El mundo ha cambiado a un ritmo vertiginoso desde la crisis financiera global de 2008. Pero, ¿han cambiado también las aspiraciones y las inquietudes de los inversores, sus estrategias y el apetito por las rentas? ¿Cuál es su perfil y qué pueden hacer las gestoras para ayudarles a alcanzar sus expectativas? A estas preguntas da respuesta un reciente estudio de Invesco sobre inversión en rentas realizado en ocho países del continente y a partir del cual descubrieron que “existe una marcada necesidad de generar rentas de las carteras de inversión”.
Necesidad que ha ganado importancia durante los últimos tres años, tal y como declara el 86% de los cerca de 5.000 inversores europeos consultados. Para satisfacerla, los inversores se muestran dispuestos a asumir más riesgos, ya que se inclinan por las estrategias de crecimiento frente a la protección del capital.
Invesco hace hincapié en que, en toda Europa, el ahorro en efectivo es relevante. De hecho, “es la única constante” entre todos los inversores, ya que el 89% mantiene activos líquidos. Los otros vehículos de ahorro e inversión más populares son los seguros de vida (51%) y los fondos de inversión (46%). Sin embargo, en cada país se utilizan de una manera diferente, dependiendo de la política fiscal y la normativa sobre pensiones.
En Francia, por ejemplo, son más atractivos los primeros, así como los activos inmobiliarios, pero los fondos de inversión y la renta variable tienen menos peso. Mientras, en el Reino Unido, la situación es la contraria: los inversores suelen centrarse más en estos dos últimos sectores y los seguros de vida son prácticamente insignificantes.
En Europa, las familias invierten fundamentalmente para su futuro y para mejorar sus vidas actuales. El estudio refleja que el hogar europeo medio invierte para financiar en torno a cinco proyectos relacionados con activos familiares, proyectos personales y la seguridad financiera. Algunos de estos proyectos tienen objetivos muy concretos: el 50% de las familias alemanas invierte para financiar una compra específica (casa, coche, vacaciones) y el 57% de las francesas lo hace para garantizar su jubilación.
Sin embargo, también existen proyectos de inversión sin una meta tan específica: Dos terceras partes de las familias españolas aseguran que albergan proyectos de inversión genéricos orientados a mejorar su calidad de vida en el futuro.
Uno de los aspectos más sorprendentes para Invesco es que los objetivos de algunos inversores sean “muy vagos”. En ese sentido, solo el 35% de los encuestados dispone de planes financieros claros para todos sus objetivos de inversión y un 65% de los que carecen de uno no tienen “ningún tipo de plan”.
La excepción es el Reino Unido, donde el 53% cuenta con uno. “Invertir sin un plan financiero no necesariamente implica planificar el fracaso, pero sí dificulta determinar qué objetivos se cumplen”, señala la gestora. A su juicio, esta falta generalizada de planificación puede deberse a que no se conocen lo suficiente los diferentes productos disponibles en el mercado.
Por otro lado, el 54% de los europeos centra sus inversiones en estrategias de revalorización del capital, frente al 28% que se concentra en la protección de este. Para Invesco, esto refleja una disposición a aceptar cierto riesgo (que tiende a vincularse con estrategias de crecimiento) para alcanzar objetivos financieros concretos.
En el grupo de inversores que citan las rentas como uno de sus objetivos, la situación es similar: el 52% de ellos prefiere una estrategia que combine rentas y revalorización y solo el 22% de ellos se inclina por rentas y protección del capital. Esta tendencia está relacionada con el hecho de que la importancia de percibir rentas de las inversiones ha crecido para un 43% de los inversores de toda Europa en los últimos tres años, hasta ubicarse, actualmente en ese 86%.
Pensar a largo plazo sin planificación
¿Esa falta de planificación financiera significa entonces que los inversores europeos piensan a corto plazo? Para Invesco, no parece que sea así: de media, manejan un horizonte de entre cinco y diez años, con una media de 6,9 en los ocho países analizados. Se trata de una estrategia responsable, ya que adoptan una visión más a largo plazo, al evaluar el rendimiento y los resultados, antes que reaccionar a los altibajos del mercado a corto plazo. Aun así, este enfoque no debe confundirse con planificación financiera.
También es importante destacar que, en todo el continente, un 62% no está satisfecho con la rentabilidad anual de sus inversiones, cifra que asciende al 71% en el Reino Unido, el 70% en Bélgica y el 68% en España. Según la gestora, en este último, el descontento generalizado es “especialmente notorio”, ya que la rentabilidad prevista de una inversión en España en 2018 fue del 4,5%, por debajo de la media europea (4,7%).
El informe revela que solo el 15% de los europeos identifica invertir como una de sus aficiones. Por tanto, la falta de planificación posiblemente sea consecuencia de la carencia de conocimientos financieros y un nivel bajo de interés personal. “Sin conocimiento, sin pasión y sin la motivación de buscar nuevas opciones para invertir, los inversores van a lo seguro, centrándose en un enfoque a largo plazo con el que obtener rentabilidades estables, aunque poco estimulantes”, asevera Invesco.