“Los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por las Naciones Unidas y el cambio climático suponen una transformación a la misma escala que la digitalización, pero en este caso nos jugamos mucho más”. Así ha calificado el director global de Negocio Responsable de BBVA, Antoni Ballabriga, “este momento, la oportunidad y el sentido de urgencia que tenemos como sociedades” frente al cambio climático. Durante su intervención, en el seminario ‘Las finanzas sostenibles y su importancia en el futuro de la economía’, organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), que se está celebrando en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander durante toda esta semana, Ballabriga ha explicado el impacto de la sostenibilidad en la regulación y señalado que incorporación de esta cuestión a la normativa MiFID II “debería cerrarse en cuestión de meses”, de forma que pueda aplicarse ya de aquí a un año y medio.
En su intervención, ha tratado de desmontar los “falsos mitos” que, a su juicio, todavía existen respecto a las finanzas sostenibles. El primer gran mito al que se ha referido es el que considera que nos encontramos en una transformación importante “pero abordable, como siempre”. En ese sentido, Ballabriga considera que estamos frente “a un cambio nunca antes vivido y que requerirá de una nueva mentalidad y nuevos modelos, algo que estamos viendo que se está acelerando, ya que en los últimos dos o tres años estos temas significan un punto de inflexión para la industria”.
Otro de los mitos que, a su juicio, hay que desmontar es que estos temas solo afectan a determinados sectores relacionados, especialmente el energético. “No sólo es el sector energético, sino que va a afectar a todos; en ese sentido debemos hacer esa transición en cada sector de forma ordenada”. Prueba de ello es que, de forma agregada, “los ODS van a crear mercados por valor de 12 billones de dólares en 2030 en todos los sectores”.
“También hay una creencia que se refiere a que la agenda global implica a los estados, eminentemente”, algo que, a su juicio, es igualmente falso. “La realidad es que, no solo implica a los estados, sino que implica a las empresas, al sector financiero y a las sociedades. Lo que dice el Acuerdo de París en su artículo 2 es que el sector financiero, en concreto, debería regular los flujos de una manera conducente a un mundo más sostenible”. Estos flujos financieros supondrán, según Ballabriga, una inversión anual de 6 billones de dólares en infraestructuras, un 70% en mercados emergentes, hasta 2030. A pesar de eso, ha reconocido que “los recursos se están movilizando cada vez más, pero de forma insuficiente”.
Inversión sostenible
El cambio climático está obligando a países y al sector privado a mirar el futuro desde una óptica diferente, donde la tecnología abre nuevas posibilidades para aportar al desarrollo de las sociedades. En este marco se encuentra el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Nº 9 de Naciones Unidas con el que BBVA está comprometido y hacia donde también ha orientado sus esfuerzos: desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación.
El director global de Negocio Responsable de BBVA se ha referido al interés creciente por parte de los inversores que están integrando cada vez más los criterios de sostenibilidad en sus estrategias de inversión. “En ese sentido, la inversión sostenible ha crecido hasta 30 billones de dólares en 2018”, ha explicado. Y es que cada vez hay más evidencias entre la conexión de sostenibilidad con rentabilidad: “Hay muchos estudios realizados, entre ellos destaca el meta-estudio de la propia Universidad de Oxford sobre la base de 200 investigaciones. Concluye que las compañías con mejor desempeño en materia de sostenibilidad están teniendo un mejor desempeño también en rentabilidad y en precio de la acción”.
Avances regulatorios
Respecto a la labor de la Comisión Europea, ha recordado que ya se fijó unos objetivos muy claros con una serie de medidas que van a tener un impacto importante, “y eso incluye también a la banca. Esta semana se ha anunciado un paquete de lo que será la taxonomía de las finanzas sostenibles”. Todo ello también impactará en la normativa vigente, como MiFID II: su adaptación podría estar lista en los próximos meses y aplicarse de aquí a año y medio.
Tras la taxonomía, llegarán diversos actos delegados y las normas llevarán a pedir cambios en las políticas de riesgo de las entidades. También habrá una etiqueta ecológica para los productos financieros que emite la banca y otras entidades financieras. “Los cambios regulatorios impulsarán a los inversores y a las gestoras de activos a integrar el cambio climático”, aseguró en la misma jornada el presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán. En su ponencia, reclamó que la transición ecológica que deben acometer las entidades financieras sea ordenada para no poner en riesgo la estabilidad financiera. Roldán aseguraba que las finanzas sostenibles no son una moda pasajera, sino que las entidades deben aproximarse a este mercado con vocación de permanencia e integrarlo en su estrategia de gestión del riesgo.
Test de estrés vinculados al cambio climático
Para Toni Ballabriga, otro de los mitos tiene que ver con que “los riesgos son fundamentalmente reputacionales”. Algo que, a su juicio es falso, “según la Network for Greening the Financial System (NFGS) -una red que engloba a bancos centrales y supervisores-, el cambio climático es una fuente de riesgo financiero”, por lo que “los reguladores lo están incorporando dentro de sus mandatos”. En ese sentido, la Comisión Europea ya ha emitido un mandato a la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) para que evalúe cómo los bancos van a abordar este reto”. “Previsiblemente a medio plazo, habrá un test de estrés vinculado al cambio climático. Nos han pedido información sobre estos temas, queda mucho por desarrollar, pero, en definitiva, es destacable el grado de aceleración que están teniendo estas cuestiones”, ha explicado.
En esta línea, durante su intervención, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, también se ha mostrado a favor de que los riesgos del cambio climático se incluyan en los próximos test de estrés.
Incorporar la sostenibilidad
El último mito que ha desmontado es que el consumidor no está reclamando a día de hoy estos cambios y que, por tanto, no es una prioridad. Así, ha afirmado que “el cambio mayúsculo no vendrá porque estemos financiando grandes compañías o facilitando emisiones de bonos verdes o sociales. El gran cambio vendrá cuando se incorpore la sostenibilidad en soluciones para los clientes, para los particulares y para las pymes. Ahí es donde está la gran oportunidad que todavía está por venir y las nuevas generaciones lo están exigiendo ya”.
En ese sentido, Ballabriga se ha referido a la aproximación de BBVA que ha definido como “integral, no sólo táctica”. “Nuestra estrategia y nuestro ‘Compromiso 2025’ está basado en tres pilares: financiar, gestionar e involucrar. Nuestra obsesión es crear productos con alternativas sostenibles, y nuestro objetivo es que en 2020 así sea”. Al respecto citó algunos ejemplos como el crédito promotor verde y el crédito para vehículos híbridos y eléctricos, ambos en España.
Antoni Ballabriga también se ha referido a los Principios de Banca Responsable, que la entidad suscribirá en septiembre en Nueva York, junto a más de 100 bancos en todo el mundo. “Unos principios que definen el modo de hacer banca que queremos”. A su juicio, resulta clave el compromiso al que se obligan los firmantes: “Firmar los principios supone un cierto estrés para los bancos que lo quieran hacer” porque, entre otras cosas, “implica desarrollar soluciones para nuestros clientes, fijarse objetivos y medir cómo lo estamos cumpliendo”.
Durante su exposición, el director global de Negocio Responsable de BBVA resumió las que, a su juicio, son las cinco fuerzas de carácter global que constituyen un punto de inflexión para las finanzas sostenibles: agenda global y sociedad, mercado, inversores, reguladores y supervisores, y la tecnología. Unas fuerzas que, según Ballabriga, marcarán la velocidad de los cambios que están por venir.