A finales del año pasado, coincidiendo con la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), mi redes sociales comenzaron a llenarse de bellas imágenes del otoño en Pekín. Empecé a sentir que mis malos recuerdos de la neblina de la ciudad y el ‘smog’ no eran más que ilusiones. Al margen de la cumbre, las conversaciones se centraron en lo que fue apodado como «APEC Azul»: los cielos azules que reemplazaron a la atmósfera normalmente contaminada de la ciudad antes de la cumbre y que fueron creados artificialmente por el Gobierno mediante el cierre de fábricas y carreteras. Una acción llevada a cabo expresamente para limpiar el aire antes de la llegada de todos los líderes mundiales.
La reunión de la APEC fue promocionada como el segundo evento más importante en Pekín tras los Juegos Olímpicos, y fue una hazaña espectacular limpiar el aire de contaminación a pesar de que los resultados sólo fueron temporales. Los pekineses han añadido «APEC Azul» a su argot urbano como una broma que significa «contaminación del aire eventualmente controlada». Mientras que algunas compañías podrían verse afectadas por el cierre de sus fábricas, los cielos temporalmente azules también demuestran que la contaminación atmosférica es controlable y no es «una característica típica de China», un término usado en exceso para explicar las diferencias únicas en el país. Sólo es una cuestión de la cantidad de esfuerzo y prioridad que se le da a este tema.
Producir un cielo ‘APEC Azul’ es una tarea cara y complicada. Además de cerrar fábricas y carreteras, el gobierno ofreció vacaciones pagadas a los funcionarios, cerrando muchas empresas y atrasando el encendido de calefacciones para reducir la quema de carbón.
Desde mi punto de vista, la contaminación es un símbolo del aumento de los problemas como consecuencia del crecimiento. Si tenemos en cuenta la historia de Londres, Los Ángeles, Tokio y Chicago, casi todas las principales metrópolis del mundo han sufrido problemas similares como consecuencia de la industrialización. Pekín no es diferente, a pesar de que la protección del medio se inculca en las escuelas desde octavo grado.
Gracias al viaje del presidente estadounidense, Barack Obama, a Pekín, el presidente chino, Xi Jinping, procedió a esbozar un acuerdo sobre el cambio climático con Estados Unidos durante la cumbre de la APEC. Los dos principales emisores del mundo de gases de efecto invernadero fueron, durante dos décadas, extremos opuestos de la mesa de negociaciones. Esta es la primera vez que China ha acordado limitar sus emisiones, después de argumentar durante muchos años que necesitaba crear más riqueza antes de preocuparse por el cambio climático. Esperamos ver más iniciativas chinas. No sólo del tipo temporal que han llevado a respirar aire limpio gracias al APEC azul, sino otros esfuerzos como la limpieza del agua o del aire que tengan beneficios más duraderos.
Desde Matthews Asia, tenemos como objetivo buscar compañías bien posicionadas para beneficiarse de las mejoras medioambientales de China, así como su transformación hacia una economía más orientada al servicio y el consumo.
Columna de opinión de Raymond Z. Deng, analista de Matthews Asia
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