Tras la tendencia positiva de los dos últimos años, las expectativas de rentabilidades a largo plazo parecen algo más moderadas. La era de los bajos tipos de interés conlleva una menor rentabilidad en la deuda pública y corporativa. ¿Qué implicaciones tiene esta situación para los inversores?
En primer lugar, los inversores, en su búsqueda de nuevas fuentes de rentabilidad, se han planteado el uso de inversiones alternativas, lo que puede ofrecer oportunidades interesantes según la opinión de Petri Niininen, analista cuantitativo de carteras en Nordea Asset Management. “Se espera que las materias primas, tras un periodo de rentabilidades negativas, registren un mejor comportamiento en la próxima década, si bien en cotas aún moderadas y con una elevada volatilidad. Los activos inmobiliarios presentan una menor volatilidad, pero las rentabilidades previstas para los REIT globales en los próximos diez años se sitúan en un nivel inferior al de la última década. Además, los productos alternativos también suelen ser menos líquidos”, explica Niininen.
Otra tendencia que se ha producido en este contesto es que muchos inversores se han replanteado su enfoque. Para opción, este experto de Nordea propone desglosar las rentabilidades de los activos por la prima de riesgo subyacente de forma sistemática. “De este modo, los inversores pueden obtener rentabilidad exponiéndose a los factores que no estén correlacionados con sus carteras actuales o con los mercados en general”, puntualiza.
También hay primas de riesgo que parecen mantenerse en los distintos mercados. Por ejemplo, algunos estudios e informes han identificado que los títulos de valor arrojan una rentabilidad superior a la de los valores de crecimiento, que los recientes ganadores superan a los perdedores, y que los activos de alto rendimiento suelen registrar un mejor comportamiento que aquellos de rendimiento reducido. Estos enfoques se conocen como valor, momentum y carry.
Por último, Niininen señala que los inversores también pueden optar por combinar las primas de riesgo con su cartera actual con el fin de mejorar las rentabilidades y reducir el riesgo de la cartera. “No se trata solo de introducir un sesgo hacia los títulos de valor, por ejemplo, sino también de eliminar la exposición a los riesgos no deseados, centrándose en las primas que actualmente hacen gala de solidez y ajustar la cartera en función del actual régimen económico. El enfoque centrado en las primas de riesgo abarca todas las clases de activos que ofrecen una serie de catalizadores de rentabilidad diferentes para los inversores. Con las primas de riesgo, los inversores pueden lograr una mayor diversificación en sus carteras”, concluye.