Los productos de gestión pasiva siguen ganando popularidad entre los inversores. Según los datos correspondientes a noviembre, los flujos hacia los ETFs globales se recuperaron alcanzando los 53.100 millones de euros, de los cuales 44.700 millones de euros provinieron del mercado estadounidense y 3.200 millones de euros del europeo.
“Los inversores volvieron con fuerza a los mercados de renta variable en noviembre, con entradas en ETFs de renta variable por valor de 37.200 millones de euros a nivel mundial. Los ETFs de bonos también se recuperaron, registrando 15.400 millones de euros. Esto supone una mejora en comparación con los 7.500 millones de euros en flujos que registró en octubre”, explica Amundi en su último informe mensual sobre el mercado de ETFs.
En Europa, las entradas alcanzaron los 3.200 millones de euros en noviembre, en comparación con los 534 millones del mes anterior. Los inversores europeos mostraron una preferencia por los fondos cotizados en bolsa, sobre los bonos. Según indican desde Amundi, las estrategias smart beta fueron las más demandadas dentro del mercado.
Lo que menos ha convencido al inversor europeo es justamente su propia área geográfica, por lo que hemos asistido a un salida de mil millones de euros de este tipo de inversiones. “Los inversores europeos acumularon 2.900 millones de euros en ETFs expuestos a las acciones estadounidenses y 1.200 millones de euros en ETF de renta variable global. Los ETFs de smart beta también se hicieron populares, atrayendo 1.100 millones de euros de flujos de entradas, de los cuales 569 millones se destinaron a estrategias de volatilidad mínima.
Mayor exposición a bonos soberanos
En el sector de renta fija, a medida que los inversores europeos redujeron sus expectativas sobre el aumento de las tasas de interés y la inflación, los fondos vinculados a la inflación y a las tasa flotante registraron redenciones. “Los inversores también redujeron su exposición a los ETFs de bonos corporativos, aunque mantuvieron sus inversiones”, matizan desde Amundi.
En cambio, los inversores aumentaron su exposición a los ETFs de bonos soberanos, que registraron flujos positivos por valor de 1.500 millones de euros, pero con alto grado de diversificación geográfica tanto por la zona euro, como por América del Norte y los mercados emergentes.