De acuerdo con los analistas de Lombard Odier, la mayor parte de los riesgos que consideraban para 2017, especialmente los políticos, ya se han disipado, lo que refuerza su opinión de que no se avecina una recesión mundial, aunque sus indicadores sugieren cierta madurez del ciclo alcista, justo en el momento en que los bancos centrales empiezan a salir del modo de gestión de la crisis.
En su opinión, y aunque aún sigue siendo positivo, el crecimiento de la liquidez mundial, entendida como la suma total de los balances de la Reserva Federal (Fed), Banco Central Europeo (BCE), Banco de Japón y Banco Popular de China, parece que se ralentizará el próximo año.
Ahora que los riesgos políticos se han difuminado, según los analistas, la atención de los inversores vuelve a centrarse en los fundamentales, donde “el panorama particularmente mejorado de la zona euro justifica una preferencia sostenida por la renta variable europea y donde la mejora de la demanda externa viene a sumarse a una actividad interna ya robusta. Se avecina un punto de inflexión en la política monetaria”, el euroescepticismo está en declive y se espera una “normalización progresiva (que no drástica) de las políticas del BCE”.
En cuanto a los Estados Unidos, Lombard Odier considera que la “recuperación de la economía estadounidense mantiene su ritmo sin presentar síntomas de sobrecalentamiento. La falta de presiones inflacionistas debería limitar el margen de la Fed para subir los tipos mucho más y abrir las puertas a la gestión del balance. Además, por ahora, tampoco hay señales de recesión, lo que aleja ese riesgo, al menos, de 12 a 18 meses. Prevemos que la Reserva Federal pase pronto de las subidas de tipos a la gestión del balance”, dicen los expertos de la firma.
En general, les gusta Japón ya que el consumo interno y la inversión van en aumento y se están viendo los primeros indicios de inflación salarial en algunos segmentos del mercado laboral. Sin embargo advierten de que “la política monetaria lamentablemente vincula en gran medida el panorama económico a factores externos, como los precios del petróleo, la política fiscal de EE.UU. y cuestiones geopolíticas”. Así como que “los resultados de las últimas elecciones a la asamblea de Tokio suscitarán dudas sobre la perdurabilidad política del primer ministro Abe, y anuncian la vuelta de enfrentamientos partidistas e incertidumbre sobre el liderazgo”.
De cara a China, los analistas consideran que las condiciones económicas y comerciales asiáticas parecen buenas así como que la menor dependencia de los exportadores asiáticos del mercado estadounidense los hace menos vulnerables a las medidas proteccionistas que pueda tomar la administración Trump.
“En términos generales, está justificado mantener posiciones favorables al riesgo en las carteras, favoreciendo las regiones donde el ciclo económico está menos avanzado (mercados emergentes y Europa) y preparándose para el fortalecimiento del euro”, concluyen.