La deuda de mercados emergentes es una clase de activos en crecimiento, que cada vez es más interesante para los inversores institucionales. Además, los precios se han reducido este año debido a la fortaleza del dólar y otros factores técnicos. ¿Ofrece el sector una buena oportunidad de compra ahora, especialmente ante el aumento de las tasas de interés y la normalización de las políticas monetarias en los mercados desarrollados?
Una nueva investigación llevada a cabo por un grupo de estudiantes de la Sloan School of Management del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y supervisada por NN Investment Partners (NN IP) muestra que la asignación óptima a deuda de mercados emergentes en una cartera de renta fija en un entorno de tipos al alza es entre 8% y 35%, dependiendo del apetito por el riesgo de los inversores. Sin embargo, la ponderación de este activo en los principales índices de referencia de renta fija es muy pequeña en comparación.
El análisis comparó los perfiles de riesgo/rentabilidad de una gama de sectores de renta fija en otros periodos históricos de subidas de tipos en los últimos 15 años y estimó cuáles son las asignaciones óptimas para la deuda de los mercados emergentes en carteras de renta fija, dados ciertos niveles de tolerancia a caídas.
Las correlaciones entre las clases de activos se utilizaron durante los períodos de aumento de las tasas. La investigación concluye que incluso aquellos inversores con la tolerancia de riesgo más baja a las caídas –de 0%– en un período de un año aún se beneficiarían de una asignación del 8% a deuda de los mercados emergentes. Para una tolerancia de riesgo de caídas moderadas –retrocesos del 5%–, la asignación recomendada aumenta bruscamente al 26%. La asignación óptima para los inversores dispuestos a aceptar un riesgo de caídas del 15% es del 35%.
«La deuda de los mercados emergentes es una clase de activos bastante poco apreciada. Alentamos a los inversores a que vean más allá de las preocupaciones indebidas y examinen más detenidamente los datos. Las características históricas de riesgo y rendimiento de este activo son muy convincentes, especialmente cuando el rendimiento adicional puede actuar como un amortiguador contra los obstáculos creados por el aumento de los tipos de interés”, explicó Marcelo Assalin, responsable de deuda de los mercados emergentes en NN Investment Partners.
Un análisis previo realizado por NN IP revela los altos rendimientos ajustados por riesgo disponibles de deuda de los mercados emergentes. Primero, el perfil de riesgo-retorno es comparativamente favorable. A 31 de diciembre de 2017, los bonos soberanos locales de los emergentes registraban una rentabilidad casi idéntica al de la deuda high yield de las empresas estadounidenses, pero su calificación crediticia agregada era siete niveles superior. Además, el rendimiento de la deuda corporativa de los mercados emergentes fue casi un 2% superior al de la deuda corporativa investment grade de Estados Unidos, a pesar de tener una calificación crediticia solo dos niveles por debajo.
En segundo lugar, NN IP cree que la deuda de los mercados emergentes tiene ventajas estructurales. Por ejemplo, entre 1983 y 2016, la tasa de recuperación promedio de los bonos soberanos de este activo en los defaults por impago fueron aproximadamente del 54%, lo que fue significativamente mayor que el de la deuda corporativa. Además, no se han producido más de dos defaults de deuda soberana de emergentes en un solo año, y aunque los diferenciales de crédito tienden a estar correlacionados con las acciones estadounidenses, no hubo un aumento significativo de los incumplimientos durante la crisis financiera mundial de 2008.
«El mercado tiende a sobreestimar los riesgos asociados con la deuda de los mercados emergentes, lo que ha creado para el inversor paciente un riesgo más favorable y un intercambio de beneficios que otras clases de activos de renta fija», conluyó Assalin.