Dentro de los riesgos que la mayoría de las gestoras han señalado para este año, se encuentra el auge de las políticas proteccionistas y, en último caso, una potencial guerra comercial. Pues bien, este mal pronóstico parece que empieza a mostrar los primeros síntomas tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer fuertes aranceles a la importación de acero y aluminio importados –del 25% y del 10%, respectivamente–.
Donald Trump busca así proteger la producción de su país, además de equilibrar la balanza comercial de Estados Unidos, que se encuentra en déficit. Ahora bien, ¿qué repercusión tendrán estos aranceles sobre los mercados mundiales? Según Michael Kagan, gestor de Clearbridge, filial de Legg Mason, la reacción europea ha sido airada, mientras que China ha guardado silencio, pese a ser el país que más acusaría estas restricciones. «China es consciente de que no está libre de culpa y se mantiene a la espera de la normativa, de mucho mayor calado que se atisba en el horizonte”, señala Kagan.
Según explican desde ETF Securities, “esta decisión podrían reducir la oferta de metales proveniente de China. Dado que es un mega productor, sus recortes serían aplaudidos por el mercado y por lo tanto, los precios podrían subir. De hecho, inclusive la propia China se podría beneficiar dado que ya está tratando de reducir su capacidad ociosa en la producción acero y aluminio. El impacto sobre el resto de las materias primas dependerá principalmente del modo en que reaccionen los demás países involucrados”.
Pero China, nos es el único país afectado por estas medidas. Según explican desde Fidelity International, “los aranceles de Estados Unidos al acero y al aluminio van a afectar mucho a Brasil y a Corea del Sur, los principales exportadores de estos metales al mercado norteamericano. Los efectos inmediatos para los precios al consumidor serán poco relevantes en el corto plazo, pero esta escasa relevancia esconde un impacto mucho mayor a largo plazo”.
¿Guerra comercial?
En opinión de Steen Jakobsen, economista jefe y jefe de inversiones de Saxo Bank, se trata de un impuesto masivo para los consumidores estadounidense. “Detener el comercio reducirá el déficit de Estados Unidos, pero significará un menor crecimiento: los votantes estadounidenses pasarán de gastar el dinero que no tienen (déficits de cuenta corriente) a gastar menos para ajustarse tanto a los precios más altos, como a un menor crecimiento”, apunta Jakobsen.
Entre el impacto que puede tener este tipo de medidas arancelarias, Jakobsen destaca una mayor debilitamiento del dólar, una inflación no estructural que se mantendrá alta y signos de que Estados Unidos se encuentra al final del ciclo. Además de las posibles consecuencias, los inversores se preguntan si realmente caminamos hacia una guerra comercial. Kagan le quita hierro y recuera que “una guerra comercial con el país asiático perjudicaría a más empresas cotizadas estadounidenses de las que beneficiaría”.
En este sentido, el sector aeronáutico, el automovilístico, el de los cultivos agrícolas, el de los semiconductores y el de productos químicos serían algunas de las industrias que resultarían perjudicadas en caso de que se diese una guerra comercial con China. En cambio, el sector del acero, el del aluminio, el de los equipos de telecomunicaciones, el mobiliario y el textil serían algunas de las industrias que se verían impulsadas por una reducción de las importaciones chinas.
Desde ETF Securities apuntan que los inversores le han restado importancia a una potencial “guerra comercial” ya que los ETP sobre cestas de metales industriales siguieron captando importantes inversiones, a pesar de que los precios de los metales básicos cayeron la semana pasada después de que la Administración Trump anunciase estos aranceles.
En este sentido, advierten que, puestos en el peor supuesto de una guerra comercial, “el comercio internacional podría reducirse y dar comienzo a una contracción económica en muchos países, lo cual podría afectar al valor de muchos activos cíclicos”. Dejando este escenario a un lado, se muestra la firma se muestra optimista y recuerda que “el hecho de que Estados Unidos haya suavizado su retórica a fines de la semana pasada, podría significar que otros países se resisten a ir por la vía de las represalias, lo cual disminuye el riesgo de una severa escalada en las tensiones comerciales”.
Richard Turnill, director mundial de Estrategia de Inversión en BlackRock, se muestra optimista pese a que las preocupaciones sobre una deriva proteccionista a escala mundial estén acechando los mercados. “En nuestra opinión, es poco probable que las acciones limitadas que se han llevado a cabo en este sentido lastren el sentimiento de predisposición al riesgo o echen por tierra el actual paradigma de volatilidad reducida. Hasta ahora, los riesgos comerciales no han constituido importantes catalizadores de una tendencia de aversión al riesgo. No obstante, el avance hacia guerras comerciales es posiblemente el riesgo geopolítico más disruptivo para la expansión global y los mercados en 2018”, afirma Turnill.