El dólar sigue subiendo, a pesar de la dramática intervención del Banco Central, que aumentó la tasa de interés llevando los tipos a un 40%, en un intento de frenar el desplome del peso. Así, Argentina se convirtió en el país del mundo que más paga a quien decida traer sus dólares. En este contexto, esta semana el Congreso aborda la subida de las tarifas y la reforma de la ley de capitales, cambios de los que depende, en buena parte, el regreso de la confianza.
Esta nueva crisis es sencilla y compleja de interpretar a la vez. Sencilla como la decisión de los inversores de Wall Street de deshacer sus posiciones en Argentina, en un contexto de menor interés por los emergentes por la subida de los tipos de interés en EE.UU. A esto hay que sumarle los malos datos económicos del país rioplatentse: inflación, déficit, dificultades para llevar a cabo reformas, nuevos impuestos a la renta extranjera y ahora, un alto endeudamiento…
La historia es también extremadamente compleja, para la administración de Mauricio Macri, y sobre eso se ha escrito ya tanto que sólo citaremos a The Economist, cuando afirmó que el presidente argentino lo tenía tan fácil, cuando llegó al poder, como “caminar por una soga sobre las cataratas de Iguazú mientras preparaba un bife”.
Sigamos citando, esta vez al Wall Street Journal, que en uno de sus artículos hace una especie de epitafio, hablando de Argentina “esa buena historia” de 2017, con su nuevo presidente pro mercado, pero con tal currículum de defautls y datos económicos tan mediocres, que en 2018 ya no genera confianza.
Durante la frenética semana pasada se buscaron culpables a la crisis del peso que se desarrollaba en los mercados. Se citó el impuesto a la renta financiera para los extranjeros, como revulsivo para los inversores. También se apuntó a la fiebre especulativa entorno a las Lebacs, ese mounstro que va creciendo, cuyo próximo vencimiento es el 15 de mayo y supondrá cerca de 680.000 millones de pesos, un récord y una nueva amenaza para las reservas.
Un calendario implacable
En medio de las turbulencias del tipo de cambio, esta semana será crucial para saber si la tormenta monetaria se traslada a la economía real y afecta al crecimiento.
Esta semana también, el gobierno deberá de resolver, al mismo tiempo, dos grandes temas pendientes: las subidas de tarifas y la aprobación de la reforma de la ley de capitales. Esas dos leyes han quedado atadas en el Congreso y son todo un desafío. Un acuerdo sobre las tarifas daría señales sobre su capacidad para controlar el déficit fiscal; Un cambio legislativo para desarrollar el mercado de capitales local es esencial para que la economía argentina salga de su círculo vicioso.
Y mientras tanto, aumenta la ansiedad general porque MSCI ascienda a Argentina a la categoría de país emergente y lo saque de su actual estatuto de país frontera. La decisión debería de llegar en cuestión de semanas y tendrá un impacto enorme, no sólo en lo estrictamente financiero, sino en el plano psicológico.
Argentina no ha perdido el atractivo
Quizá Wall Street se haya alejado de Argentina, pero no por ello el país ha perdido su atractivo. En Nueva York, Montevideo, Buenos Aires, Sao Paulo o Santiago de Chile, grandes inversores institucionales están esperando para ingresar al país rioplatense. Saben que el mercado local, totalmente subexplotado, no tiene techo, y que es una gran oportunidad.
Pero, según cuentan en conversaciones informales, están esperando que las cosas se clarifiquen. La reforma fiscal ha resultado ser de una complejidad endiablada, y trae de cabeza a los analistas financieros, condenados a vivir ahora con asesores jurídicos que muchas veces no se ponen ni de acuerdo entre ellos. Y el retraso de la reforma de la ley de capitales hace que todavía no se puedan tomar decisiones sobre cómo instalar una estructura en suelo argentino.
Así, las cosas podrían ir muy rápido y este arranque de 2018 podría terminar de una manera totalmente distinta.
Después del jueves negro de la semana pasada, muchos analistas reclaman un plan de austeridad, el final del “gradualismo” con el que Macri ha dirigido las reformas. Y también el congelamiento de toda inversión pública, como el ambicioso plan de infraestructuras que ha lanzado el gobierno. Otros piden, antes que ninguna medida nueva, un gran acuerdo nacional para terminar con las corridas del dólar y sentar fundamentos sólidos para la economía a largo plazo.
Con las elecciones de 2019 a la vuelta de la esquina, Macri tiene un escenario aún peor que el descrito por The Economist, tan fácil como “caminar por una soga sobre las cataratas de Iguazú mientras preparaba un bife e improvisa unos pasos de tango, mira a la cámara, y sonríe”. Pero Argentina es Argentina, uno de los países más ricos del mundo y de Latinoamérica, una reserva de talento hiperactivo con una insólita resistencia a las crisis.