Se ha producido un importante cambio de actitud respecto a la renta variable europea, la cual se ha recuperado de gran parte de los malos resultados registrados frente al mercado estadounidense y frente a la renta fija. Estoy seguro de que muchos se están preguntando si esta tendencia puede mantenerse, así que aquí les dejo mi opinión como gestor de fondos europeos.
Restringiré mis comentarios a Europa – con una excepción, la misma comentada por la excelente revista The Economist en relación con la transformación del mercado estadounidense en un mercado «europeo». EE.UU. se enfrenta actualmente a los mismos problemas de deuda que han hostigado a Europa durante los últimos cinco años, y el aplazamiento hasta dentro de dos meses del debate sobre el «precipicio presupuestario» y el techo de la deuda significa que en breve este asunto volverá a estar de moda.
Pero entretanto, existen claros indicios de que las economías europeas, al menos, han dejado de empeorar y podrían, tal vez, empezar a verse un poco mejor más adelante en 2013. En su última conferencia de prensa, Mario Draghi destacó una serie de acontecimientos positivos; concretamente, señaló que «las tasas de los bonos y los seguros frente a impagos (CDS) de los países están en niveles mucho más bajos, los mercados de renta variable han mejorado y la volatilidad registra niveles históricamente bajos». Asimismo, expuso algunos de los avances menos conocidos: «Estamos constatando un fortalecimiento de los flujos de capital hacia la zona euro. El volumen de depósitos en los bancos de la periferia ha crecido. Se han reducido los saldos en el sistema de pagos TARGET2. El tamaño del balance del Banco Central Europeo, generalmente considerado una fuente de riesgo, sigue disminuyendo. De modo que, en términos generales, hay indicios de que la fragmentación se está reparando gradualmente».
No obstante, el panorama aún está lejos de ser eufórico, ya que esta mayor estabilidad aún no se ha transmitido a la economía real: el desempleo sigue siendo elevado, es probable que el crecimiento se mantenga en niveles bajos y la reducción de la deuda llevará años. La ligera mejora registrada recientemente en los indicadores de confianza podría conducir a un círculo virtuoso autoalimentado de mayor crecimiento, a medida que las empresas disponen de parte de sus amplias reservas de liquidez y aprovechan unos tipos de financiación históricamente bajos. Un ejemplo de ello es SAP; es probable que su equipo directivo anuncie un sólido libro de pedidos para sus nuevos sistemas a medida que las empresas constatan la necesidad de contar con el mejor software para operar de un modo más eficiente. Los recientes planes de estímulo en China y Japón también muestran que Asia podría promover un mayor crecimiento. Por lo tanto y teniendo en cuenta lo anterior, creo que en estos momentos podemos confiar razonablemente en que el crecimiento mundial experimentará un ligero incremento en 2013.
Esto significa que este año muchas compañías europeas deberían registrar un pequeño aumento en sus beneficios. De modo que, mientras que el pasado año la rentabilidad fue fruto exclusivamente de la sobreventa de valores y del bajo precio del mercado de renta variable europea (tal como comentamos muchas veces con clientes, en su mayoría escépticos), este año la mejora del mercado debería ser debido a los mayores beneficios. Cualquier aumento adicional de las valoraciones de los mercados europeos requeriría un distanciamiento contundente de áreas más caras como el mercado de renta variable estadounidense. Lo más probable es que asistamos a una menor demanda de bonos, un activo que tras haber recibido grandes flujos de capital en los últimos años presenta ahora ciertas características de «burbuja». Ya hace más de un año que sostenemos que, desde nuestro punto de vista de gestores de renta variable europea, muchos bonos europeos están demasiado caros y que la transición desde los bonos a la renta variable está más que justificada.
Tal vez este argumento está empezando a convencer y, si ese es el caso, el retorno a la inversión en renta variable podría ser contundente y duradero. Esto refuerza nuestra convicción de que la renta variable europea sigue siendo atractiva en sus actuales niveles, y puesto que es sumamente probable que tras un ascenso tan rápido se produzca una consolidación, cualquier signo de debilidad sería acogido con un interés de compra renovado.