La reunión del Comité de Política Monetaria del Banco de Japón (BoJ) se llevó a cabo el pasado 30 y 31 de julio. Según apunta Thuy Van Pham, economista de mercados emergentes en Groupama AM, en líneas generales, la institución decidió mantener sin grandes cambios su política monetaria actual, manteniendo su programa de compras de activos establecido en 80 billones de yenes por año, el objetivo de tipos de interés a corto plazo en -0,1% y el objetivo de rentabilidades de los bonos del gobierno a 10 años alrededor de cero.
Al mismo tiempo, se ha anunciado un “fortalecimiento” del mecanismo de relajación:
- Con la introducción de un “forward guidance” de los tipos de interés.
- La introducción del rango de fluctuación del tipo a 10 años (este último puede “subir y bajar en cierta medida dependiendo de la evolución de la economía y los precios”).
- La reducción del importe de los depósitos de los bancos afectados por los tipos de interés negativos.
- La nueva composición de las compras de fondos indexados cotizados (ETF), favoreciendo aún más al Topix (índice más amplio) y menos a las compañías del índice Nikkei.
El statu quo anunciado no es una sorpresa. El resultado de la reunión de julio es interesante en muchos aspectos. Por un lado, confirma la dificultad del BoJ para alcanzar el objetivo de inflación del 2%. Con sus pronósticos de inflación revisados nuevamente a la baja, la institución ha reconocido que este objetivo no convergería al final del año fiscal 2019 (marzo de 2020).
Por otro lado, pone fin a las especulaciones sobre el comienzo de la normalización de la política monetaria en Japón. Por el contrario, todo apunta a la continuación de la política monetaria ultra acomodaticia: en su “forward guidance”, el BoJ ha indicado claramente su deseo de «mantener los tipos de interés a corto y largo plazo en niveles extremadamente bajos durante un período prolongado» debido a las incertidumbres que rodean la actividad económica y la trayectoria de los precios, sobre todo los potenciales impactos ligados al segundo aumento del IVA programado para octubre de 2019.
Los ajustes anunciados son un medio para que el BoJ complete y mejore el sistema monetario actual (debido al posible impacto en los márgenes de las instituciones financieras de una flexibilización monetaria prolongada) y para darse más flexibilidad (dado su limitado margen de maniobra).
No hay indicios de que esto sea un punto de inflexión de la política monetaria:
- El rango de fluctuación del tipo a 10 años (+/- 10pbs) debería permitir gestionar el volumen de compras y mejorar el funcionamiento del mercado de bonos.
- La ampliación de las recompras de ETF a las empresas del índice Topix debería reducir el riesgo de distorsión en el mercado.
- La reducción en la cantidad de depósitos de los bancos afectados por los tipos de interés negativo tiene la intención de alentar a los bancos a dar préstamos a empresas y hogares.
“Al final, en Groupama AM pensamos que los ajustes están al margen y la historia de fondo permanece sin cambios. Mantenemos, en consecuencia, nuestro escenario. Debido al contexto inflacionista desfavorable, si bien existen varios riesgos sobre la actividad económica (por ejemplo, guerra comercial, aumento del IVA), es prematuro prever un cambio en la dirección de la política monetaria del BoJ. Este último no tendrá más remedio que mantener su política monetaria ultra acomodaticia durante un período prolongado. El gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda parece descartar por el momento cualquier amplificación del programa de relajación. Por otro lado, se deben considerar otros ajustes. El gobernador también ha mencionado que una nueva ampliación del rango de fluctuación del tipo a 10 años a +/- 20 pbs ahora sería posible en los próximos meses”, concluye Thuy Van Pham.