Sorprendentemente, Estados Unidos aparece en los puestos más bajos del ranking que Degroof Petercam elabora cada dos años con datos de los 35 países miembros de la OCDE, y si Donald Trump logra cumplir sus promesas, su situación podría ser incluso peor, explica el informe.
Por contra, Noruega es el país que lidera el la clasificación. De hecho, la parte alta de la tabla está dominada por países escandinavos. España gana 6 puntos en la clasificación, mientras que Irlanda muestra la mejor puntuación en términos relativos, en referencia a la relación entre la carga fiscal del país y su índice de sostenibilidad.
Degroof Petercam publica estos informes desde 2008 y la firma los utiliza para determinar qué obligaciones del estado son elegibles para sus fondos de sostenibilidad. El modelo está basado en los cinco pilares principales de la sostenibilidad: transparencia y valores democráticos; población, salud y distribución de la riqueza; medio ambiente; educación e innovación; yeconomía.
«El análisis de sostenibilidad mostró su valía especialmente durante la crisis de deuda de la zona euro, y ha demostrado ser importante para evaluar los problemas de sostenibilidad en el ámbito nacional. Nos permite evaluar la capacidad de un país para saldar sus deudas, en lugar de su capacidad para asumir nuevas deudas», explica Ophélie Mortier, Estratega de Inversión Responsable en Degroof Petercam.
Noruega se sitúa en lo más alto del ranking
De nuevo un país escandinavo encabeza el ranking. Noruega, que muestra resultados excepcionales en cuanto a bienestar social y economía, se sitúa en el primer puesto, seguida de cerca por sus países colindantes, Dinamarca y Suecia.
Puesto que la economía de Noruega depende en gran medida del petróleo, que es un combustible fósil, queda mucho espacio de mejora en lo que se refiere a medioambiente, especialmente en el desarrollo de energía renovable. Este tipo de energía sigue teniendo poca presencia en la combinación total de fuentes de energía del país. La eficiencia energética todavía puede mejorarse, dado el elevado índice de consumo energético en relación con el crecimiento económico.
Las instituciones del país son sólidas y existe un elevado nivel de libertad de prensa. Desde el punto de vista económico, el país es sólido y las finanzas públicas gozan de buena salud. Finalmente, prácticamente no existen desigualdades sociales en el país, ya que la riqueza por cápita es más alta que la media de los países de la OCDE.
Irlanda ofrece mucho más a cambio del dinero del contribuyente
El índice de sostenibilidad es importante, sin embargo, también es importante observar cuál es la carga fiscal que deben imponer los países para alcanzar niveles similares de sostenibilidad. Considerando la carga fiscal proporcionada de los países y su posición en nuestro ranking de sostenibilidad, Irlanda encabeza la lista. Irlanda ocupa la 14a posición en cuanto a sostenibilidad, pero presenta una carga fiscal relativamente baja. En este ranking, Bélgica ocupa un puesto no tan envidiable (la posición nº 23) mientras que Estados Unidos asciende hasta la 6a posición.
Estados Unidos aparece en los puestos más bajos del ranking
Desde la aparición del modelo propio, Estados Unidos siempre se ha situado en el tercio inferior de los rankings, con una puntuación de poco más de 50/100, que se explica por su pobre actuación en los criterios de medioambiente y bienestar. Por una parte, Estados Unidos sigue siendo un consumidor importante de carbón y la proporción de energía renovable en la combinación total de fuentes de energía permanece por debajo de la media. Por otro lado, la desigualdad social es considerable y el número de personas encarceladas muy importante, como lo es el de personas obesas, representando serios problemas. Sin embargo, hay que destacar que el país mantiene su liderazgo en lo que se refiere a innovación e inmigración.
Sin embargo, el cambio en la presidencia del país y las políticas del nuevo presidente podrían llevar al país a perder posiciones, pues las declaraciones de Donald Trump no sugieren que la situación vaya a mejorar, más bien al contrario.
Transparencia y democracia y educación, dos asignaturas pendientes para España
España ha ganado 6 puestos y 4 puntos, con lo que podemos afirmar que ha mejorado ligeramente durante el último año. Hace un año ocupaba la posición 27 con 53 puntos y actualmente ocupa la posición 21 (57 puntos). En definitiva, el desempleo juvenil, aunque mejora, está afectando sustancialmente a la puntuación del país. La mejora de la situación global en dicho aspecto ayuda a mejorar la posición relativa, pero sigue siendo un problema.
Otro factor significativo en la puntuación global es el indicador de pobreza, que en España tiene un carácter ascendente.
Puede resultar interesante la comparación con otros países periféricos como Portugal, Irlanda o Italia. Todos estos países estuvieron expuestos a las turbulencias de la crisis del euro de 2008 y, a partir de entonces, empezaron a surgir revisiones similares de sostenibilidad.
Los resultados de España son inferiores a los de Irlanda (en 4 puntos) principalmente debido a indicadores económicos (déficit corriente y hacienda pública) pero también en lo que se refiere a transparencia y democracia (percepción de la corrupción, poder de las instituciones, libertad de prensa, etc.) y en términos de educación, un ámbito en el que España registra peores resultados tanto en las pruebas PISA como en sus inversiones (educación e I+D), cuestiones especialmente importantes para garantizar el futuro del país.
En comparación con Portugal, la situación es un poco mejor, con 3 puntos más debido principalmente a factores económicos como la hacienda pública y la balanza por cuenta corriente. En el resto de factores que determinan la sostenibilidad, las diferencias no son importantes.
Los resultados de España son bastante mejores que los de Italia, lo cual supone un mensaje claro en cuanto a gestión de la deuda soberana ya que Italia tiene un peso importante en los índices de referencia de títulos de renta fija. De hecho, España tiene 6,5 puntos más que Italia concretamente en transparencia (corrupción, libertad de prensa) pero también en educación (acceso a Internet, graduados en educación superior, pequeñas diferencias de rendimiento entre centros educativos, etc.).
Finalmente, cabe destacar que España está en la misma línea que Japón (-0,5 puntos). Sin embargo, las diferencias entre los dos países en indicadores específicos son sustanciales, especialmente en lo que se refiere a transparencia y democracia, dos ámbitos en los que Japón supera claramente a España (corrupción, poder de las instituciones) y en educación (pruebas PISA, inversiones en I+D), mientras que España muestra mejores resultados en finanzas públicas y presencia de mujeres en el parlamento.