Con el objetivo de analizar si la inversión responsable merece la pena, el catedrático de finanzas de la Universidad de Deusto Fernando Gómez-Bezares ha realizado un estudio comparativo entre fondos ASG o que invierten siguiendo criterios de inversión responsable y fondos convencionales. Al analizar dos aspectos clave de la gestión de los fondos, la selección de las acciones (stock picking) y la sincronización en la entrada y salida de los valores (market timing), la conclusión es clara: en ambos casos, señala, “la gestión de los fondos ASG mejora a los convencionales”.
En su opinión, esto es así porque los gestores conocen mejor el colectivo de acciones en las que pueden invertir ya que el universo de empresas sostenibles es menor al conjunto del mercado. A ello hay que añadir que las empresas sostenibles presentan un mejor comportamiento a largo plazo.
Respecto a la habilidad de la sincronización, los resultados son también más favorables para los fondos ASG, debido, según el profesor, a que al ser fondos más pequeños son más manejables y flexibles a la hora de adoptar decisiones de inversión.
Para el profesor Gómez-Bezares, los gestores “no son conscientes todavía del todo de que los fondos ASG no solo evitan riesgos, sino que generan más valor y son más rentables a largo plazo”, explica, en el marco de un reciente evento con Spainsif celebrado en Madrid. “Se puede afirmar que frente a lo que podría intuirse en base a la teoría financiera, los hechos muestran que los fondos que invierten en empresas sostenibles presentan un mejor comportamiento frente a los convencionales”, añade.
Ahora bien, ¿un fondo sostenible hubiera excluido de su cartera a Volkswagen antes del dieselgate? o lo que es lo mismo: ¿cómo podemos estar seguros de que una compañía es sostenible tanto desde el punto de vista medioambiental como de los derechos humanos o laborales? Según el catedrático, “hay organizaciones que presentan memorias preciosas y que aparecen en importantes índices de sostenibilidad y luego están implicadas en escándalos corporativos”.
Un paso decisivo en aras de la transparencia será la entrada en vigor este año de la Directiva de Información no Financiera aprobada en 2014 por el Parlamento Europeo. La norma obligará a 6.000 compañías de más de 500 empleados a publicar el dinero que destinan a materias vinculadas con el desarrollo sostenible. Esto incluye desde el fomento de las energías renovables hasta la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción o la retribución de sus directivos.
La inversión responsable en España se suscribe fundamentalmente a los inversores institucionales. Y lo mismo pasa en Europa: según explica Jaime Silos, presidente de Spainsif, este colectivo copa el 75% del volumen de inversión responsable gestionada en el Viejo Continente. En el caso de nuestro país, la inversión socialmente responsable ha crecido un 16,3% en los últimos dos años, y existen 153 productos bajo este paraguas, con un patrimonio conjunto de unos 150.000 millones de euros.