La crisis está aún muy presente en la economía, ya que la mayoría de los participantes de esta profesión siguen luchando por quitarse de encima los últimos cinco años de crisis. En parte se debe a que las pesimistas expectativas de crecimiento han calado en el pensamiento de los economistas. Aún más importante es que la “ciencia” de la economía sigue sin ser capaz de dar una explicación coherente de lo que ha sucedido en los años recientes y delinear conclusiones creíbles de lo que esto significa para la evolución futura del crecimiento económico y los mercados financieros.
A pesar de que los organismos subyacentes a la economía parecen no entender del todo la complejidad de la vida real de los sistemas económicos, esto no quiere decir que no se adapten y sigan adelante en algún momento. En realidad, ahí está el tema. La economía mundial se encuentra ahora en su momento de recuperación más sostenible desde el inicio de la crisis, así que muchos “modelos” económicos están aún en necesidad de ser reparados. La buena noticia es que el mundo real ha comenzado a mirar hacia delante.
El desorden de la teoría económica no podía estar mejor ilustrada por el premio Nobel otorgado al trío fuertemente en desacuerdo de Fama, Hansen (de una parte) y Shiller (de la otra) en 2013. Por lo menos así lo enfatizó Shiller después de recibir el premio. Estos economistas tienen opiniones muy contrarias acerca del funcionamiento de los mercados (normalmente comparamos la eficiencia con lo irracional) y qué tipo de modelos deberían utilizarse para explicar la realidad. Las diferentes perspectivas presentadas por estos economistas se han articulado claramente y de forma extensiva en las recientes décadas y por lo tanto han ayudado a dar una visión “científica” a las distintas teorías que pueden ayudar a explicar la realidad (o deberían ignorarse de ahora en adelante). Tanto si se quiere comprender la realidad económica, gestionarla o invertir en ella, los distintos puntos de vista en economía (y el sub sector “finanzas”) lo ponen difícil, y por lo tanto, debe complementarse con análisis escépticos y menos basados en la fe de la evidencia económica sobre el terreno.
Hasta cierto punto, es interesante ver lo sorprendidos que estamos todos con el fracaso de la teoría económica y financiera, en su afán de capturar correctamente el reciente ciclo de negocio y comportamiento del mercado. Hace tiempo que ya se han cuestionado los axiomas sobre los que se basan los pilares de la teoría económica y las condiciones que se necesitan para que estas teorías se alineen con la realidad.
Todas las asunciones acerca de los “agentes” (en lugar del comportamiento intuitivo y emocional de los humanos), previsiones perfectas e ilimitadas, y la neutralidad del dinero y la deuda, no parecen reales. Además, el poco espacio a la incertidumbre en estos modelos y la ilusión por el hecho de que se pueda medir mediante observaciones históricas es altamente cuestionable. Incluso si estas asunciones fueran un reflejo fiel de la realidad, entonces, la valoración eficiente de los mercados y los equilibrios estables sólo ocurriría si los participantes de mercado fueran homogéneos, los mercados transparentes y fuera fácil acceder a ellos. Incluso toda la información debería estar disponible de manera equitativa y a la vez para todos. Pero estas condiciones no están siempre presentes.
Como todos los modelos científicos son siempre simplificaciones imperfectas de la realidad, todo esto podría ser tolerable si los modelos que se construyen sobre estas asunciones fueran capaces de capturar correctamente las dinámicas observadas en la economía real y los mercados que las rodean. En 1950, Milton Friedman ya afirmó que las asunciones imperfectas en el razonamiento económico eran perfectamente justificables siempre y cuando comunicaran predicciones exactas. Al igual que un jugador de fútbol o billar no es capaz de calcular la trayectoria de las bolas utilizando sus conocimientos de las ecuaciones de movimiento. Al final, lo que importa es la precisión con la que juegan, que cuanto mayor sea, les hará ganar la partida sin conocer los detalles del funcionamiento del modelo subyacente de la realidad.
Tanto en economía como en finanzas, los modelos tienden a ser muy precisos. De lo contrario, pueden equivocarse por un margen importante. Esto es lo que sucedió en 2008 cuando tanto el comportamiento de los mercados como el ciclo global del negocio estaban fuera de las posibilidades de lo que los modelos indicaban que podría pasar. Además, antes de la crisis de 2008, ya había mucha evidencia empírica, por lo que el ciclo del negocio y el comportamiento de los mercados sólo podía ser capturado de manera bastante imperfecta, por los modelos económicos Dynamic Stochastic General Equilibrium (DSGE) y la Hipotésis del Mercado Eficiente EMH).
En resumidas cuentas, las observaciones empíricas de la actividad económica (PIB) y los precios de los activos, están muy lejos de una distribución normal en torno a su media observada a lo largo del tiempo ya que estas teorías predicen que estas variables deberían ser estáticas y permanecer cercanas a su valor medio o de “equilibrio”. Obviamente, estos shocks en la desviación estándar de los valores de PIB y precio de los activos que se produjeron en 2008 sólo agravaron la situación.
Por tanto, la forma en que la crisis va a ser resuelta por la ciencia económica sigue siendo muy poco clara y la ambigüedad que rodea a las teorías que se utilizan en la actualidad debe ser reconocida. Entender que el futuro es más incierto de lo que muchas personas parecen estar dispuestos a aceptar es un primer paso crucial hacia una toma de decisiones más sólida y consistente. Para casi cualquier decisión «económica» que la gente toma y desde luego para las decisiones de inversión no sesgadas, la toma de decisiones consistente es crucial para la supervivencia financiera en el largo plazo.
Además de esto, se deberían explorar formas alternativas para comprender mejor el funcionamiento del sistema subyacente o de las partes más relevantes de la misma en la toma de decisiones. Incluso sin un modelo completo e indiscutible de nuestro sistema económico, el análisis tanto cualitativo como el basado en normas del estado actual del ciclo económico mundial, apuntan hacia una mayor ampliación y fortalecimiento. El crecimiento global se está moviendo a pesar del hecho de que aún no entendemos completamente por qué. Por tanto, es probable que nos sorprenda positivamente en comparación con las expectativas de futuro algo deprimidas por parte de muchos.
Tribuna de Valentijn van Nieuwenhuijzen, economista jefe y responsable de estrategia y asignación de activos en ING IM.