La industria financiera tiene la mirada puesta en enero de 2018, fecha tope para la implantación de la directiva MiFID II. En este horizonte se divisan claros retos como la acreditación de la formación de los banqueros, la información facilitada al cliente, la eliminación de las retrocesiones, la gobernanza de los nuevos productos o cómo será el pago por asesoramiento, entre otros. Pero lo cierto es que detrás de todos ellos se encierran elementos transversales como la tecnología, la transparencia, la información o la futura existencia de nuevos modelos de asesoramiento.
Aunque el sector ya lleva tiempo trabajando con estos elementos y con este horizonte, sigue proponiendo foros de encuentro para poner en común los cambios a los que se enfrenta el sector financiero. Uno de estos espacios ha sido la 18ª edición del encuentro de Banca Privada, ideado y desarrollado por IKN Spain, celebrada hoy en Madrid y donde se han dado cita más de 22 expertos. En la inauguración del evento, Íñigo Susaeta Córdoba, socio del Grupo Arcano, destacaba el momento de gran transformación tecnológica que vive el conjunto de la sociedad y cómo ésta provoca nuevos modelos de negocio, así como consumidores con hábitos diferentes. “Todos estamos de acuerdo en que esta transformación también nos afecta a nosotros, pero no coincidimos en identificar cuánto de radical será”, ha explicado.
Nuevo escenario
Susaeta ponía en valor este proceso de digitalización de la sociedad porque cambia el escenario que la banca privada tiene delante y la forma en la que el banquero y el inversor se relacionan. “Estamos ante un cliente mucho más informado, con acceso a más conocimiento y con capacidad de ser más autónomo en sus finanzas, por ejemplo a través de los roboadvisors”, apuntaba. Esto dibuja una tendencia, en su opinión, hacia un mix entre máquina y hombre en el asesoramiento financiero, que pueda ofrecer una buena oferta de calidad y valor al cliente final, que al final pide tener una persona a su lado para que le asesore en cómo tener una buena cartera.
De hecho, los expertos no creen que la parte tecnológica vaya a sustituir la labor de asesoramiento que realizan los profesionales. Consideran que hay una oportunidad para que lo tecnológico tenga más peso en la parte de ejecución de su trabajo, pero sin perder el trato más personal y la compresión del ciclo de vida de la cartera del cliente. “Las máquinas no pueden sustituir esa labor de pedagogía, educación financiera y de acompañamiento que realiza el asesor al cliente durante las inversiones”, han señalado los expertos entre las conclusiones del debate en torno a cómo se está revolucionando internamente el negocio de banca privada en España.
En este sentido, los asistentes han querido destacar los retos a los que se van a enfrentar para asesorar a los nativos digitales, donde siguen considerando que lo más acercado sería un modelo mixto apoyado en la tecnología donde ésta les permita ser más eficientes, desarrollar herramientas para relacionarse con el cliente y reforzar la transparencia en la información, entre otros aspectos.
Encajar MiFID II
Este escenario de cambios es el que las entidades financieras tienen delante y sobre el que tiene que implantar MiFID II. Algunos aspectos como la acreditación de los banqueros o la gobernanza de los productos tienen el mismo impacto trasversal que la tecnología, explican los expertos. Respecto a la formación, han querido poner el foco en la CNMV, quien todavía no se ha decantado por el tipo de acreditación que será necesario. Por ahora, el supervisor está en conversaciones con el sector para debatir distintas alternativas, pero son muchas las entidades que ya están acreditando a sus banqueros con diversas iniciativas.
En lo que afecta al diseño de los productos, Ana García Rodríguez, socia responsable del departamento de servicios financieros y regulatorio bancario de Baker McKenzie, ha señalado que “los nuevos productos tendrán que superar un procedimiento más duro para su aprobación”. Así, se tendrá en cuenta que estén diseñados para un segmento del mercado concreto y que tanto el distribuidor como el inversor sean conscientes de los riesgos que conllevan y cómo es la operativa de los productos. Esto supone para las entidades que los procesos de perfilado de los clientes se vuelven más determinantes que nunca.
García también ha destacado, entre los puntos calientes de MiFID II, la prohibición del cobro de retrocesiones en el ámbito de la gestión discrecional de carteras y también en el llamado asesoramiento independiente. “La normativa pone sobre la mesa la necesidad de demostrar que hay un servicio de asesoramiento adicional y de calidad, y por ello impone emitir sus recomendaciones tras haber valorado una amplia gama de productos de diferentes proveedores”, ha explicado, en referencia al asesoramiento independiente. En cualquier caso, el asesor tendrá que dar desde el principio la información concreta sobre los incentivos que resultan de materializar sus recomendaciones.
En resumen, temas como la tecnología, los nuevos hábitos de los clientes, la información o las exigencias de MiFID II configuran los drivers que están conduciendo al sector a un nuevo modelo de negocio.