Todo esto no era necesario. Podíamos haberlo hecho en el momento adecuado sin llegar a ofrecer al mundo esta imagen de debilidad e impotencia. Los que ayer fueron héroes ayer se despidieron por la puerta de atrás y ya sabes cómo son los españoles que no pasamos una y tenemos memoria frágil. Por muchos éxitos que viviéramos en el pasado reciente verte tartamudear, como pidiendo disculpas no es la mejor manera de decir adiós a un reinado de éxito.
Y la clave de este error estuvo en lo que advertimos algunos: hay que renovarse a tiempo. Llevamos demasiado tiempo viendo las mismas caras, incluida la tuya. Se nota que en el fondo eres un buen tipo y que tus decisiones siempre han buscado favorecer a España pero no se puede dar gusto a todo el mundo. Ser un caballero no es suficiente para mantener la gloria. Hace poco falleció el impulsor inicial de este milagro hoy convertido casi en pesadilla. Reconocerás que no fuimos justos con él. Tú has vivido de las rentas de su trabajo y sacrificio, sin darle el crédito suficiente, y de los españoles ¡qué te voy a contar! Nos dimos cuenta de su sabiduría cuando ya le habíamos perdido.
Te deseo una vida apacible a partir de ahora que vas a descansar del peso de tus responsabilidades. Muchos cuestionaron tus orígenes cuando accediste al cargo pero demostraste que tu pasado no te influenció a la hora de tomar decisiones. Siempre has intentado mantener el equilibrio y contentar a los poderes de Madrid y Barcelona. Por mi parte, prefiero quedarme con lo bueno de tu etapa al frente de España. Te admiré cuando con tu semblante serio y profesional frenaste en seco a aquellos que con juego sucio querían mantenernos en nuestro pasado derrotista y oscuro. Otras veces me sacaste de mis casillas. Pero hoy, en la hora del adiós, sólo puedo decir. ¡Viva el Rey Del Bosque!
Columna de opinión de Manuel Aguilera, director del Diario Las Américas, especial para Theobjective.com y cedida a Funds Society