Desde el momento en el que la demanda de materias primas por parte de China se intensificó, en torno a 1999, su creciente dependencia de la energía y los minerales importados han sido el principal soporte de la industria australiana de recursos naturales. Como es natural, a medida que se ha ido ralentizando el crecimiento de las importaciones chinas, las empresas de materiales y energía tanto en Australia como en Nueva Zelanda son más cautas en cuanto a sus perspectivas de negocio.
Como consecuencia, algunas empresas mineras están explorando programas para reducir sus costes operativos, como la implementación de flotas de camiones sin conductor para transportar mineral de hierro. Algunas empresas prevén recortar su presupuesto de inversión en capital y exploración hasta un 25% este año. En marzo, visité más de dos docenas de compañías en Australia y Nueva Zelanda. Un tema recurrente en todas mis visitas era cómo estaba afectando la rotación de la economía en China a sus cifras económicas.
A pesar de la desaceleración potencial de la inversión en commodities, las economías de Australia y Nueva Zelanda parecen estar bien posicionadas dado el repunte de otros sectores, como el de la vivienda y el turismo. El comercio con China ya no se limita solo a los recursos naturales.
Las grandes ciudades, como Auckland, Melbourne y Sídney, han experimentado un incremento tal de la demanda de bienes raíces por parte de compradores asiáticos que se han disparado las alarmas de burbuja inmobiliaria. Los precios de la vivienda en las principales ciudades de Australia subieron un 9,8% en 2013, el mayor incremento en un año natural desde 2009, según el índice RP Data-Rismark Home Value Index. El precio de la vivienda en Australia ha alcanzado máximos históricos en relación a la renta familiar, mientras que Nueva Zelanda se sitúa también entre los mercados más caros para invertir en real estate.
Los ciudadanos chinos de vacaciones también han colaborado a la revitalización del turismo en la región. Los visitantes provenientes de China continental vienen creciendo a tasas de doble dígito. Algunos economistas pronostican que si se mantiene este ritmo de crecimiento, China sobrepasará a la vecina Nueva Zelanda como primer país de origen de los visitantes a Australia. El creciente número de turistas de calidad no viene solo de China, sino de toda Asia. Están ávidos de viajar al extranjero. Aparentemente, el encanto de unas vacaciones lejos de la polución de sus ciudades de origen disfrutando de la belleza natural de Australia y Nueva Zelanda es un gran atractivo para los turistas chinos. En una reciente encuesta de la Academia China de Turismo, los turistas chinos categorizaban Nueva Zelanda como el destino más deseado de los 22 que formaban la encuesta (Australia estaba en cuarto lugar). Adicionalmente, Nueva Zelanda planea abrir una exposición universal en Auckland, con casinos y hoteles que previsiblemente atraerá al turismo chino tras su inauguración en 2016.
Además de los ingresos que provienen directamente del turismo, Australia también se ha beneficiado de la inversión en el sector de la hostelería. Inversores procedentes de China continental y Hong Kong representaban un 18% de la inversión en este sector en 2013.
Es posible que Australia y Nueva Zelanda no se hayan considerado tradicionalmente como parte de Asia. En el pasado reciente, se posicionaban como meros productos derivados del boom de la demanda china por las materias primas. Sin embargo, asumir que su relación con Asia depende solamente de la intensidad del crecimiento de las commodities sería ignorar el atractivo de estos dos países para la cada vez más numerosa clase media asiática. El turismo no es más que un ejemplo de las oportunidades que podremos encontrar
Artículo de opinión de Tarik Jaleel, CFA. Analista de Matthews Asia
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