A finales de abril, el Banco de Japón (BoJ) decidió mantener su política monetaria sin cambios tras la primera reunión de su nuevo comité. La tesis del BoJ es que sigue siendo necesario introducir nuevas medidas de relajación dados los factores de riesgos del entorno, de una posible subida del IVA y de un posible cambio de la actividad económica de Estados Unidos.
Según explica, Thuy Van Pham, economista de mercados emergentes en Groupama AM, en ausencia de subidas salariales significativas y de reformas estructurales, “la actual política monetaria dirigida por el Banco de Japón continuará para consolidar la confianza de los agentes económicos y sus expectativas inflacionarias. La dificultad del BoJ residirá principalmente en la gestión de la trayectoria del yen, y a más largo plazo, en el aumento del tipo del IVA”.
En opinión de Groupama AM, Japón, al igual que Europa y Estados Unidos, vigila con atención la inflación, que se ha marcado como objetivo el 1,4%-1,3% para el año fiscal 2018. “Creemos que el ritmo de convergencia de la inflación hacia el objetivo parece estar debilitándose. La inflación se moderó en marzo y los primeros indicadores de precios de Tokio del mes de abril confirman la tendencia. En consecuencia, es probable que el objetivo del BoJ sea evitar posibles nuevos aplazamientos y, por lo tanto, reducir las expectativas de los mercados en favor de una amplificación del sistema monetario actual”, matiza Van Pham.
Pese a estos retos, los datos de Japón siguen siendo sólidos. Según el último documento de perspectivas de Deutsche Bank, el país recoge tasas positivas y un aumento de las rentas y del gasto en los hogares. “El entorno global ha sido favorable para Japón en los últimos trimestres, aunque continúan los problemas estructurales y la inflación sigue bastante por debajo del objetivo del 2%, pese al impulso alcista de la depreciación del yen y los precios de las materias primas. La reelección de Kuroda para un nuevo mandato indica que se mantendrán las políticas monetarias actuales”, destaca el documento.
Para la entidad, en Japón, la rentabilidad de los recursos propios finalmente está alcanzando la de sus homólogos mundiales, por lo que se está hablando de una normalización del mercado de renta variable nipón. Según argumenta en su informe, “los ratios precio/beneficios japonesas, bien superiores a las medias mundiales desde hace tiempo, están finalmente alineándose con los múltiplos globales. Últimamente, pese a una apreciación del yen, ha habido una racha de revisiones positivas de los beneficios por acción. Los fundamentos macroeconómicos son sólidos, pero las tensiones comerciales presentan un posible riesgo. El mercado laboral está muy ajustado, lo que respalda la confianza y el gasto de los consumidores, mientras que la política monetaria seguramente permanecerá laxa, especialmente tras la reelección de Kuroda como gobernador del Banco de Japón”.
Desde Banque de Luxembourg Investments (BLI) comparten la misma opinión y considera que, fracasen o no las reformas de Abe o el relevo en el BoJ, apuesta por invertir en compañías de crecimiento, en particular aquellas beneficiadas por las grandes tendencias del país: las reformas de Abe, las exportaciones y la evolución de la demografía.
“Al invertir en empresas orientadas a la exportación, los problemas demográficos son menos importantes, ya que su potencial de crecimiento se encuentra principalmente fuera de Japón. Aproximadamente la mitad de las empresas de la cartera pertenecen a esta categoría. Sin embargo, cuando se invierte en compañías enfocadas en el mercado nacional, y este es el caso para la otra mitad de la cartera, considerar estos problemas estructurales es muy importante”, adevierte la entidad en su último informe sobre el país.
Tensiones comerciales
En cuanto a los riesgos del país, las tensiones comerciales que preocupan a los expertos son las generadas por Estados Unidos y China, que impregnan a todo el mercado global de una cierta vulnerabilidad. ¿Cuánto podría afectar a Japón?
Según explican Keith Wade, Craig Botham y Piya Sachdeva, economistas de Schroders, “mientras las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China se mantengan contenidas, el impacto en Japón será limitado. Hay que tener en cuenta que el efecto de los aranceles estadounidenses sobre el aluminio y el acero en el crecimiento del país nipón es mínimo”. Aúna sí, Japón es la economía desarrollada más expuesta a la guerra de Estados Unidos y China debido a su relevancia en la cadena de suministro china, pero en proporción al PIB Japonés, su vulnerabilidad es reducida.
Según los expertos de la gestora, en este contexto de tensiones comerciales, una apreciación del yen como activo refugio constituiría un obstáculo para las exportaciones, la inflación y los beneficios de Japón. Mientras tanto, el carácter cíclico del mercado de renta variable probablemente dé lugar a una rentabilidad inferior por parte de las acciones japonesas”.