Ahora que el mundo está menos pendiente del fútbol (o el soccer, como lo llaman aquí en EE.UU.), podemos reflexionar sobre el asunto. Puesto que muchos de mis colegas y yo procedemos de Asia, hemos prestado más atención de lo habitual a los partidos de equipos de Asia-Pacífico que han participado en el Mundial –Corea del Sur, Japón y Australia- y naturalmente al equipo de EE.UU.
Puesto que vengo de China, personalmente me decepcionó un poco que no consiguiera clasificarse para el Mundial de Brasil. A pesar de contar con más de 1.000 millones de habitantes, China se las ha arreglado para ser incapaz, en repetidas ocasiones, de juntar a doce atletas que puedan constituir un equipo medianamente competitivo. De hecho, la única vez que China ha conseguido clasificarse para un Mundial fue en 2002, aunque pasó por el campeonato sin marcar un solo gol.
Por el contrario, Japón ha marcado un camino a seguir. A pesar de que no se le considere como uno de los equipos de fútbol top del mundo, los logros del equipo nipón son destacables considerando lo tarde que se ha incorporado a este deporte. La liga de fútbol profesional en Japón data tan sólo de 1993. La J-League, como se la conoce, es creación de Saburo Kawabuchi, un ex delantero centro del equipo nacional de fútbol de Japón. Cuando participó en la creación de la liga, pronosticó que llevaría 100 años hacer de Japón una potencia mundial de fútbol.
El entrenador inglés Steve Darby, que ha trabajado por toda Asia, fue citado por la prensa australiana diciendo «El modelo japonés es el que deberían seguir otros equipos asiáticos… Japón tiene objetivos a largo plazo—a diferencia de muchos otros países que solo tienen motivaciones a corto plazo basadas en los resultados inmediatos—una liga fuerte, sostenida por un programa sistemático de apoyo al fútbol entre la juventud.”
El enfoque de la J-League está en crear un entorno deportivo completo, que vaya más allá del puro espectáculo. Varios jugadores de la J-League han jugado en equipos europeos de primera fila, como el Manchester United, sirviendo de ejemplo en Japón. Hace tan solo un mes, los campeones ingleses de Manchester adquirieron una participación en los F-Marinos de Yokohama, todo un hito en la inversión extranjera en la liga nipona.
Si bien un único partido en el Mundial puede catapultar o hundir a una selección, para elevar la competitividad general de un equipo se necesita un enfoque a largo plazo. De la misma forma, en el mundo de la inversión son los factores a corto plazo los que mueven la cotización de las acciones en el día a día. Sin embargo, en Matthews, creemos que una visión a largo plazo es la forma correcta de acometer una inversión. Si bien nuestro horizonte temporal no llega a los 100 años, sí nos preguntamos constantemente dónde estará el negocio en el que invertimos en un periodo de 5 a 10 años.
Para muchos países, el fútbol profesional y en general el deporte profesional es una actividad de bajo valor añadido. Sólo cuando las naciones alcanzan un nivel suficiente de productividad que permite a una pequeña fracción de su población practicar un deporte por dinero, el juego pasa a convertirse en un negocio. En Asia, cada vez más países están alcanzando este nivel y cuando lo hagan, es posible que la clase media asiática pueda incluso celebrar su primera Copa del Mundo.
Columna de opinión de Beini Zhou, CFA. Portfolio Manager, Matthews Asia