El contraste entre las rentabilidades en 2013 y 2014 fue muy marcado, pero los dos periodos nos han dejado una lección clara. Realizar previsiones macroeconómicas es una tarea muy difícil como para fundamentar en dichas previsiones las decisiones de inversión, por lo que las estrategias de diversificación son la mejor forma de generar rentabilidades constantes. Enfrentado a un nivel increíblemente alto de incertidumbre macroeconómica, el mercado es muy sensible a los cambios en esta dimensión, especialmente el crecimiento, los salarios y la inflación.
A finales de 2013, advertíamos sobre las consecuencias de reducir la duración, que generalmente conlleva incrementar el riesgo crediticio y la correlación con los activos de riesgo. 2014 sirvió para recordar a los inversores que las estrategias de duración corta no son en modo alguno una panacea. De hecho, hace falta acertar con los momentos de entrada y salida del mercado, ya que, de lo contrario, el sacrificio constante de renta erosiona las rentabilidades.
Conforme estrenamos 2015, vuelve a ser tentador reducir la duración con unos tipos del Tesoro a 10 años en el 2,4%, 60 puntos básicos por debajo de donde estaban a comienzos de 2014. En lugar de eso, los inversores deberían usar la diversificación como forma primaria de gestionar el riesgo de tipos de interés. Esto puede incluir mezclar las fuentes de duración en diferentes mercados para aprovechar las divergencias en el ciclo económico, lo que ayuda a preservar las ventajas tanto de renta como de diversificación. Aunque los rendimientos están en niveles bajos, también lo están las primas de inflación, por lo que usar bonos indexados a la inflación como sustituto de la duración nominal es otra forma de moderar la sensibilidad a la inflación y los tipos de interés en una cartera.
La deuda corporativa de alta calidad crediticia sigue siendo la estrella para los inversores en bonos y permite compensar los riesgos de duración y crediticios para apuntalar una rentabilidad más equilibrada. Pero en ausencia de recesión, los bonos de alto rendimiento deberían seguir sobresaliendo y la ampliación de los diferenciales de la deuda de alto rendimiento desde el verano ha traído consigo un importante cambio en las valoraciones. Aunque los fundamentales se están deteriorando, con EE.UU. a la cabeza, las ratios de cobertura de intereses son altas y no existen riesgos de refinanciación inminentes, por lo que las tasas de impago probablemente permanezcan bajas.
La búsqueda de rendimientos prosigue con toda su fuerza, por lo que los bonos de los mercados emergentes deberían estar entre los grandes beneficiados, gracias a unos rendimientos a primera vista atrayentes frente a la mayor parte de las áreas de la renta fija. Asia tiene un papel cada vez más importante que desempeñar a este respecto. De hecho, los bonos en yuanes han tenido un comportamiento destacado en 2014 y han subido más de un 3% en el año, registrando una volatilidad mucho más baja que el resto del mercado de bonos emergentes. Con unos rendimientos superiores al 4% y un riesgo investment grade, es una propuesta atractiva y un diversificador muy eficaz.
La liquidez es una inquietud de primer orden para los inversores, ya que los mercados estrechos pueden generar más volatilidad, pero esto es tanto un riesgo como una oportunidad. En lugar de eso, los inversores necesitan segmentar sus necesidades de liquidez y aprovechar las primas de iliquidez, pero sin dejar de garantizar la liquidez de la cartera para satisfacer las necesidades de efectivo. La liquidez es más baja en los segmentos de mayores rendimientos del mercado, donde los diferenciales entre los precios de compra y venta son más amplios y los tamaños de las operaciones son reducidos, por ejemplo en áreas como los bonos de alto rendimiento, la deuda de los mercados emergentes y los segmentos exóticos, como los híbridos del sector financiero. Por lo tanto, las estrategias bipolares que combinen estas clases de activos con segmentos muy líquidos pueden ser una opción sensata.
En general, los riesgos fundamentales de la renta fija en 2015 son económicos, ya que los descensos del crecimiento y la inflación probablemente den apoyo a la deuda pública, pero en detrimento de la deuda corporativa, y viceversa. No resulta, pues, sencillo imaginarse una ampliación de los diferenciales crediticios en ausencia de debilidad económica y/o un retroceso considerable de los activos de riesgo en todo el mundo. Los dos van de la mano. Afortunadamente, esperamos que la economía mundial registre otro año de avance dificultoso, lo que debería propiciar un entorno estable aunque positivo para la renta fija en 2015.
Andrew Wells es director Global de Inversiones de Renta Fija de Fidelity Worldwide Investments.