariales será esencial para cualquier avance de las bolsas. En definitiva, más de lo mismo. Más mejoras, sin duda, más volatilidad, pero probablemente más progreso.
Artículo de opinión de Richard Buxton, director de Renta Variable de Reino Unido en Old Mutual Global Investors.