Según pone de manifiesto Dave Lafferty, estratega jefe de mercados de Estados Unidos en Natixis GAM, en su ultimo ‘Capital Market Notes’, a diferencia de la política partidista, las implicaciones económicas tienen muchos más matices y las «Trumponomics» implican en sí mismas el potencial de grandes sorpresas, tanto para bien como para mal.
Los índices de recuperación y expansión desde el 2009 se reconocen por ser los más débiles en la historia moderna de la economía. Un aumento en el gasto, menos impuestos, más producción interna y menos barreras regulatorias serán un remedio colateral a nuestro estancamiento del siglo, ¿o no? Quizá. Dice el experto que a simple vista la agenda de Trump debería crear un panorama más favorable en la macroeconomía. En una primera impresión, este telón de fondo debería incrementar el crecimiento, aumentar la inflación e impulsar los beneficios empresariales. Este panorama positivo se reflejó (ingenuamente) en los mercados en las primeras semanas tras las elecciones presidenciales, con tasas reales, acciones y un dólar más fuerte. “Pero existen unas cuantas soluciones fáciles, e incluso con ambos lados del Congreso alineados, el avance legislativo llevará su tiempo. Los proyectos de infraestructura deben contar con una planificación. Incluso una sencilla reforma fiscal puede volverse desordenada, y el plan de Trump es de largo alcance”, dice.
Razones para el optimismo
Las tasas fiscales más bajas a nivel individual deberán fomentar el consumo personal mientras que los proyectos de infraestructura impulsan el gasto gubernamental, pero las esperanzas de Lafferty dentro de la agenda de Trump descansan en gran medida en la reactivación de la productividad que ha sido muy débil por varios años (parcialmente por razones que siguen siendo un misterio). Lafferty advierte: “El gasto en infraestructura proporcionará un impulso a corto plazo, pero sus beneficios reales solamente se notarán si se enfocan correctamente en mejorar la productividad de la economía a largo plazo”.
El lado negativo
La naturaleza de los riesgos de último momento los vuelve difíciles de cuantificar o clasificar, por lo que el experto de Naticis GAM presenta una simple lista que incluye cuatro elementos:
- Inflación, tasas más elevadas y una Fed más restrictiva
- Aranceles y tarifas (gasto en infraestructura, impuestos más bajos y menos regulación impactarán el crecimiento)
- Factores externos (energía y política medioambiental, desregulación financiera;…)
- El factor Trump – Como lo comentamos el día de las elecciones, “Trump es la volatilidad personificada”
La proyección: no sobreestimar la confianza
“El Presidente Donald Trump va a cambiar las reglas del juego. Los extremos positivos y negativos de sus políticas, junto con su visión inconsistente y con frecuencia contradictoria, literalmente desafía cualquier análisis”, señala el experto que opina que para los inversionistas, el presente es un gran momento para re-evaluar los portafolios. Esta evaluación no necesariamente significa un reposicionamiento radical, especifica. “Es difícil plantearse mucha confianza en este entorno de opiniones decisivas ante un reposicionamiento. Sin embargo, las extremas divergencias entre un potencial positivo y el riesgo a la baja pueden resultar instructivas en si mismas. Saber lo que antes no se conocía agrega valor”.