¿Cómo conseguir una rentabilidad por dividendo atractiva, sin renunciar al crecimiento a futuro y a la apreciación del capital? Thornburg Investment Management busca invertir en acciones globales con un sólido historial de pago de dividendos y con capacidad para incrementar sus dividendos en el tiempo. Además, con el objetivo de proporcionar una fuente adicional de ingresos, también invierte en bonos y títulos híbridos.
Thornburg Investment Income Builder invierte en un amplio espectro de títulos que generan rentas recurrentes, al menos un 50% de sus activos son acciones que pagan dividendos, mientras que el resto de la cartera está compuesto por los títulos de renta fija que sirven de apoyo.
Desde Thornburg destacan la importancia histórica de la rentabilidad por dividendo como componente del retorno total de las acciones. Según un estudio realizado por periodos de 10 años, desde 1871 hasta 2001, las acciones con elevados ratios de payout generaron unas mayores tasas de crecimiento en sus beneficios futuros. Mientras que aquellas compañías que repartieron un menor porcentaje de sus beneficios en forma de dividendo, generaron un crecimiento negativo de sus beneficios en términos reales.
“A la hora de seleccionar acciones, nos centramos en aquellas que tienen la capacidad y la voluntad de pagar dividendos. Por capacidad, entendemos aquellos negocios con capacidad de generar flujos de caja, mientras que la voluntad estaría más relacionada con la política de dividendos que los miembros del consejo de administración y del equipo directivo hayan decidido implementar. En ese sentido, nos interesan aquellas empresas que están dispuestas a compartir sus beneficios con los accionistas”, comentan.
¿Dónde se encuentran las mejores oportunidades?
La diversificación es importante para mejorar el rendimiento de la estrategia. Si se analiza la rentabilidad por dividendo esperada para 2018 según el país de origen, Reino Unido y Australia se sitúan a la cabeza con un 4,5%, muy por encima de la media global. Le siguen las acciones de los países nórdicos con una media del 3,7%, las acciones europeas (excluyendo Reino Unido) con una media del 3,6%, las acciones latinoamericanas con un 3,5% y Canadá con un 3%.
“La rentabilidad por dividendo varía considerablemente alrededor del mundo. Japón y Estados Unidos se encuentran entre los países que menor rentabilidad por dividendo ofrecen, con un 2,3% y 2,2% respectivamente. En el caso de Japón, es conocido que las empresas acumulan altos niveles de liquidez, sin darle un uso productivo a este efectivo. Sin embargo, en Estados Unidos, la cuestión está relacionada con la doble tributación de los dividendos: cuando una empresa genera un dólar de beneficio, éste tributa al 36% a nivel federal. Además, una vez se distribuye el beneficio en forma de dividendo, el accionista vuelve a tributar, haciendo que más de la mitad de ese dólar generado termine en manos del gobierno. En ese sentido, esperamos que haya algún tipo de reforma fiscal en Estados Unidos que mejore la distribución entre gobierno e inversores, aunque no creemos que se vaya a eliminar la doble tributación”.
Si se entra a evaluar en detalle cada región geográfica, se observan unas mayores rentabilidades por dividendo fuera de Estados Unidos, particularmente en Reino Unido, donde existe una fuerte cultura de pago de dividendos y no hay una doble tributación sobre ellos. De forma general, en Europa se ofrece una alta rentabilidad por dividendo, pues hay un mayor número de empresas de calidad controladas por un grupo familiar, que exigen el pago de dividendo como parte de su retribución.
Según explican desde Thornburg, existen atractivas oportunidades en el sector de las telecomunicaciones, es por ello que la estrategia asigna casi un 20% de la cartera en este sector. La excepción se encuentra en las empresas de telecomunicaciones de América Latina, con una rentabilidad por dividendo menor al resto de las regiones. Esto se explica porque, en la actualidad, las empresas latinoamericanas están construyendo sus sistemas de redes, algo que requiere elevados flujos de caja y limita su capacidad para repartir dividendos.
Otro sector que al que la cartera tiene una alta exposición es el sector financiero. Salvo en Estados Unidos, la rentabilidad por dividendo del sector financiero es bastante superior a la del resto de sectores por sus políticas de pago de dividendos. En cualquier caso, esperan que las políticas de requerimiento de capital exigidas a los bancos estadounidense cambien y permitan un aumento en la distribución de sus beneficios como dividendos.
Por último, desde Thornburg señalan que es bastante común que los múltiplos PE y forward PE de la cartera sean dos o tres puntos decimales más baratos que el conjunto del mercado.
Con respecto a la renta fija, el fondo aprovecha la flexibilidad que proporciona el mandato para reforzar la rentabilidad por dividendo con los cupones recibidos por los instrumentos de deuda corporativa e híbrida en los que invierte la cartera. La estrategia, que tiene por índice de referencia un índice compuesto en un 25% del índice Bloomberg Barclays Aggregate Bond y en un 75% por el índice MSCI World, mantiene una asignación en renta fija menor al 10% (a 31/05/17), porque a juicio de los gestores de Thornburg, los precios en el mercado de renta fija están manipulados por el efecto de las actuaciones de los bancos centrales. Esperan que esta situación continúe hasta que haya un cambio claro de tendencia; y se esforzarán por aumentar su posición en deuda sólo cuando este ajuste beneficie al accionista del fondo.