Al mejorar las perspectivas macroeconómicas de la zona euro, y después de que las elecciones francesas hayan deparado un resultado favorable a los mercados, éstos empiezan a redirigir su atención hacia el BCE. Los expertos de NN Investment Partners esperan que el organismo acometa pronto un repliegue gradual de sus medidas de flexibilización no convencionales.
Como se esperaba, la reunión de abril del BCE ofreció pocas novedades. Mario Draghi señaló que “las presiones inflacionistas subyacentes siguen contenidas y aún no han mostrado una tendencia al alza convincente”.
A tenor de estas declaraciones, la firma cree que el BCE está poco convencido de las perspectivas de inflación y, salvo que la dinámica de precios cambie visiblemente su tendencia plana por una cierta pendiente positiva, su equipo de analistas estima que es más probable que en la reunión de junio pese más la hipótesis de una disminución de la inflación que su contraria.
“El salto en la inflación subyacente (que excluye alimentos frescos y energía) de la zona euro del 0,7% interanual en marzo al 1,2% en abril respondió en gran medida al calendario de Pascua, pero podría con todo señalar el inicio de un cierto impulso en la inflación subyacente”, explica NN IP.
Esto no que haya que adelantar el endurecimiento del BCE, ya que es probable que la inflación subyacente permanezca muy por debajo de su meta en el futuro previsible. La mayor probabilidad de una disminución de la inflación podría comportar que en la próxima reunión de junio se mantuvieran tanto la política de flexibilización cuantitativa (QE) como el sesgo favorable a un descenso de los tipos de interés.
La orientación del BCE podría cambiar en septiembre
No obstante, NNIP aún prevé la desaparición de los sesgos favorables a la relajación monetaria. Bajo la presidencia de Draghi, el BCE ha avanzado implícitamente en la dirección de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco de Inglaterra de perseguir un doble objetivo de crecimiento e inflación, con la inflación como objetivo primordial en caso de conflicto.
La reducción en el ritmo de compras de activos anunciada en diciembre, en un contexto de continua disminución de los riesgos para el crecimiento y la inflación, se justificó por el menor riesgo de deflación. Draghi mencionó de nuevo que la orientación facilitada se refería principalmente a eventuales riesgos extremos para la inflación, que también han disminuido de la mano de unos riesgos a la baja para el crecimiento.
“Seguimos pensando que será en su reunión de septiembre cuando el BCE ofrecerá nuevas orientaciones sobre la política del programa de expansión cuantitativa. Nuestro caso base es que la reducción hacia cero comenzará en enero y probablemente durará entre seis y nueve meses”, apunta la gestora.
Un escenario alternativo, al que igualmente se atribuye una alta probabilidad, es el anuncio de una ampliación de QE por un periodo de tres o seis meses por un importe mucho menor, sin ulterior señalización. La variable clave aquí será, dice NN IP, la dinámica de la inflación.
“Si para septiembre aún no hubiese repuntado, la segunda opción se tornaría muy probable. En cambio, si la inflación subyacente cambiase su evolución lateral por una ligera tendencia al alza, entonces es probable que se produjera una reducción de envergadura”, concluye.