En un intento de liberalizar aún más la economía de China, el gobierno central ha creado una nueva zona de libre comercio experimental, que se abrió oficialmente al público esta semana. La zona combina cuatro áreas de desarrollo ya existentes, pero más pequeñas, en Shanghái, que ya están exentos de aranceles de importación y exportación. A pesar de que la extensión de la zona es de tan solo unos 29 kilómetros cuadrados, muchas personas creen que su creación es tan importante como la zona económica especial que abrió las puertas de la economía de China a inversores extranjeros, creado en Shenzhen hace unos 30 años. Dado el entusiasmo, algunas empresas con sede en Shanghái, sobre todo las que cotizan en el mercado doméstico, han visto como los precios de sus acciones subían como la espuma gracias a esta noticia.
Tuve la oportunidad de visitar varias empresas con sede en Shanghái durante mi reciente viaje de investigación. Mientras que mucha gente (yo incluido) no tiene muy claro los detalles del plan, la mayoría están muy animados por el movimiento. A través de mis conversaciones con empresarios locales, parecía claro que hay dos razones por las que realmente han creado la Zona de Libre Comercio de Shanghái(FTZ por sus siglas en inglés), con independencia de los últimos experimentos económicos en otros lugares en China, como enWenzhouy Shenzhen.
La primera es la facilidad para hacer negocios. El FTZ introducirá el concepto de una lista «negativa» o restringidas de áreas de negocio. Por lo tanto, las empresas, especialmente las extranjeras, pueden optar por participar en una variedad de actividades comerciales, siempre y cuando no están en la lista restringida por el gobierno. En la actualidad, las empresas sólo pueden hacer lo que el gobierno les permite explícitamente. La libertad de explorar es uno de los elementos clave necesarios para la innovación en los negocios, y el propio gobierno chino podría también aprender a adaptarse a tener un papel con un poder limitado en el negocio a través de la zona. En segundo lugar, está la liberalización financiera. En general, se espera que los bancos que operan en la nueva zona comercial tendrán libertad para fijar libremente las tasas de interés, y no pueden estar sujetas al límite actual impuesto por el banco central de China. Además, existe además una discusión sobre la convertibilidad de la divisa china, el renminbi.
Algunos críticos han cuestionado si la nueva zona comercial no es más que otro método del gobierno local para recaudar más ingresos por venta de terrenos. Sin embargo, en esta ocasión, veo signos más positivos. En primer lugar, la decisión de crear la zona proviene directamente del gobierno central, y está exento de ciertas leyes implementadas en el resto de China, proporcionando más libertad a las empresas. Incluso el hombre más rico de Asia, el multimillonario Li Ka-Shing, comentó recientemente que con el desarrollo de la zona de libre comercio, Shanghái podría suponer una seria competencia para de Hong Kong, actual puerta de enlace de negocios libres de China.
¿Por qué podría el gobierno de China tomarse este experimento en serio esta vez? Hay dos presiones irresistibles. Internamente, las zonas económicamente desarrolladas como Shanghái se han enfrentado en los últimos años a significativos cuellos de botella en el crecimiento, y buscan nuevas reformas para liberalizar la economía, especialmente en el sector servicios. A nivel internacional, las autoridades chinas expresaron a finales de mayo el interés de por participar en las negociaciones del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Ser capaz de unirse al TPP significa una mayor apertura de su economía, especialmente los servicios financieros, a la competencia internacional de China. Por lo tanto, el gobierno necesita un caso de prueba como el FTZ, para estar preparado a una mayor competencia en estos sectores.
La base de talento, el sistema legal y la eficiencia administrativa de Shanghái todavía tienen que ponerse al día con los centros internacionales de servicios de Asia como Hong Kong y Singapur. Sin embargo, si el experimento de Shanghái se considera un éxito, las políticas de liberalización pueden trasladarse hacia el resto del país. Así es como ocurre la reforma en China: adopción de medidas bien pensadas con riesgos medidos. Hemos visto cómo experimentos en zonas económicas especiales convirtieron China en la fábrica mundial, hace ya décadas. Esta vez, las expectativas parecen igualmente altas para el nuevo experimento de Shanghái.
Columna de opinión de Sherwood Zhang, Research Analyst de Matthews Asia
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