Pese a los posibles riesgos y populismos, el guión esperado por el mercado se cumplió y Jair Bolsonaro (PSL) pasa a la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Brasil, donde se tendrá que en medir apoyos y popularidad contra el candidato del Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad. El resultado tranquiliza al mercado, pero no disipa todos los riesgos.
Este resultado electoral es un clara indicación de hacia dónde va el viento político en Brasil, que no se desvelará hasta el próximo 28 de octubre. “Perder la presidencia realmente está en manos de Bolsonaro. Hoy habrá un fuerte repunte de los activos brasileños, ya que los mercados financieros asumen que Bolsanaro se convertirá en el próximo Presidente de Brasil en la segunda vuelta de las elecciones a finales de este mes. Más que nada, es un suspiro de alivio en el mercado que el candidato de la izquierda Haddad, cuyas políticas no habrían ayudado a Brasil a salir de su actual agujero económico, casi con toda seguridad no se convertirá en Presidente”, apunta Edwin Gutierrez, jefe de deuda soberana de mercados emergentes de Aberdeen Standard Investments.
El motivo es sencillo: gran parte del atractivo de Bolsonaro es el hecho de que no es parte del establishment político, que ha perdido totalmente su credibilidad en los últimos años. “También tiene un plan creíble de cómo enfrentar dos de los problemas económicos más urgentes de Brasil: el costo de su sistema de pensiones y su stock de deuda. Abordar estas cuestiones probablemente se ha vuelto más difícil como resultado de estas elecciones. Su partido ha ganado un bloque más grande en el Congreso que el que tenía anteriormente y los lamentables resultados de otros partidos podrían llevar a algunas deserciones, lo que debería ayudarle”, añade Gutierrez.
Este resultado ha permitido que los mercados brasileños continúen con su reciente rally, pues estaban preocupados con que el Partido de los Trabajadores pudiera volver a ocupar la presidencia. Sin embargo, Paul Greer, gestor de fondos en Fidelity International, advierte que Brasil tiene retos que van más allá de lograr un nuevo gobierno.
En su opinión, si en la segunda vuelta gana Bolsonaro, la euforia poselectoral no tardaría en desaparecer. “Las controvertidas opiniones de extrema derecha de Bolsonaro dificultarán que su administración pueda aprobar medidas legislativas dada la poca presencia de su partido, el PSL, en el senado (5% de los escaños) y en la cámara baja (10%)”.
Según el análisis que hace el gestor de Fidelity International, dejando de lado las elecciones, “pensamos que los saldos fiscales de Brasil seguirán deteriorándose y que la calificación soberana continuará su descenso hacia una calificación de B durante los próximos 12 a 18 meses. El crecimiento del país sigue por debajo de su nivel potencial y esperamos que se mantenga a ese lento ritmo durante el futuro cercano”.
Para Renta 4 Banco, lo preocupante es que, ante cualquier resultado final el próximo 28 de octubre, ningún partido tiene un plan claramente reformista. Sería algo necesario para controlar las cuentas públicas y reformar la seguridad social y las pensiones. “Aun así, y como hemos visto en México, donde el nuevo gobierno parece que se va a regir por la ortodoxia en sus decisiones económicas, no descartamos que algo similar ocurra en Brasil, lo que a su vez podría traducirse en una recuperación del real brasileño y ser positivo para valores con elevados intereses en la zona”, señala la entidad financiera en su último informe.
Tres consecuencias para los inversores en emergentes
Kim Catechis, responsable de
Y por último indica el reto “considerable” que tiene ante sí Brasil: “El crecimiento es débil y el desempleo está volviendo a aumentar. Si Bolsonaro quiere abordar reformas, procesos de privatización y la corrupción, se enfrentará a una dura oposición. En un país ya de por sí polarizado, los sindicatos se opondrán a las reformas y a las privatizaciones, y toda propuesta encaminada a combatir la corrupción conllevará un periodo de estancamiento político, dado que los burócratas dudarán en darle su visto bueno por si acaban entre rejas. Los mercados de capitales no tienen paciencia para pasar por ese trance”, aclara.