El mes pasado se celebró la décima “Annual Strategic Investment Conference 2013” en Carlsbad, California, organizada por Altegris, uno de los principales proveedores de inversiones alternativas. Este foro, uno de los más importantes del mundo y para muchos, el gran evento de referencia, reunió a una exclusiva lista de expertos de la industria para exponer sus perspectivas sobre las tendencias económicas actuales, así como sus apreciaciones sobre las estrategias globales.
La fuerte monetización de la economía por parte de los bancos centrales, fue uno de los grandes focos de atención y preocupación de la conferencia. Allí, varias de las mentes de inversión más poderosas del mundo discutieron y dieron su opinión sobre Japón, actualmente el caso más extremo.
La puesta en marcha por parte del Banco de Japón de una política agresivamente expansiva, lógicamente, ha alterado la economía japonesa; este hecho ha provocado una gran incertidumbre en la economía global, con dos claros efectos:
- revalorización del Nikkei (Gráfico 1).
- depreciación del yen respecto a las principales divisas mundiales (Gráfico 2).
Teniendo en cuenta que el país nipón es la tercera mayor economía mundial, las decisiones que se tomen van a tener efectos en las demás economías del globo. Tal y como apuntaba John Mauldin, presidente de Mauldin Economics, reconocido experto financiero y escritor del New York Times. “Japón no es Grecia, y es aquí donde está justamente el problema. El experimento japonés lo vamos a acabar pagando todos”. Por su parte, Anatole Kaletsky, uno de los principales periodistas económicos mundiales y conocido como comentador en “The Times”, comentaba que la política macroeconómica radical de Shinzo Abe, primer ministro del país, provocará una deuda tan enorme que desembocará en la quiebra del sistema financiero.
De cualquier manera, ¿qué otras opciones tenía Shinzo Abe después de dos décadas de deflación y crecimiento cero? Está claro que la inactividad tampoco era la respuesta. Mirando por el retrovisor, los dos grandes errores cometidos por la FED fueron: a) la falta de acción delante de la crisis bancaria durante la depresión de 1930, y b) como durante la alta y creciente inflación generada en los años 70; Kaletsky defendía éste punto. Por su parte. John Mauldin afirmaba: “Al final, un político hace lo mejor para su país y no se preocupa por sus vecinos. Uno quiere mantener la amistad con los demás países, pero la principal prioridad es tu nación”.
Kyle Bass, socio director de Hayman Capital Management, justificaba la situación argumentando que “las dos únicas vías para que una economía crezca en términos reales son: aumentar la población activa (Gráfico 3) o aumentar su productividad”. Japón no puede hacer ni una cosa ni la otra: la media de la población japonesa está en edad de jubilación, mientras que el crecimiento de la productividad es menos del 1%, haciendo imposible el crecimiento real.
David Rosenberg, economista jefe de Gluskin Sheff, justificaba su visión en que la actual situación del país es insostenible: “Aumentar las exportaciones es su única salida. No pueden continuar aumentando la deuda de forma indefinida: deben de conseguir un déficit fiscal por debajo de su tasa de crecimiento nominal del PIB; para ello, tienen que aumentar su inflación.” Según Rosenberg, con esta política expansiva han conseguido salir de la deflación, y para seguir así deberían aumentar los costes de sus importaciones; sin embargo, esto no les resultaría efectivo, ya que las importaciones japonesas significan solo el 16% de su PIB. Rosenberg planteaba como alternativa depreciar el yen un 15-20% de media durante 5 años consecutivos, y decía “en lo que llevamos de año se ha más que conseguido dicha depreciación, pero la pregunta sería: ¿podría soportar la economía japonesa dicha depreciación durante 4 años más? Claramente, NO”.
Entre los argumentos de Rosenberg, está el hecho de que “una inflación del 2% implicaría que los tipos de interés pagados por los bonos japoneses tendrían que ser, como mínimo, de un 2%: no obstante, son la mitad. Unos tipos del 2% tendrían un efecto devastador para el gobierno nipón ya que tendría que destinar gran parte de sus ingresos para pagar los intereses de su deuda”. Esto dejaba claro que no apostaba, a largo plazo, por la resolución de los problemas de Japón vía impresión agresiva monetaria.
Nosotros opinamos: cautela
La “SIC 2013” dejó claro que los expertos económicos se posicionarían cortos sobre invertir en gobierno de Japón. No obstante, respecto a las compañías japonesas, se muestran más positivos: cada yen que se deprecia versus el tipo de cambio JPYUSD se traslada a un aumento en ingresos de 2,7 mil millones de dólares para las grandes compañías japonesas dedicadas a la exportación. Por lo tanto, recomiendan exposición a estas compañías, pero seguir cortos en gobierno japonés.
Nuestra posición respecto a la economía japonesa es de cautela. Es evidente que la revalorización del Nikkei se debe a la burbuja creada a través de la impresión masiva de dinero creada por el Banco de Japón, y que cualquier señal o rumor de paralización de dicha política expansiva monetaria sembrara el pánico y se podrían derrumbar los mercados: la semana pasada el Nikkei perdió durante una sola sesión un 7,32%, y todo ello provocado por los mensajes lanzados por el presidente de la Fed de relajación de la política monetaria.
Columna de opinión de Cristina Llau del Advisory Group de MoraBanc Asset Management.