Keith Ney, gestor del fondo Carmignac Sécurité, reconoce que 2018 fue un año muy duro para todas las estrategias de renta fija. De hecho, su fondo acabó marcando un -3%, aunque ha comenzado el año acumulando una subida del 0,97% en su rentabilidad. La clave, según Ney, apostar por la deuda corporativa y las duraciones cortas.
“En los últimos cinco meses, hemos hecho cambios en la composición de nuestra cartera. En parte, porque por primera vez hemos vuelto a ver carry en los bonos corporativos europeos de corta duración, lo que nos ha generado algunas oportunidades asumiendo menos riesgos. En general, nos sentimos algo más optimistas”, señala Ney.
Según explica, el 60% de su cartera está invertida en deuda corporativa, con el foco muy puesto en la calidad, con preferencia por emisiones cortas. “Hemos dejado a un lado el high yield, salvo con algunas excepciones donde el riesgo está recompensado, pero creemos que, por ahora, no está ofreciendo una prima suficientemente atractiva”, matiza y reconoce que ahora se están preparando para un cambio en la política de los bancos centrales donde iremos a un escenario de tipos bajos durante más tiempo.
El gestor explica que están poniendo el foco en añadir exposición a segmentos maduros de crédito para estar más protegidos de cara a un cambio de ciclo o a un aumento de los riesgos políticos. En términos generales, apunta que los dos principales riesgos que tiene que gestionar son el cambio de tipo y las perspectivas sobre los tipos de interés, y es este último el que más le preocupa. “Tenemos que esperar a que el escenario se estabilice, pero creemos que los tipos se mantendrán bajos e incluso pueden bajar más, como por ejemplo podría hacer la Fed este año. Creemos que a la situación de mercado de renta fija le están pensando los riesgos globales, como las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y otros riesgos como el Brexit o Italia”, añade.
Por último, Ney sostiene que las nuevas oportunidades en renta fija las está encontrando en el mercado europeo. Por ejemplo, reconoce que durante los últimos meses han comprado deuda pública de países como Bélgica y Austria, a largo plazo, ya que consideran que sus valoraciones son mejores en comparación con los clásicos bonos alemanes. “También hemos incorporado bonos griegos, cuyo riesgo puede parece mayor pero están respaldados por los bancos centrales y por las reformas que el país ha realizado, y bonos chipriotas”, añade.