Japón es la historia de inversión más difícil de toda Asia. Aunque algunos puedan argumentar que lo es China, debido a las dudas que genera entre los inversores y los sustos que los mercados se han llevado en algunos periodos en los últimos años, Raymond Chan, CIO de Renta Variable de Asia Pacífico en Allianz Global Investors, tiene muy claro que no es la respuesta correcta. “A veces hay noticias negativas que vienen de China, y es difícil convencer a los inversores para invertir en ese mercado, pero al menos hay un debate”, indica. Sin embargo, en el caso de Japón, ese debate a veces ni siquiera existe y resulta realmente complicado atraer el interés de los inversores, argumenta.
Pero su mensaje, en el marco de la 10ª Conferencia sobre Asia organizada por Allianz GI recientemente en Berlín con periodistas europeos, es precisamente la necesidad de no ignorar este mercado bursátil, por dos razones o historias interesantes que esconde el país del sol naciente: en primer lugar, el compromiso con la ESG, un gran tema en auge en Asia que lidera Japón; y en segundo término, porque el mercado ha ofrecido interesantes rentabilidades, no solo en términos de yenes sino también de euros. “El mercado bursátil ha obtenido rentabilidades tan buenas como otros mercados desarrollados, si no mejores. Y eso es algo a lo que muchos no han prestado atención”. Así las cosas, tanto por la capacidad de ganar dinero en este mercado como por su compromiso con la ESG, merece la consideración de los inversores.
El compromiso con la ESG
El experto explica cómo en Asia está mejorando el enfoque ESG en las inversiones, debido a varias fuerzas: las compañías, los reguladores, los inversores, la sociedad, los fondos de pensiones públicos… todos están más implicados en estos temas. “Aún hay muchos problemas en Asia en el ámbito medioambiental, social y de gobernanza pero también están ocurriendo cosas buenas”: por ejemplo, el fondo de pensiones nacional de Corea, con 123.000 millones de dólares, o lo que supone el 11% del mercado, adoptará un código de conducta en 2018, pues el país “ha mirado en la dirección de Japón”; además, Japón incluirá requisitos de diversidad por primera vez este año en el borrador de su código de gobierno corporativo; y Hong Kong conseguirá un regulador auditor independiente este año.
Incluso en mercados como China, defiende Chan, hay signos positivos que indican una mejora en la puntuación ESG y que impiden situarle por detrás de otros emergentes: “Hay algunas negativas percepciones sobre las compañías chinas”, pero el plan de reformas de las SOEs (empresas con una gran participación del estado) incluye, en las industrias estratégicas, el fortalecimiento a través de políticas de fusiones y adquisiciones y la mejora de la competitividad; y en industrias no estratégicas, la promoción de la competencia entre estas firmas y compañías privadas, entre otros temas.
En Japón, la gobernanza es un tema especialmente importante, con la mitad de las compañías cotizadas contando con liquidez neta en sus balances, y muchas con directores independientes en sus consejos, o con un gran reparto de dividendos (desde 2009, las compañías han hecho grandes reparticiones de dividendos entre sus accionistas, y recompras de acciones, una tendencia que Chan espera que continúe). Aunque aún queda mucho por hacer: por ejemplo, destaca, la proporción de empresas con gestoras femeninas es de solo el 13%.
La progresión en el país también es notable en los ámbitos medioambiental y social, añade.
Una rentabilidad atractiva
El segundo argumento para invertir en el país es su rentabilidad, pues, a pesar de sus problemas macroeconómicos, las diferencias con los mercados europeos han sido marginales.
“El mercado nipón ha estado ofreciendo interesantes rentabilidades, gracias al crecimiento de los beneficios empresariales y el reparto de dividendos”, dice Chan, descartando el re-rating frente a Europa y EE.UU. Como resultado, las valoraciones de este mercado se han mantenido casi intactas de 2012 a 2017, frente al encarecimiento de los otros dos mercados: “Toda la rentabilidad se ha debido a los beneficios y a los dividendos, de forma que Japón sigue cotizando con descuento frente a otros mercados desarrollados”, explica.
En cuanto a los beneficios empresariales, explica que han sido posibles gracias en parte al bajo yen, algo positivo para los exportadores. Y el retorno sobre el equity también ha crecido significativamente desde el 3% de 2012 al 9% actual: “El Gobierno estableció un código ético y además recortó impuestos, algo que supuso incentivos para las compañías e incrementó los retornos”, recuerda Chan.
Así pues, tras la burbuja de los 80 y la década perdida de los 90, se ha producido una vuelta a los fundamentales, en la que las rentabilidades vienen explicadas por los beneficios empresariales (el año pasado por los sectores de tecnología y materiales, y ahora esperan también un crecimiento de un dígito en los beneficios liderado por las compañías cíclicas domésticas).
El yen, el principal riesgo
Aunque Chan no excluye riesgos: el número 1 sería el yen, pues aunque el año pasado ya hubo un decoupling entre la divisa y el mercado, reconoce que con un yen demasiado fuerte podría haber problemas, porque Japón aún está muy orientado a las exportaciones. Pero, «si no hay un fuerte movimiento alcista de la divisa, el mercado debería hacerlo bien”, dice.
En resumen, la mejora de la tendencia ESG en Asia, liderada por Japón, junto con la buena marcha del mercado bursátil –a pesar de los problemas macro-, hacen que haya grandes oportunidades de stock picking en Japón, apostilla Chan. Y es que en Allianz GI es clave la selección de valores, y son inversores muy activos, con un active share mayor al 80%, y con los criterios ESG integrados en el proceso de inversión.