El cambio climático es uno de los principales temas en la agenda global. Pese a los esfuerzos e iniciativas que ya existen, desde PIMCO señalan que tanto los bancos centrales como la mayoría de los inversores solo han dado los primeros pasos para ayudar a frenar este fenómeno. En opinión de la gestora, el sector financiero ha abordado este problema centrándose en las implicaciones que tiene en su negocio.
En opinión de Joachim Fels, asesor económico global PIMCO, es el momento de dar nuevos pasos con decisión. Pasos que ya se están viendo en la industria. “El tema del cambio climática se hizo más relevante cuando William Nordhaus, junto con Paul Romer, recibió el Premio Nobel de Ciencias Económicas 2018 por su trabajo de integrar el cambio climático en el análisis macroeconómico a largo plazo”, explica Fels.
Otro ejemplo significativo es que a finales de enero de este año, unos 45 economistas del mundo (incluidos 27 Premio Nobel y los ex presidentes de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, Alan Greenspan, Ben Bernanke y Janet Yellen) hicieron público una declaración apoyando un impuesto a las emisiones de carbono en las empresas. “El impuesto reemplazaría la necesidad de una regulación del carbono menos eficiente y alentaría la innovación tecnológica y la inversión en infraestructura a gran escala, según los economistas”, matiza Fels.
Para este asesor de PIMCO, estos ejemplos permiten establecer una relación entre el cambio climático y la política monetaria. Según explica Fles se debe a dos motivos: “el primer motivo es porque los bancos centrales, como reguladores, comenzaron a enfocarse en las implicaciones de estabilidad financiera del cambio climático hace ya varios años. Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra y presidente de la Junta de Estabilidad Financiera (FSB), pronunció un discurso seminal sobre el tema en 2015, destacando tres tipos de riesgos derivados del cambio climático: los riesgos físicos derivados del impacto actual de eventos relacionados con el clima y el clima sobre los seguros y el valor de los activos financieros; los riesgos de responsabilidad que podrían surgir en el futuro para los extractores y emisores de carbono; y los riesgos de transición que resultan del proceso de ajuste a un entorno con bajas emisiones de carbono, lo que podría perjudicar significativamente el valor de una amplia gama de activos en los sectores intensivos en carbono. Y, en segundo lugar, porque el cambio climático podría afectar a la capacidad del banco central para mantener a la economía en equilibrio”.
Teniendo esto en cuenta y desde 2015, el FSB, los bancos centrales y los supervisores han estado trabajando en la integración de los riesgos relacionados con el clima en su análisis más amplio de riesgos financieros y en publicar el primer informe de progreso y estado de varias de estas instituciones. De cara al futuro, la tendencia es que los riesgos de estabilidad financiera relacionados con el clima se conviertan en un componente estándar de las pruebas de estrés que los reguladores realizan a las instituciones financieras.
La tesis de Fels es que si no se toman medidas, las economías y los bancos centrales pueden enfrentarse a choques más frecuentes o severos (huracanes, períodos de temperaturas excesivamente altas o bajas, inundaciones causadas por el aumento del nivel del mar, etc.) que podrían complicar enormemente las tareas del banco central de varias formas.
“Primero, puede ser más difícil identificar los eventos que afectan a la economía y separar el ruido de las señales. Los eventos relacionados con el clima pueden fácilmente causar estragos en la actividad económica y la inflación, y desenmarañar la variación en los datos no es una tarea fácil. Esto aumenta el riesgo de errores de política debido a la incertidumbre de los datos. En segundo lugar, el cambio climático puede cambiar la distribución de los eventos y sus consecuencias catastróficas”, concluye Fels.