La primera palabra que viene a la mente al hablar de invertir en renta variable asiática es crecimiento, lo que justifica que a lo largo de la historia muchos gestores de fondos se hayan basado en los factores macroeconómicos para posicionarse en la región. Pero el concepto de macroeconomía puede estar sujeto a perspectivas muy diferentes: para unos, se trata de predecir el crecimiento del PIB, la evolución de los tipos de interés, los vaivenes de las divisas…; para otros, el foco está en analizar hacia dónde va la producción del continente, cuáles son las tendencias de compra y demanda doméstica, hacia dónde va el gasto de las clases medias… Y esta última es la perspectiva de Rahul Gupta, gestor del Matthews Pacific Tiger Fund, que a la hora de gestionar considera la macro desde ese punto de vista pero que, en esencia, sigue un proceso bottom-up.
Según explicaba recientemente en una entrevista con Funds Society, la base de su gestión se basa en el conocimiento de las firmas en las que invierte, obtenido a través de los más de 140 viajes al año de su equipo (formado por 45 miembros), y reuniones sobre el terreno con más de 2.500 negocios en Asia, a pesar de su sede está en San Francisco. Porque solo ese conocimiento de los negocios le permite adoptar una visión de inversión de medio y largo plazo, lo que explica que el fondo tenga un turn over muy bajo, de en torno al 20%-30%, frente a la media cercana al 60%. “Durante periodos de altibajos en los mercados, esta visión nos permite tomar la volatilidad como una oportunidad para comprar negocios que nos gustan, porque los fundamentales subyacentes de las compañías no están sujetos a tanta volatilidad como los mercados”, explica el gestor.
La demanda doméstica como hilo conductor
El eje conductor de este fondo de Matthews Asia es la demanda doméstica en Asia, una temática con gran potencial a largo plazo y alejada de otras más cíclicas, como podría ser el tema de las materias primas que, no obstante, en este entorno de precios más bajos y al ser Asia un consumidor más que un productor, está beneficiando la historia de consumo. El gestor, de este modo, centra su análisis en entender las dinámicas de demanda en cada país, muy diferentes en función de si hablamos de mercados más o menos desarrollados dentro del continente.
“El tema de la vida sostenible y la industrialización harán las economías más productivas y llevarán a un incremento de los salarios, pilares fundamentales para construir una sociedad de consumo en Asia, que está más desarrollada en mercados como Taiwán, mientras en otros solo está en sus estadios iniciales”, comenta el experto. Por ejemplo, el potencial en India para los próximos años está en sectores como el automovilístico o los seguros, mientras en China la creciente riqueza llevará a un fuerte gasto en ocio, viajes, cosmética, teléfonos móviles, o salud.
En cuanto a las oportunidades en el sector financiero, el gestor distingue entre los países del norte de Asia, donde el sector bancario está más desarrollado pero donde el negocio de seguros tiene menor penetración y ofrece más oportunidades, y los países del sur, en los que la población en algunos casos no tiene ni siquiera cuentas corrientes, como India o Indonesia y el sector bancario cuenta por tanto con gran potencial. Aunque Gupta es consciente de que los problemas de deuda en China y en sus bancos podrían repercutir en el resto del continente, cree que esta preocupación es manejable, y pone el foco en otros sectores de China, más allá de la banca y que están poco apalancados, como el de consumo. “La deuda es manejable y no impactará en la economía china de forma general ni en otros sectores en Asia”, dice.
Sesgo hacia el Asia menos desarrollada
Aunque el fondo de Matthews Asia invierte en todo el continente, el sesgo es claro hacia los países más en desarrollo, que ofrecen más potencial de crecimiento, y donde los gestores encuentran “más oportunidades, negocios de calidad y crecimiento sostenible”, explica Gupta. Porque de lo que se trata, con esta dinámica de consumo como eje vertebrador de la cartera, es de encontrar negocios (de ahí el análisis bottom-up) con tres características: que sean buenos y capaces de crecer a lo largo de un ciclo (“no necesariamente tienen que presentar el crecimiento más rápido, sino un crecimiento sostenible”, dice el gestor), que tengan un buen management y una atractiva valoración. Con todo, y debido al crecimiento que ofrecen, estos nombres en ocasiones son más caros que otras partes del mercado, si bien el gestor señala que al final son más rentables y, se trata de buscar oportunidades de creación de alfa.
El otro sesgo es la infraponderación de sectores más cíclicos, como materias primas y energía, que no ofrecen esa buscada sostenibilidad en el crecimiento. Y el tercer sesgo es su mayor asignación que la media a negocios con una capitalización mediana y pequeña (entre 3.000 y 5.000 millones de dólares), que suele suponer un 40% de su universo: “Históricamente encontramos más oportunidades o crecimiento sostenible, y menos lineal, en estas firmas, y eso lleva a la creación de mayor alfa frente a las large caps”, dice Gupta.
A este respecto, en la gestora controlan la volatilidad derivada de estas inversiones, y también la derivada del riesgo divisa –que no cubren- mediante el análisis, centrado en contar nombres que crezcan de forma sostenible y con calidad: “Nos centramos en los balances y en el negocio para gestionar estos riesgos, asegurando que las compañías generan flujos de caja y tienen capacidad o poder de precios, de forma que en momentos de turbulencias o problemas puedan seguir ganando cuota de mercado”, añade.
Motivos para el optimismo
A largo plazo, el gestor es muy optimista con la historia que afronta Asia. Entre los factores a priori negativos y que tira por la borda están retos como el efecto Trump (considera que Asia está en mucho mejor posición que otros mercados como México), los problemas en China (que ofrece sin embargo muchas oportunidades por el lado del consumo, gracias al ahorro de su población, y que camina hacia un crecimiento más equilibrado gracias a dicho consumo) o el efecto que pudieran tener las decisiones próximas de la Fed: “En 2013 las primeras señales de restricción monetaria llevaron a fuertes caídas en los mercados y las divisas asiáticas, pero mucho de eso se ha absorbido ya y pensamos que las próximas alzas de tipos ya están en precio y no impactarán en los mercados asiáticos”, explica.
Entre los factores positivos, señala las reformas que está viviendo la región, en países como India (lo que mejorará el ecosistema financiero), pero sobre todo, la estabilización de las perspectivas de beneficios en Asia tras unos tiempos de menor crecimiento al esperado: “Tras unos años, ahora podemos hablar de una estabilización y los próximos ejercicios serán interesantes”, dice.
Factores que están ayudando a cambiar el sentimiento hacia la región, paso previo a la llegada de flujos: “Tras unos años de infraponderación en acciones asiáticas con respecto a la historia debido a las preocupaciones macro sobre China y al buen comportamiento de la renta variable estadounidense, desde principios de 2017 los inversores han movido sus posiciones en China desde negativas hasta neutrales, pues los peores augurios no se han materializado, y además han visto una mejoría en la macroeconomía y en los beneficios empresariales en Asia”. Esta estabilidad en China y la historia de turnaround en los beneficios en Asia, junto a la estabilidad política –más incluso que en Europa y EE.UU.-, han tranquilizado a los inversores y empezado a cambiar el sentimiento hacia la región.
Y esa mejora en el sentimiento, junto al hecho de que los mercados en EE.UU. empiezan a estar caros, hacen pensar que tarde o temprano los inversores rotarán su capital, llevándolo a Europa y Asia. “El cambio en el sentimiento aún no se ha notado en los flujos pero es el primer paso. Los inversores han de pensar en Asia con un horizonte a 5-10 años, no solamente como una alternativa a la situación actual”, advierte el gestor. Es decir, Asia como fuente de alfa y no solo de beta.