Tras primera ronda de las elecciones presidenciales en Brasil tendrá lugar en tan sólo unos días y, desde el prisma de los inversores, hay mucho en juego. La actual presidenta, Dilma Rousseff, ha ganado terreno a su principal rival, Marina Silva, y a su programa favorable al sector privado, por lo que los inversores internacionales han perdido gran parte de la confianza que la líder de la oposición había ganado en un primer momento, cuando irrumpió en el panorama político allá por el mes de agosto tras la muerte en un accidente aéreo de Eduardo Campos, el candidato original de su partido a las elecciones presidenciales.
Marina Silva ha propuesto cambios drásticos para Brasil, entre ellos, luchar contra la corrupción, llevar a cabo reformas fiscales y recortes presupuestarios, y promover el aumento de la productividad en empresas públicas con claros problemas de gestión. Tras un repunte inicial en las encuestas, Marina Silva ha perdido enteros frente a Dilma, dado que la presidenta ha usado todos los poderes inherentes a su cargo así como una ingente ventaja estructural en cuanto al tiempo asignado en medios para acortar distancias con su rival.
Dos candidatas que polarizan a la población
Los sondeos de opinión apuntan a que, de esta primera ronda, surgirá una segunda que enfrentará a estas dos candidatas, ambas muy populares y que crean una clara polarización entre la población; y las encuestas indican que el resultado de esta segunda ronda será muy reñido. La gran mayoría de los inversores apoyaron la agenda de reformas progresistas de Marina Silva y, al mismo tiempo, hicieron patente que otros cuatro años de mandato de Dilma supondrían un problema para la ya debilitada economía de Brasil. ¿Qué pueden esperar los inversores tras la votación final del 26 de octubre? ¿Es la volatilidad registrada recientemente en los mercados financieros del país un buen indicador de cómo podrían mejorar las cosas si gana Silva o de cuánto podrían empeorar si Rousseff revalida su cargo?
Lo que hemos aprendido de otros países
Las últimas elecciones nacionales en Sudáfrica y la India, celebradas el pasado mes de mayo, nos dan algunas pistas sobre las rentabilidades y el posicionamiento de los inversores tras una llamada a las urnas. En el caso de Sudáfrica, a muy pocos inversores les atraía la idea de una reelección casi asegurada del presidente Jacob Zuma. Éste sorprendió a sus detractores contando con el empresario Cyril Ramaphosa para volver a formar gobierno y, a pesar de la exorbitante tasa de desempleo del país, de su elevada inflación, de la envergadura del déficit por cuenta corriente y del aparentemente interminable ciclo de violencia laboral, el mercado de valores ha demostrado una resistencia relativa.
Las empresas que cuentan con una sólida gestión, como la compañía regional de telefonía móvil, telecomunicaciones y datos MTN y el grupo bancario FirstRand han visto cómo se incrementaba la rentabilidad positiva a largo plazo de sus acciones. Éste bien podría ser el modelo de Brasil si Dilma Rousseff resultara reelegida: las empresas mal gestionadas y poco competitivas probablemente se verán perjudicadas (en Sudáfrica, por ejemplo, muchas compañías mineras perdieron un tercio de su valor desde las elecciones), mientras que las firmas competitivas prosperarán en un ecosistema en el que la competencia real brilla por su ausencia.
En la India, los inversores tenían menos claro en un principio el resultado de las elecciones entre el Partido del Congreso y el BJP, pero eran plenamente conscientes de los grandes retos macroeconómicos del país durante la campaña electoral. En 2013 y en gran parte de 2014, la otrora poderosa economía india se ralentizaba, la confianza empresarial menguaba y la población mostraba hastío respecto de la mala gestión económica. En última instancia, el partido reformista BJP, con Narendra Modi a la cabeza, se hizo con el poder, lo que derivó en alzas considerables en los mercados indios de renta variable
A pesar de que Modi no ha transformado demasiado la India en sus primeros 100 días de mandato, la confianza empresarial y de la población sigue en niveles elevados. Las empresas han vuelto a acceder a las plazas financieras internacionales y los inversores extranjeros han vuelto en masa al mercado de capitales. Mientras las empresas débiles han recobrado algo de dinamismo, las firmas más sólidas y competitivas de la India en los sectores tecnológico, farmacéutico y bancario han registrado una drástica subida. En vista de la agenda de reformas que Marina Silva plantea para Brasil, está bastante claro que muchos inversores la ven como la mejor oportunidad para que los mercados financieros del país emulen el reciente auge indio.
La suerte de los mercados tras los procesos electorales
En el caso de Sudáfrica, la incertidumbre reinante tras las elecciones ha favorecido a empresas sólidas y bien capitalizadas, con ambiciones regionales en el continente. Podríamos decir que los aspectos políticos y económicos van «saliendo del paso», aunque la extrema izquierda ha puesto en marcha peligrosas acciones, con un programa de reforma agraria que podría ser una ruina. No obstante, el mercado en su conjunto se ha mantenido a flote en términos generales y se ha situado cerca del 8% por debajo del MSCI World Index en euros, principalmente a causa de la depreciación del rand sudafricano.
En el caso de la India, las elecciones generales del 12 de mayo desembocaron en una revalorización del 20% y el país batió al MSCI World Index en un 10% en euros. A pesar de los repuntes iniciales de títulos muy perjudicados en sectores con dificultades como el inmobiliario o el de infraestructuras, los verdaderos beneficiarios hasta el momento han sido las empresas indias muy competitivas y bien gestionadas, tales como Tech Mahindra y Tata Motors, que ya registraban buen tono antes de las elecciones.
El resultado final
Estamos ante una economía cada vez más global. Con independencia de si invertimos en la India, Sudáfrica o Brasil, es fundamental hacerlo en empresas cuya estrategia de crecimiento, ejecución y balances puedan ayudar a capear el descontento de un resultado electoral poco deseable. Tanto en Sudáfrica como en la India, estos factores ascendentes han superado al plano macroeconómico.
Ante la proximidad de las elecciones en Brasil y los dos resultados posibles (bien emulando la caída de la rentabilidad del 8% a la sudafricana o la subida del 10% al más puro estilo indio), podríamos decir que no existen muchos motivos para adoptar posiciones basándonos en el proceso electoral. Aun así, desde el punto de vista estadístico y según el análisis realizado, cabría afirmar que puede ser ligeramente más ventajoso adoptar una posición alcista sobre Brasil.
Artículo de opinion de Christopher Palmer, director mundial de mercados emergentes, Henderson Global Investors
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