Pudo haber sido Google; de hecho el interés de Mark Zuckerberg habría partido hace dos años cuando supo que la empresa de la gran G estaba rondando a su creador Jan Koum, para ver una eventual adquisición. Sin embargo fue Facebook, tras un café entre ambos fundadores que inició las discusiones a principios de 2012, el que concretó la compra de Whatsapp, negocio que culminó hace algunas semanas, sorprendiendo al mercado y a los mismos usuarios. Y es que ha sido un invierno boreal bastante movido para el sector tecnológico norteamericano. A esta sorpresiva y cuantiosa compra se suma el posterior anuncio de que la aplicación de mensajería permitirá hacer llamadas de voz, lo que ha puesto en extrema alerta a las compañías de telecomunicaciones en el mundo entero.
Lo anterior parece ser indicativo de un renovado apetito de estas empresas repletas de efectivo por hacerse con áreas de negocio claves de otros mercados y que hasta el momento habían estado muy alejadas de su core business.
En la misma línea, el ya mencionado Google se está preparando para una futura e indudable era robótica digna de las mejores novelas de Isaac Asimov, luego de adquirir solo en los últimos meses tres compañías líderes –Boston Dynamic, Nest Labs y Deep Mind- en robótica avanzada e inteligencia artificial, elemento clave para que los robots puedan ir aprendiendo constantemente y de manera autónoma, intentando parecerse lo más posible al aprendizaje humano.
Esto, dado que algunos estudios muestran que cada vez nos informamos menos a través de los buscadores de Internet y más gracias a las personas, instituciones, empresas, etc. que seguimos en redes sociales tipo Facebook, Twitter e Instagram. Entonces, la idea de Larry Page y compañía es ir diversificando su negocio de Internet —que no durará para siempre— y apretando el acelerador en dispositivos “vestibles” como relojes con funciones de computador, lentes de realidad aumentada como Google Glass y otros. De hecho, es muy probable que después de estas adquisiciones la innovación en esta área de la automatización se acelere, con lo que podría haber tanta o más inversión y destinación de recursos a esta área que la que hubo hacia las redes sociales en los últimos cinco o seis años.
Es más, según un paper de la Universidad de Oxford citado por Martin Wolf en unos de sus últimos artículos (“Esclavizar a los robots y liberar a los pobres”), el 47% de los empleos estadounidenses están bajo alto riesgo de automatización.
Como ya se ha dicho en varias partes estamos llegando a un punto donde en muchas industrias, gracias el rápido desarrollo de este tipo de máquinas, resulta más barato invertir en plantas robotizadas que contratar trabajadores. Esto da como resultado que la inversión estimada en este tipo de plantas robotizadas aumente agresivamente de aquí en adelante.
Por otro lado, Apple vive una cierta crisis de madurez, ya que ha visto mermado su envidiado potencial de crecimiento, acompañado de una caída en sus márgenes y en el número de nuevos lanzamientos. Teniendo esto en cuenta, estarían explorando nuevos negocios en artículos médicos y sensores que puedan ayudar a predecir ataques cardíacos, estudiando el sonido que hace la sangre mientras fluye por las arterias. Es así cómo su vicepresidente de operaciones, Jeff Williams, se reunió con Margaret Hamburg, jefa de la FDA (Administración de Fármacos y Alimentos de EEUU) para discutir estas «aplicaciones médicas móviles». Lo que reafirma que la tecnología “vestible” con cierta inteligencia es una tendencia que se viene con todo en el mundo y que 2014 debiese ser el año donde ésta “despegue” de manera significativa.
En resumen, innovaciones como la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las cosas y el análisis masivo de datos están produciendo y producirán enormes cambios en la manera en que trabajamos y vivimos. Lo importante es que nada de esto se construye de la noche a la mañana y que cuando vienen estas “discontinuidades” pueden surgir nuevas compañías exitosas sin necesariamente tener que competir con una ya establecida, siendo imperativo para ello no sobreestimar los efectos de la tecnología en el más corto plazo, pero tampoco y peor aún, subestimar sus beneficios de largo plazo.
Columna de opinión de Miguel Ángel Suárez, gerente de Renta Variable Internacional de LarrainVial Asset Management