Las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China continúan. Como era de esperar, ayer Pekín respondió a Donald Trump, presidente norteamericano, y anunció que subirá los aranceles a 5.140 productos por un valor de 60.000 millones de dólares a partir del próximo 1 de junio. Ante esta escalada de medidas, los expertos se plantean si todo es una cortina de humo y habrá un acuerdo entre ambos países, o si, por el contrario, el negociación ha descarrilado.
“El año pasado, cuando el gobierno de Trump estaba preparando sus primeros aranceles a China, el presidente declaró que ‘las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar’. Hoy notamos que los efectos para los consumidores, las empresas, los trabajadores y los agricultores de Estados Unidos son menos optimistas. Estamos dándonos cuenta de que llegar a un acuerdo para resolver la disputa no es tan fácil, incluso si parece ser un interés racional para ambas partes: cada país tienen su propio contexto políticos y hay demasiadas oportunidades para cometer errores de cálculo entre los distintos países y culturas”, explica Rod Hunter, socio de Baker McKenzie y ex director senior del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
La gran pregunta que se plantean los analistas es si estamos ante un descarrilamiento de las negociaciones. En opinión de Yves Bonzon, director de inversiones del banco privado Julius Baer, es complicado saberlo. “Posicionarse es complicado. Lo que observamos es que la prima de riesgo asociada con esta incertidumbre podría aumentar aún más, si la cosa se descarrila del todo, y es poco probable que se comprima hasta que los inversores obtengan la seguridad de que las partes involucradas han encontrado un acuerdo”, señala Bonzon.
Para Kim Catechis, gestor y responsable de mercados emergentes de Martin Currie (filial de renta variable de la gestora de fondos de inversión Legg Mason), la próxima campaña electoral en Estados Unidos puede estar explicando las decisiones de Trump. Según apunta, “con la vista puesta en las elecciones de 2020, Trump parece estar preparado para arriesgar con tal de ampliar su base de votantes y proyectar una imagen de fortaleza en estas negociaciones comerciales, lo que significa que seguirá exigiendo a China lo imposible. Por su parte, el presidente chino está decidido a resistir y acelerará el desarrollo de otros mercados de exportación diferentes a Estados Unidos, que actualmente es su mayor mercado representando el 19% de sus exportaciones, pero solo el 8,4% de las importaciones”.
Sea cual sea la intención de ambos, estas tensiones siguen imprimiendo volatilidad al mercado y una sensación de mayor incertidumbre a los inversores, lo que parece que está debilitando los mercados globales de capitales. “En general, desde el punto de vista de la inversión, es probable que ahora los mercados tengan un precio de una prima de riesgo más alto como consecuencia de esta tensión comercial. Ante este contexto, la diferenciación activa entre regiones y sectores va a seguir siendo clave. Por ejemplo, algunos países están dispuestos a beneficiarse de una mayor competencia entre China y EE. UU., en particular países como Tailandia y Vietnam, pero también India e Indonesia. Además, a nivel sectorial, un acuerdo comercial integral entre ambos países sería una buena noticia para el sector manufacturero orientado a la exportación, no menos importante en Europa, y viceversa”, argumenta Ann-Katrin Petersen, estratega global de Allianz Global Investors.
En este sentido, los analistas de Monex Europe recuerda que Europa no es un jugador ajeno a las tensiones comerciales que está generando Estados Unidos. Según indica en su último análisis, “la incertidumbre sobre posibles aranceles a la exportación de coches hacia los EE.UU. deterioran este optimismo, considerando que 1 de cada 8 empleos en Alemania están vinculados al sector automovilístico. El próximo sábado se vence el plazo de 90 días en que Donald Trump debe tomar decisiones al respecto. En medio de la guerra comercial con China, podría esperarse que Trump postergue esta batalla con Europa por un tiempo adicional. Sin embargo, el riesgo latente de futuras sanciones comerciales debería limitar un excesivo optimismo sobre las perspectivas del euro”
Las gestoras tampoco dudan que haya consecuencias a nivel global por la “guerra comercial” entre China y Estados Unidos. “Esperamos que la economía global se enfríe, pero no que se produzca una recesión grave. Es posible que la mayoría de esto ya haya sucedido. De todas las principales economías, China tiene el mayor margen de maniobra. El banco central y el gobierno pueden tomar contramedidas allí y ya lo han hecho, con éxito. Esto debería haber sido suficiente para China y la economía global. Para Alemania y su industria de exportación, por otro lado, probablemente no sea suficiente. El impacto en Alemania es superior al promedio, ya que la economía de exportación de Alemania depende particularmente del fuerte crecimiento en los mercados emergentes y China”, sostiene Philipp Vorndran, estratega de Flossbach von Storch.
Un endurecimiento de los aranceles acabará afectando a la economía de ambos países, pero ¿qué activo puede beneficiarse de esta situación? En opinión de Merian Global Investors, el oro será el gran victorioso. “Hasta ahora, la reacción del mercado ante mayores aranceles ha sido comedida, en parte porque existe un tono optimista de fondo que considera que finalmente habrá un acuerdo comercial en un futuro no muy lejado. Si este consenso resulta equivocado, y el régimen arancelario se mantiene o se intensifica, probablemente habrá implicaciones tanto para los mercados financieros como para la economía real. Los aumentos de precios resultantes de las restricciones comerciales contribuirían a una mayor inflación y, en igualdad de condiciones, las tasas de interés reales se moverían a la baja. En este escenario, esperaríamos que el precio del oro, que tiende a moverse inversamente a las tasas de interés reales, suba”, argumenta Chris Mahoney, gestor del fondo Merian Gold & Silver, de Merian Global Investors.