Tras un buen primer semestre, los mercados inician la segunda mitad del año con una consolidación que afecta sobre todo a Europa. Este movimiento no pone en peligro un entorno que, a nuestro juicio, sigue siendo favorable para las acciones europeas, cuya prima de riesgo no había estado tan alta durante los últimos cincuenta años.
Los datos económicos decepcionantes conocidos durante la primavera en Europa, sobre todo el descenso de la producción industrial, el retroceso de los índices PMI en Francia y las cifras de inflación todavía débiles, sumados a las dudas sobre la solidez del sistema bancario portugués y algunas cifras dispares de beneficios empresariales, han traído consigo un movimiento de consolidación en los mercados europeos que se ha materializado en una caída del 3,2% del índice Eurostoxx durante la primera quincena de julio. El resto de mercados mundiales siguen en terreno positivo; así, se han registrado ganancias en euros del 0,9% en el S&P (en máximos históricos), del 1,2% en el Nikkei y del 2,3% en los mercados emergentes, que han seguido beneficiándose de un movimiento favorable de arbitraje que comenzó el pasado mes de marzo de la mano de unos indicadores económicos con señales de mejora, sobre todo en la India y en China.
Ha tenido lugar una rotación sectorial a favor de los sectores defensivos. El sector bancario, muy castigado por las inquietudes de los inversores en torno al riesgo de multas, como le ha ocurrido a BNP Paribas, y por el caso concreto de Banco Espirito Santo, ha registrado los descensos más acusados y ha caído un 6,2% durante el periodo. Los sectores que habían anotado buenas rentabilidades desde comienzos de año también han sufrido descensos: 5,6% en energía, 5,4% en telecomunicaciones y 5% en construcción. Los sectores más defensivos, como los productos para el hogar, la alimentación y la distribución, han aguantado mejor, con caídas comprendidas entre el 1,2% y el 1,7%, al igual que el sector asegurador, que cierra casi sin cambios. La temática de los países periféricos, que tan buenos resultados dio a comienzos de año, también ha sido objeto de recogidas de beneficios en un contexto de retorno de la intolerancia al riesgo; así, el mercado portugués pierde un 11,4%, el mercado italiano un 5,3% y el mercado español un 4,8%.
Se trata no obstante de una consolidación temporal que no afecta al potencial alcista de las acciones europeas. Continuamos convencidos de que este movimiento es temporal y que el mercado europeo debería seguir subiendo después de la consolidación que hemos vivido recientemente. La prima de riesgo de este mercado se mueve todavía en un nivel elevado y atractivo, ya que el crecimiento debería seguir recuperándose en Europa y debería verse secundado por un aumento de los resultados empresariales, que todavía se encuentran en niveles bajos comparado con los máximos de 2007 (un 20% menos en Francia y un 50% menos en España e Italia).
Así, la mejora de las previsiones de beneficios, que arrancó en el primer trimestre en algunos sectores expuestos a la recuperación del crecimiento en los países desarrollados, debería permitir a la renta variable europea reducir la desventaja con su homóloga estadounidense, cuyos resultados y márgenes están en máximos históricos. Este movimiento de equiparación podría favorecer especialmente a los valores del sur de Europa y a los expuestos a la recuperación del crecimiento en los países desarrollados en sectores como la construcción, la automoción, los hoteles y el ocio, pero también el sector bancario.
Habida cuenta de esto, en un entorno de tipos de interés bajos, el diferencial de rendimiento hace más atractivas las rentabilidades de las acciones, ya que el riesgo ya no está remunerado en la deuda pública de los países del núcleo europeo ni en los países periféricos, que se mueven en niveles muy próximos a la deuda pública estadounidense a diez años. Además, estos tipos bajos, sumados a los reducidos niveles de endeudamiento de las empresas europeas, sugieren que podrían continuar las operaciones de fusiones y adquisiciones con efectos positivos inmediatos en los resultados y los márgenes de los actores involucrados, como ha quedado de manifiesto recientemente en el movimiento de consolidación dentro del sector de las telecomunicaciones de Francia.
Philippe Chaumel, co-responsable de gestión en Rothschild & Cie Gestion