Los tres principales temas en este año que comienza serán la política monetaria primero, la política monetaria, segundo y la política monetaria tercero. Mucho, mucho más abajo en la lista está la cuestión de las tendencias cíclicas y, cómo no, las incertidumbres políticas que están apareciendo por todas partes.
Primero, la política monetaria: el Banco de Japón continúa con su política de inundación monetaria. Aunque en 20 años esta política no ha producido los resultados deseados, ésta es la única posibilidad de reelección del primer ministro Abe.
Segundo, la política monetaria: durante las vacaciones de navidad, el nuevo «Big Bertha» o LTRO del Banco Central Europeo se agotó y los reembolsos de la oferta de 270.000 millones de euros se devolverán en febrero, lo que reducirá el tamaño del balance del banco central y hará sudar al guardián monetario de la eurozona, debido a que el volumen de la nueva oferta a largo plazo no alcanzó las expectativas.
La contracción del balance resultante es el agua que mueve molino para quienes defienden las compras masivas de deuda pública. Con el agravante de que se espera que los precios de consumo caigan de cara al futuro como consecuencia del desplome de los precios del petróleo. Las cosas no se van a poner interesantes hasta el 14 de enero, cuando el Tribunal de Justicia Europeo, por iniciativa del Tribunal Constitucional Federal alemán, anuncie su veredicto sobre el programa de compras de OMT (Ganador Transacciones Monetarias).
Tercero, la política monetaria: se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos adopte su primera subida de tipos de interés durante el verano, pero está haciendo todo lo posible para proteger el mercado tanto tiempo como sea posible antes de ese momento.
Para los inversores nada de esto es bueno. Una vez que el precio del dinero ha sido distorsionado, el resultado es una mala asignación de capital e incluso las medidas macro de corte prudente sólo ayudan en ciertas condiciones.
Algunos pagan por esto con las tasas de interés real negativas, otros luchan contra las valoraciones que aumentan con el riesgo o contra una tendencia hacia la formación de burbujas en el precio de los activos. Además, el centro de atención se está trasladando a la economía. Todavía no esperamos deflación. Los últimos datos de la economía estadounidense apoyan esta opinión y el IPC de Europa debe analizarse en relación a los precios del petróleo.
Lo que resta es un conjunto de incertidumbres geopolíticas. El conflicto entre Rusia y Ucrania sigue latente y muestra que las leyes de la economía no se pueden sustituir, dada la devaluación del rublo. El aumento del riesgo exige mayores primas. En Grecia, las nuevas elecciones a fines de enero podrían poner en duda todo el proceso de reformas llevado a cabo hasta ahora. Y aún queda un elemento que pocos tienen en la agenda: en mayo habrá elecciones en Reino Unido y los euroescépticos ven en esos comicios una oportunidad.
Queda sólo una cosa: usar la volatilidad en la inversión activa o hacer uso de soluciones multiactivos.
Columna de opinión de Hans-Jörg Naumer, director Global de Mercados de Capitales de Allianz GI