Según un informe realizado por Greenwich Associates y encargado por BlackRock, bajo el título «ETFs in the European Institutional Channel» (ETFs en el canal institucional europeo), el volumen de activos en fondos cotizados de renta fija podría exceder los 2 billones de dólares en 2025 a escala mundial. Hay quienes llaman la atención sobre los elevados volúmenes de inversión que está atrayendo este vehículo, pero para Vasiliki Pachatouridi, estratega de producto de renta fija de iShares de BlackRock, el crecimiento de los ETFs de deuda debe tenerse en cuenta en relación con el tamaño del mercado de renta fija subyacente y el sector de fondos de inversión en su conjunto.
En una entrevista en exclusiva con Funds Society, Pachatouridi detalla que, en noviembre de 2016, los ETFs de renta fija alcanzaban prácticamente los 600.000 millones de dólares en activos gestionados a escala mundial situándose a la cabeza los fondos cotizados de renta fija domiciliados en EE.UU., con 421.000 millones de dólares en activos gestionados, seguidos por aquellos domiciliados en Europa, con 139.000 millones de dólares. “Si bien los activos gestionados por ETFs de renta fija se han triplicado con creces desde 2009, siguen conformando una parte reducida del mercado de bonos subyacente: de hecho, representa menos del 1%”, explica. De hecho, Pachatouridi destaca que, si se desglosa por segmentos, los ETFs de renta fija de alto rendimiento cuentan con la mayor cuota sobre el mercado subyacente de este tipo de bonos actualmente, el 2,4%, seguidos por los fondos cotizados de renta fija con calificación de grado de inversión, que representan tan solo el 1,8% del mercado subyacente de bonos con esta calificación.
Como motivo del crecimiento hay que tener en cuenta que el 25% de los inversores institucionales ha empezado a usar ETFs para acceder a los mercados de renta fija en los últimos dos años y todo apunta a que este interés está aumentando. Los principales catalizadores de esta tendencia son, a su juicio, “la compra de bonos por parte de los bancos centrales, que están trasladando a los inversores hacia la deuda corporativa estadounidense; en segundo lugar, las consecuencias de las normativas en los modelos de negociación que, en concreto, han reducido la capacidad de los bancos para mantener activos de riesgo y actuar como proveedores de liquidez en el marco del modelo de negociación principal y, por último, la búsqueda de rentabilidad”.
Más del 55% de los inversores utilizan ETFs para reequilibrar sus carteras. En el actual contexto de mercado asistimos a un gran repunte en la predisposición al riesgo en todos los segmentos de la deuda corporativa, lo que se traduce en flujos de entrada en los fondos cotizados de renta fija. “Noviembre fue un mes récord para los ETFs de bonos estadounidenses protegidos contra la inflación (TIPS), que captaron 2.400 millones de dólares, dado que las perspectivas de inflación aumentaron en vista de los indicios de presiones alcistas sobre los precios y la transición de las políticas monetarias al plano presupuestario. Al mismo tiempo, la inversión en ETFs de bonos del Tesoro estadounidense convencionales cayó (2.000 millones de dólares), ante el temor a la subida de tipos de la Fed en diciembre, que finalmente se produjo.
¿El fin de la inversión en renta fija?
Sobre la política monetaria de la Fed, Pachatouridi comenta que, “ahora que están subiendo los tipos, algunos inversores hablan del fin de la inversión en renta fija. Esta postura da por sentado que los inversores siempre buscan rentabilidad. La realidad es que los inversores han equilibrado sus carteras y eso ha hecho que el debate haya dejado de centrarse en el interés de incorporar títulos de renta fija en las carteras para plantear, en su lugar, cómo deben mantenerse. En un contexto de subidas de tipos, podríamos asistir a una nueva rotación hacia activos más seguros y bonos”, explica.
En su opinión, la subida de tipos no necesariamente provoca la ampliación de los diferenciales de la deuda corporativa. “Por ejemplo, si los tipos suben porque el crecimiento está mejorando realmente, los diferenciales de la deuda corporativa también podrían reducirse a medida que mejoran las perspectivas de beneficios y disminuye el riesgo de impago. No obstante, si los tipos suben porque los mercados albergan preocupación por el aumento de la inflación (en ausencia de crecimiento) o, lo que es peor, por el nivel persistentemente elevado del riesgo soberano, los diferenciales probablemente se ampliarían siempre que el resto de variables se mantengan intactas”.
Más inversores
Uno de los desafíos de cara al futuro es la ampliación de la base de inversores de los ETFs, que actualmente es muy reducida. En este sentido, para Pachatouridi, la dimensión futura de estos productos se beneficiará de una base de clientes más diversificada gracias a la directiva MiFID II. “Las exigencias de elaboración de informes sobre la negociación y la transparencia post negociación representan un progreso evidente que mejorará la percepción de la liquidez de los ETFs domiciliados en Europa, dado que brindarán más visibilidad a operaciones en mercados no organizados (OTC)”. En su opinión, otros catalizadores clave del crecimiento de este mercado podrían ser el cálculo normalizado del riesgo y la negociación, el aumento de la oferta de títulos en ETFs para préstamos, el desarrollo de instrumentos derivados sobre ETFs, así como una mayor aceptación de estos productos como garantía en las operaciones extrabursátiles.
Pachatouridi afirma que una de las principales diferencias entre Europa y EE.UU. en cuanto a la negociación de activos de renta fija es la falta de datos consistentes y fiables sobre la actividad en el Viejo Continente, algo que también pretende solucionar MiFID II. “Como no es obligatorio comunicar las operaciones, se tiende a subestimar los volúmenes de negociación del mercado secundario de fondos cotizados de renta fija. MiFID II mejorará la percepción de la liquidez de los ETFs domiciliados en Europa, dado que brindarán visibilidad a operaciones en mercados no organizados (OTC)”.
El BCE tendrá el 10% de la deuda corporativa
En cuanto al programa de compra de deuda corporativa del BCE y su impacto en el mercado, la experta destaca que, suponiendo que el programa se prolongue hasta marzo de 2017 y que el BCE siga adquiriendo deuda a un ritmo de aproximadamente 250/280 millones de euros al día, los bonos en manos de la institución sumarán entre 70.000 y 78.000 millones de euros. El volumen del mercado de deuda corporativa (no financiera) en euros emitida en la zona del euro alcanza aproximadamente los 950.000 millones de euros, por lo que el BCE tendría en sus manos menos del 10% de esta cifra. “Anecdóticamente, la actividad del BCE ha tenido una repercusión considerable en la fluctuación de los precios y la liquidez actual de los bonos aptos para el programa. La disposición de los intermediarios y su capacidad para generar mercados de doble sentido y, especialmente, para ofrecer títulos a los clientes para que inicien posiciones cortas se han visto lastradas”, afirma.
En su opinión, los ETFs también juegan un papel en la fragmentación del mercado de renta fija: «La deuda corporativa toma la forma de multitud de títulos diferentes y tan sólo una pequeña parte de ellos resultan aptos para su inclusión en los índices generales”. En este sentido, comenta Pachatouridi, “la negociación de ETFs brinda una visión sobre el estado futuro del mercado de bonos: es electrónica, transparente y de bajo coste en un producto normalizado y diversificado”.