Ahora que las condiciones financieras pueden endurecerse, los inversores deben mantener la prudencia con respecto a los ETFs de préstamos apalancados, una clase de activo que podría experimentar un brusco aumento de los reembolsos. En opinión de Mark Benbow, cogestor del Kames High Yield Bond Fund, los inversores deben estar muy atentos a los riesgos, puesto que las rentabilidades de estos productos podrían verse rápidamente afectadas por unas condiciones financieras más restrictivas que provoquen la salida de elevadas cantidades de flujos ligados a los ETFs.
Según la gestora, las cifras son claras: a principios de los 2000, solo había quince ETFs y fondos de inversión dedicados a préstamos apalancados y a día de hoy son casi 300, en un entorno dominado por la expectativa de subidas de tipos. “En teoría, el aumento de los tipos de interés suele resultar negativo para los mercados de bonos (de cupón fijo) pero los préstamos apalancados son instrumentos a tipo variable y, por lo tanto, se verán beneficiados por la reducción de los balances de los bancos centrales y el aumento de los tipos de interés”, explica el gestor.
No obstante, y pese a los buenos fundamentales del año pasado, muchas de las inversiones del mercado de préstamos apalancados son muy poco líquidas, lo que puede suponer un problema para los productos que ofrecen reembolsos diarios. “La mayor parte de las inversiones en préstamos apalancados se realizan a través de obligaciones garantizadas por préstamos (CLO), y los inversores en CLO tienen su capital bloqueado: para reembolsar su posición, necesitan que otro inversor les compre su participación en la CLO. Sin embargo, los ETFs y los fondos de inversión ofrecen liquidez diaria, a pesar de que muchos de estos préstamos casi nunca se negocian”, añade el experto.
A la espera de ver cómo evoluciona la situación, Benbow advierte de que, si se produjese el escenario más negativo, las probabilidades de recuperar el capital de los préstamos fallidos serían escasas, dado el deterioro de la calidad de la deuda comprada. Como apunta el gestor, aunque en general los préstamos suelen comportarse mejor que los bonos en caso de quiebra y la tasa de recuperación suele ser mayor, últimamente más de la mitad de los préstamos emitidos no cuentan con tenedores junior que absorban las primeras pérdidas. Por eso, Benbow cree que las tasas de recuperación históricas, que rondan el 75%, podrían estar infladas.
De hecho, un reciente informe de Moody’s estima que las recuperaciones secundarias caerán del 43% al 14%, ya que cada vez hay más préstamos en la parte baja de las estructuras de capital. “Durante el periodo de expansión económica, esta información no se consideraba relevante o era algo de lo que habría que preocuparse más adelante. Pues bien, puede que haya llegado el momento de preocuparse, porque las condiciones financieras se han vuelto más restrictivas en los últimos meses y el segmento de los préstamos apalancados ya ha empezado a sufrir salidas de flujos”, concluye.