La gestora estadounidense Thornburg Investment Management (TIM) define su estilo de gestión como único. Resulta poco original hacer esta afirmación en una industria tan competitiva, pero lo dice con convicción Jason Brady, gestor de carteras y responsable del equipo de renta fija global, además de CEO de la firma desde hace algo más de un año. “Creo que el mejor ejemplo de la esencia de la filosofía de la gestora es que me hayan designado para este puesto. Lo que nos hace fuertes es la confianza que tenemos en lo que hacemos y en hacer lo decimos”, afirma Brady para ejemplificar la solidez de la compañía y su apuesta por seleccionar a aquellas personas y activos que aportan confianza para hacer crecer el valor global de su firma y de sus fondos.
Tras diez años en la compañía, Brady abordaba este puesto en enero de 2016 con un enfoque de continuidad. “Nada va a cambiar en la forma de gestionar el capital de nuestros clientes, porque hemos demostrado que nuestra estrategia aporta valor”, apunta. La firma, constituida en 1982 y con sede en Santa Fe (Nuevo México), ofrece principalmente sus servicios a personas con un perfil patrimonial alto, aunque también a instituciones bancarias, compañías de inversión y planes de pensiones, entre otros. Actualmente en torno al 95% de los activos de TIM están en manos del segmento retail y maneja un patrimonio de aproximadamente 50.000 millones de dólares.
La cultura inversora de la firma se basa en generar confianza, lo que Brady considera un aspecto transversal para la gestión de cualquiera de sus productos: ocho fondos de renta variable, once fondos de renta fija y un fondo en la categoría de alternativos. Una de las exigencias de la firma es que los propios gestores entiendan perfectamente la globalidad de su trabajo, y una de sus fortalezas, que todos los empleados involucrados en puestos de inversión se conviertan en accionistas de la gestora. Y los portfolio managers invierten en los fondos que gestionan. “Trabajamos en una sala abierta con 39 gestores donde prima la colaboración. Es imposible que cualquier gestor o analista lo sepa todo, pero sí pueden poner en común lo que saben y obtener mejores resultados”, apunta Brady.
En este sentido, Brady defiende que para construir un portafolio hay dos opciones, usar un proceso muy mecánico o dedicar mucho tiempo a estudiar diferentes oportunidades e invertir en diferentes mercados; para ellos, la clave es maximizar la labor de cada uno de sus gestores y analistas y potenciar la colaboración y la comunicación. “Nuestra estrategia es maximizar a nuestro equipo y en este sentido la colaboración y compartir toda la información y experiencia explica nuestro éxito”, dice.
Es decir, si uno de sus gestores está centrado en un determinado mercado, lo que aprenda de él o las oportunidades que identifique pueden ser aprovechadas por otro miembro del equipo que gestione un fondo diferente. “Tener esa colaboración entre todos hace más sencillo el proceso y nos diferencia de otras gestoras”, defiende Brady que, como CEO, se compromete a guiar a su equipo para que no pierda el enfoque y a escuchar todo aquello que se necesite.
La importancia de la selección
Respecto a su estrategia, el directivo y gestor destaca que buscan oportunidades en cualquier geografía, pero solo seleccionan un número pequeño de valores –en torno a unos 60 nombres de media en los portafolios de renta variable- en los que invertir. La forma de identificar esos nombres tan selectos no es otra que dándole una especial relevancia al análisis, elaborando informes y viajando para conocer las compañías. Su método de trabajo tiene como objetivo lograr un gran domino individual de cada uno de los elementos de la cartera y de su entorno. Para Brady, el objetivo es ser seguir construyendo carteras más específicas en los mercados en que están ahora mismo, sin perder de vista otros que considera interesantes, como son Europa o Latinoamérica.
“Preferimos una cartera con un menor número de valores que intentar abarcar un gran número. Esto nos permite conocer con más destalle la realidad del entorno de cada activo, alejándonos de las percepciones más macro del país o sector donde esté. Además, permite entender mejor el comportamiento y riesgo que tiene la cartera”, explica. Por este motivo, la firma defiende que su enfoque “único” marca una considerable diferencia respecto a otras gestoras con una estrategia más mecánica.
Thornburg se internacionaliza con su gama de fondos UCITS
Vincent Leon, que se incorporó a la firma en junio del año pasado, lidera el desarrollo de negocio de la gama UCITS de Thornburg para el sector no residente de Estados Unidos y Latinoamérica.
Por ahora, la firma ha registrado en Irlanda cinco de sus fondos de renta variable y está trabajando en registrar nuevos productos. Según Brady el motivo no es otro que la complejidad de adaptar los productos a la regulación de la forma más precisa. Thornburg cuenta con una oficina en Reino Unido, desde donde pretende ir ganando tamaño y establecer relaciones con inversores europeos y de Oriente Medio. Además de su gama UCITS, la gestora tiene una serie de mandatos separados para clientes no residentes en Estados Unidos.
En 2012, la firma inversora comenzó a dirigirse a clientes no residentes en Estados Unidos. Para este mercado, Thornburg, se ha apalancado en las relaciones que tiene con los principales broker dealers a nivel doméstico que también operan en el ámbito offshore. “Otra de las claves para focalizarse en este segmento es que en Estados Unidos ya tenemos una fuerte relación con los inversores y conocen cómo es nuestro estilo de gestión. Así que estuvimos valorando a través de qué plataformas desarrollarnos, aunque a veces este proceso no resulta tan sencillo como debería. Pero creo que los productos que tenemos en América, pueden ser potencialmente atractivos para los europeos y latinoamericanos”, explica Brady, quien considera que el ámbito geográfico no es freno puesto que al final las necesidades inversoras son similares a lo largo del mundo.
Otro aspectos destacable de mercado es que durante los últimos trimestres se ha vivido una gran rotación desde los productos de gestión activa, hacia los de gestión pasiva o ETFs. Brady explica que en parte se ha debido a la preparación de los broker dealers en Estados Unidos para cumplir con la norma fiduciaria del DOL –aunque su aprobación es cada vez menos probable-, pero otra parte importante se debe a que en los últimos años el mercado ha sido muy complaciente, subiendo de forma casi ininterrumpida, especialmente en lo referente al S&P500.
Muchos inversores se han planteado si merece la pena pagar un gestor activo si no ha sido capaz de batir significativamente al índice. “En el periodo 1999-2000 vivimos una situación similar. El mercado subía sin cesar y todos pensaban que eran capaces de gestionar sus carteras sin ayuda de un profesional. Después vino la gran corrección y ese fue el momento para que las gestoras activas sacaran pecho y demostraran su valía”, comenta Brady.
El CEO de Thornburg cree que la situación actual del mercado estadounidense no difiere mucho a la de aquellos años, en términos de valoración. “Si miras al S&P500 hoy ves que los cinco mayores componentes del índice tienen una capitalización bursátil mayor que la de los 250 más pequeños. Esto no pinta bien para un enfoque de inversión centrado en el índice”, indica.
El efecto Trump
Los 35 años de experiencia de Thornburg Investment Management en la industria de fondos les ha supuesto convivir y afrontar todo tipo de crisis y recesiones. Ahora Brady se enfrenta al reto de liderar al equipo de la gestora rodeado de las diversas ideas sobre el efecto Trump en los mercados. “Hay mucha expectación sobre sus posibles medidas de bajar impuestos e impulsar el gasto en infraestructuras, pero una cosa es lo que se dice durante la campaña electoral y otra diferente es luego la realidad. Considero que todo será mucho más estático”, apunta. En este sentido, sí se muestran algo más preocupados por la evolución de la inflación en el país y cómo afectará a las inversiones.
En este contexto, la firma sigue defendiendo su filosofía de inversión basada en el análisis fundamental, con un horizonte a largo plazo, es decir desde 18 meses a varios años, y siendo flexibles para mejorar los rendimientos. Como defiende Brady, lo que les hace únicos es su cultura de la colaboración por la que sus gestores y analistas no se especializan en sectores o geografías, sino que todos deben comprender y compartir información sobre los fundamentales de los mercados de frontera, de los diferentes sectores e industrias.