La desinflación ha sido una tendencia común en los mercados emergentes, lo que ha fomentado unos flujos de inversión considerables en la deuda de esta región ante las perspectivas de ciclos de flexibilización por parte de los bancos centrales de la región. Ahora, explica Schroders en su informe económico mensual, después de un descenso drástico y sostenido en el crecimiento de los precios, la pregunta cada vez más evidente es durante cuánto tiempo podrá mantenerse este proceso.
Estos son para la gestora los tres factores clave para determinar si esta desinflación es una tendencia:
- Solidez de las divisas: Las fluctuaciones de las divisas emergentes han contribuido de forma significativa a las tendencias de desinflación, ya que la fortaleza de las monedas mantenía en niveles reducidos el coste de los bienes importados. Sin embargo, recuerdan los expertos de Schroders en base ponderada por intercambios comerciales, las divisas emergentes están perdiendo dinamismo desde marzo de este año, lo que podría estar contribuyendo a la inflación de la región en su conjunto. “A menos que presenciemos una renovada apreciación de las divisas emergentes en base ponderada por intercambios comerciales, todo apunta a que esta ventaja ya no está vigente”, apuntan.
- El aspecto positivo de la debilidad del crecimiento: Durante los años transcurridos desde la crisis financiera, los mercados emergentes han protagonizado una tendencia bajista continuada en las tasas de crecimiento real, lo que también se ha traducido (aunque con retraso) en una tendencia bajista en la inflación. Sin embargo, existen indicios que apuntan a que el crecimiento emergente podría haber tocado fondo, y las previsiones de consenso apuestan por un crecimiento estable durante, al menos, el próximo año, por lo que, de nuevo, parece que las presiones desinflacionistas que ejerce este catalizador sobre los mercados emergentes en general han pasado.
- El impacto del precio de las materias primas: Las marcadas caídas de los precios del crudo y de las materias primas agrícolas también han contribuido a contener la inflación de muchos países emergentes. No obstante, esta ventaja parece estar disipándose, si no ha desaparecido ya. Los precios del crudo han subido este año y, aunque no somos especialistas en materias primas, parece que los beneficios excepcionales más significativos ya se han cosechado.
En consecuencia, la tendencia de desinflación en los mercados emergentes y los ciclos de recortes de tipos que la han acompañado parecen haber concluido en gran medida. Schroders estima que dado que la inflación se está estabilizando y probablemente se acelere de aquí en adelante, la mayor parte de los bancos centrales no podrán flexibilizar más sus políticas (con algunas excepciones).
“En general, la renta variable debería seguir beneficiándose del contexto de crecimiento mejorado propiciado por la caída de los rendimientos reales, mientras que el aumento de la inflación podría ser favorable en cierta medida para los beneficios. En cambio, la deuda emergente pasará a ser una temática de carry a medida que disminuyan las perspectivas de mayores caídas en los rendimientos”, concluyen.