En sus comentarios de este mes sobre las perspectivas para la renta fija, Andrea Iannelli, director de inversiones en renta fija de Fidelity International, explica por qué el equipo sigue manteniendo una visión alcista sobre la deuda de los mercados emergentes.
Fidelity International mantiene su visión alcista sobre la deuda emergente porque los factores favorables que sostienen su tesis no han perdido vigencia. En un contexto marcado por la ralentización de las previsiones de crecimiento, la Reserva Federal de EE.UU. se ha apresurado a cambiar de discurso a pesar de las tensiones del mercado laboral y las presiones salariales al alza. La mayor probabilidad de unos tipos de interés más estables en EE.UU. y la pausa en el proceso de reducción del balance de la Fed debería formar un suelo para los activos emergentes al permitir una política más flexible a los bancos centrales de estos países. La clave es si la Fed puede orquestar un aterrizaje “ideal” de la economía que la aproxime al crecimiento tendencial: ni demasiado ni demasiado poco.
La reducción de las expectativas de crecimiento estadounidense generalmente ha sido favorable para las divisas emergentes frente al dólar, aunque en febrero la recuperación de dichas divisas con la que arrancó el año se tomó un respiro. Sin embargo, siguen siendo optimistas sobre el conjunto de las divisas emergentes pues creen que el dólar ha dejado atrás sus máximos.
Su visión se articula sobre la disminución de los diferenciales de crecimiento y tipos de interés entre EE.UU. y el resto del mundo, la ampliación del déficit doble en EE.UU. y lo caro que está el dólar ponderado por intercambios comerciales. En un momento en el que probablemente el dólar y los rendimientos reales de EE.UU. han tocado máximos de este ciclo, esperan que las rentabilidades positivas para los inversores en los mercados emergentes se mantengan durante los próximos meses, sobre todo en los activos en moneda fuerte.
El tropiezo que sufrió el año pasado el crecimiento emergente se debió en parte al progresivo enfriamiento económico de China, a causa de la debilidad del consumo y el frenazo del impulso al crédito. Este año, esperan que las autoridades respondan con más contundencia en el plano monetario y presupuestario, con medidas enfocadas hacia la economía interna, a medida que prioricen la estabilización del crecimiento y aparquen temporalmente la reducción del endeudamiento.
En el resto del mundo también se espera que las políticas monetarias sean expansivas. Varios países emergentes presentan ahora tipos de referencia elevados, expectativas de inflación a la baja y brechas de producción amplias. Si la tesis de Fidelity International en torno a la depreciación del dólar se confirma, países como Turquía, México, Indonesia y Sudáfrica, entre otros, podrían tratar de dar marcha atrás a las subidas de tipos del año pasado y flexibilizar las condiciones financieras. Si se lleva a cabo de forma responsable, lo anterior debería ser favorable a los bonos en divisa nacional y no suponer un gran obstáculo para las monedas emergentes.
Continuidad política
Tras el ajetreado periodo electoral que se vivió el año pasado, este año está perfilándose como el de la continuidad política en muchos países emergentes. Los gobernantes en ejercicio probablemente amplíen sus mandatos y mantengan las políticas actuales, lo que hace presagiar continuidad política de cara a 2020. Eso supone un cambio muy marcado con respecto a 2018, un año en el que se vivieron cambios de régimen convulsos en varios países (por ejemplo, Brasil y México) que intranquilizaron a los inversores durante las campañas electorales.
Las señales positivas que llegan de las negociaciones comerciales entre EE.UU. y China, y la posibilidad de que se apliquen nuevos estímulos en la economía interna, hacen que Fidelity International sea más optimistas sobre los bonos corporativos chinos. Más allá de eso, a la gestora gustan algunos títulos de deuda pública con calificación B y apoyo del FMI, especialmente Argentina, Ucrania y Ecuador.
En cuanto a la deuda en divisa nacional, le gustan países que podrían recortar tipos, con curvas elevadas o rendimientos reales generosos, como México, Colombia, Perú, Sudáfrica, Serbia e Indonesia.
Con respecto a las divisas emergentes, le gustan varias de Latinoamérica, como las de Argentina, Perú, Chile y Colombia. Fuera de Latinoamérica, algunos mercados como Hungría y Malasia siguen siendo atractivos. También cuentan con posiciones cuidadosamente dimensionadas en mercados frontera en divisa nacional, como Ghana, República Dominicana y Nigeria.