Para analizar la situación actual del sector de gestión de activos, tenemos que centrarnos en varios aspectos. A nivel de la industria en sí misma, primero de todo tenemos que señalar que el entorno presenta grandes desafíos por dos razones básicas; la primera es que la gestión activa todavía se enfrenta a una competencia bastante fuerte por parte del mercado de ETF. El segundo de los desafíos viene dado por la realidad que ha surgido tras la crisis financiera, seguida por la crisis de deuda soberana. En resumen, por un lado nos encontramos ante diversos retos a nivel de industria en sí misma junto a los retos que representan los cambios en la regulación en el mundo de la distribución. No podemos eludir el impacto UCITS, además nos encontramos ante varios cambios regulatorios que benefician al cliente final.
Al nivel del mercado, por la parte macroeconómica, nos enfrentamos también a un contexto difícil con unos tipos de interés muy bajos, donde probablemente el alfa ha sido un poco olvidado en los últimos cinco años. Sin embargo el valor añadido que ofrecen las estrategias centradas en la búsqueda de alfa en un entorno de tipos de interés tan bajos va a ser un tema al que la gente volverá a prestar atención. Por esa razón es más importante que nunca una gestión activa, ya que su principal ventaja es la capacidad para generar alfa y probablemente el principal factor a tener en cuenta es que dentro de la industria, no todos los gestores tienen esta capacidad de crear alfa.
Por consiguiente, la capacidad de análisis a la hora de escoger un gestor es también esencial. De hecho, incluso dentro de quienes se consideran gestores activos, no todos ponen en práctica una verdadera gestión activa y añaden valor. Es por tanto imprescindible a la hora de buscar gestores elegir aquellos que seleccionan y monitorizan, con sólidos equipos de analistas detrás, para tomar decisiones de inversión basadas en la investigación y en el análisis exhaustivo.
Precaución con los fondos indexados
En la industria de los ETF, el principal argumento de venta es el precio, pero a su vez los clientes asumen la responsabilidad completa sobre el timing, lo cual resulta muy difícil, sobre todo ahora que los mercados pueden verse afectados debido a la intervención política, la intervención de los bancos centrales etc.
Estamos en un momento en que hay que tener muy en cuenta un timing correcto y la realidad es que este tipo de acciones externas pueden dificultar la capacidad de acertar con el timing adecuado, justo en un momento en que la reactividad ante los cambios va a ser esencial.
Asimismo, hay un cierto desequilibrio por parte de los medios y la prensa especializada en la manera de tratar la gestión activa y la gestión pasiva. Muy a menudo se trata a este tipo de fondos de una manera demasiado benévola y favorable, y a su vez el mercado es demasiado crítico con la gestión activa, cuando por ejemplo muchos ETF que invierten en mercados emergentes no sólo no han alcanzado la rentabilidad de sus índices, sino que en gran medida han tenido un rendimiento bastante inferior. Además, hay que tener precaución con este tipo de instrumentos ya que la segunda generación de éstos contiene muchos productos estructurados en su interior, con un importante riesgo de contrapartida y a veces no se sabe con certeza qué tipo de impactos colaterales se puede tener.
Nuevos horizontes para la gestión activa
Lo que observamos ahora es que tras las crisis económicas, el mercado ha creado muchas nuevas oportunidades ya que hay un entorno propicio para la generación de alfa, y la gestión activa y el talento del gestor pueden marcar la diferencia. Y como ya hemos apuntado, es precisamente está capacidad de generar alfa la mayor ventaja de la gestión activa respecto a la gestión pasiva.
Las ventas drásticas, la incertidumbre y las expectativas del mercado crean oportunidades fuera de lo común en algunas valoraciones y entonces es cuando puedes encontrar compañías que han procedido a la reestructuración. Pero una buena selección es muy necesaria y también cierto agnosticismo en el estilo o en el oportunismo a la hora de reaccionar y adaptarse. Sólo una gestión que no está basada en mirar por el retrovisor, sino que mira siempre hacia delante y en la que hay una verdadera selección de compañías que estén atractivamente valoradas, puede encontrar estas oportunidades. Una gestión que hace apuestas a largo plazo pero en la que el gestor está muy alerta buscando las mejores ideas de inversión.