Muchos inversionistas se quedan en una parte de la foto del rendimiento de los mercados financieros, al tomar únicamente las variaciones en el precio, olvidando los pagos conexos existentes, como por ejemplo, los dividendos. Esto, para los que tienen una formación o trayectoria en mercados es evidente; pero para el inversionista del común, no lo es. Y ahí es donde se obtienen conclusiones erróneas, puesto que mirar sólo la variación en el precio puede llevarnos a obtener rentabilidades que no son ciertas. O que lo son, pero que no nos muestra la historia completa.
Traigo esto a colación, puesto que en los últimos años el pago de dividendos en muchas acciones ha sido particularmente dinámico, y de lejos el retorno generado bajo la metodología “Total Return” (o retorno teniendo en cuenta el total de los pagos recibidos) es mucho mayor al “Price Return” (o retorno basado en el precio únicamente). Para los menos especialistas en estos conceptos, los niveles de los índices accionarios, como el S&P 500, se basan en Price Return.
Pero, como mencioné anteriormente, las acciones están pagando altos dividendos, y de hecho, son las acciones que más pagos de dividendos han tenido, las que también se han valorizado más; pues los inversionistas están buscando rentabilidad por donde sea, y uno de esos lugares es precisamente en los dividendos.
Estábamos mirando la evolución de largo plazo del S&P 500, encontrando que la diferencia anual entre las dos metodologías de cálculo ha sido del 2.5%; que no parece mucho, pero sobre un período de 20 años hace una diferencia sustancial. Para ponerlo con números, mucho más fácil de entender, una inversión inicial de USD 10.000 se convierte en USD 62.830 con Total Return; mientras que si se tuviera simplemente en cuenta el precio, llegaríamos a USD 46.444. Más de 20 mil dólares de diferencia en un período de 20 años, no es nada despreciable. Si nuestra inversión fuera no de 10 mil dólares, sino de 1 millón de dólares, estaríamos hablando de una diferencia superior a los 2 millones de dólares entre ambas metodologías. Y así podemos seguir subiendo.
En términos sencillos, los que trabajamos en el mundo de asesoría financiera, tenemos que hacerle caer en cuenta a los inversionistas de tomar lápiz y papel, y sumar todo lo que ha generado una inversión, para que así, en el momento en que el inversionista cuestione el precio actual de una acción, se le pueda decir: “ ¿y ya tuvo en cuenta los dividendos que le ha pagado históricamente?”