La potencial ruptura de la Unión Europea y la desaparición del Euro parece que son noticias del pasado. Hace tan solo doce meses la situación del viejo continente se veía en caída libre. Cuatro países periféricos estaban virtualmente intervenidos, y las dudas sobre España e Italia eran considerables. La intervención del Banco Central Europeo con bajadas de los tipos de interés unido a una gran inyección de dinero público ha conseguido frenar la sangría.
Los mercados financieros se concentraron los últimos 24 meses en el mercado accionario norteamericano, y aprovecharon la fuerte subida de precios de la renta fija. Esta última, ya se ha terminado, y a no ser que se produzca una catástrofe, el futuro nos mostrará tipos de interés más altos. Sin embargo, las bolsas europeas y muchas de las asiáticas, tienen un desfase importante frente a sus contrapartes americanas.
Los inversionistas normalmente compran en función de expectativas de cambios y de valoraciones futuras. En este momento, los jugadores institucionales, llevan semanas empezando a invertir en Europa esperando una recuperación lenta, pero sostenible, que ayude a reducir los diferenciales de valoración frente a otros mercados. Lo importante es encontrar buenos gestores que inviertan en compañías con fundamentos sólidos y que también se puedan beneficiar de un mercado interno fuertemente golpeado.
En este momento vemos tres tipos de oportunidades distintas en Europa. La primera es el mercado de activos en liquidación. Pueden ser compañías de alta calidad, que están sufriendo una fase de iliquidez ante al cierre de la financiación de la mayor parte de las entidades financieras del continente. Serían empresas con buenos fundamentos, pero necesitadas de apoyo en este momento para salir adelante. Normalmente no están cotizadas en bolsa, y en muchos casos siguen perteneciendo a grupos familiares o son activos no estratégicos de alguna de las multinacionales. La mejor forma de encontrar estas opciones de inversión es mediante fondos de capital riesgo (“private equity”), con presencia local y acceso a los grupos necesitados de apoyo.
El segundo área donde vemos oportunidades es en aquellos países que han tenido caídas fuertes de los precios de sus inmuebles. En algunos casos, estamos viendo que sus valoraciones están tocando fondo, si bien en otros, puede haber alguna caída adicional. Las nuevas normativas de capital de los reguladores están haciendo que muchas de las entidades financieras estén empaquetando activos que han recibido como garantías o que no están pagando los préstamos, y los están vendiendo en bloque a grandes fondos. Este movimiento ya se ha visto en las últimas semanas en España, Portugal e Irlanda. Otro tipo de operaciones son la compra de edificios corporativos con el inquilino dentro (en muchos casos es el mismo vendedor que lo vende con un contrato de alquiler a largo plazo, e incluso con un pacto de recompra en el tiempo). Esto les ayuda a obtener liquidez sacando de su balance un activo que puede ser interesante, al tiempo que les permite quedarse ocupando el mismo. Lo importante en estos casos, es que la calidad del inquilino sea fiable, ya que no queremos quedarnos con un activo improductivo. Estamos viendo varios casos de grandes patrimonios internacionales entrando en este tipo de inversión directamente.
Por último, se está viendo una entrada de capital directo en los mercados bursátiles europeos, que en algunos casos han hecho subir sus índices más de un 20% desde sus mínimos del mes de junio. A pesar de estas fuertes subidas, cuando uno ve las valoraciones relativas a otros mercados, así como los ratios de precio/beneficio, siguen estando baratos, históricamente hablando. Hay dos formas de invertir en este área, la más fácil, rápida y barata sería por medio de un vehículo pasivo como los ETF’s, sin embargo, vemos también la oportunidad mediante gestores activos que puedan aportar valor, aprovechando las oportunidades puntuales de crecimiento de algunos sectores, o compañías concretas.
Parece, o quiero creer, que lo peor ya es historia, y que el viejo continente comienza a entrar en la senda del crecimiento, volviendo así a estar en la mira de los inversionistas.