Aunque 2016 ha sido otro año magnífico para la renta fija, el mercado exhibe actualmente características propias de una burbuja. Así lo cree Mark Burgess, director de Inversiones para EMEA y director global de Renta Variable de Columbia Threadneedle Investments.
Para el gestor, el mercado de bonos por valor de billones de dólares que presentan rendimientos claramente negativos significa que no guardan relación con el crecimiento y la inflación, y que los rendimientos reales/primas de plazo se han estrechado en todo el mundo.
“En otras ocasiones hemos abordado este asunto, y hemos sugerido que quizá la elección de Donald Trump sirviese para pinchar la burbuja. La lógica que mantiene inflada la burbuja actualmente estriba en que el bajo crecimiento y la reducida inflación a escala mundial guardan una estrecha correlación con unos tipos de interés y unos rendimientos de la deuda en cotas bajas, a lo que se suma la impresión general que los tipos deberían seguir en niveles reducidos. Si el marco económico cambia tras la investidura de Trump, puede que en 2017 las esperanzas del mercado de renta fija de que esta vez sea distinto se desvanezcan”, escribe el director de Inversiones para EMEA de Columbia Threadneedle Investments en las perspectivas para 2017 de la firma.
La victoria de Trump se tradujo en un alza del rendimiento de los bonos, al empezar los mercados a descontar las medidas fiscales prometidas y el repunte de la inflación posterior al traspaso de poderes. Si entonces se adoptan políticas fiscales de calado, explica Burgess, eso sería menos favorable para la renta fija de cara al futuro, pues podría acabar con el escenario de tipos más bajos durante más tiempo que ha favorecido a la renta fija.
Sin embargo, hay muchos interrogantes sobre cómo encontrar la financiación para grandes proyectos de infraestructura; además, incluso si se halla, el gasto fiscal tarda algún tiempo en traducirse en crecimiento. “A lo mejor estamos errando el tiro: la Fed mantendrá seguramente las subidas de tipos y, además, puede que el compromiso de seguir haciéndolo baste para poner en marcha el engranaje y dar un vuelco a la percepción del mercado”, cree el experto de la firma.
En este escenario y teniendo en cuenta que en general, los inversores utilizan los bonos con fines de diversificación y cobertura, pero con una creciente correlación entre las clases de activos en entornos de mercado difíciles (cuando es más útil la diversificación), Burgess se plantea que quizá se precisan nuevos métodos de cobertura. La deuda de los países principales ofrece escasos rendimientos y ronda los niveles más caros de su historia; sin embargo, los diferenciales crediticios de la deuda con calificación investment grade y high yield son todavía aceptables, señal de que los mercados de crédito atesoran oportunidades.
Así, en 2017, “los inversores tienen que escoger cuidadosamente para hallar rendimiento y unas rentabilidades ajustadas al riesgo atractivas. La gran dispersión de los diferenciales crediticios del índice investment grade mundial indica que la selección de títulos puede aflorar valor. Aunque el ciclo crediticio todavía no ha concluido, es momento de ser más prudentes. Una política monetaria expansionista y un crecimiento e inflación reducidos y estables han deparado un exceso de liquidez positivo (situación que podría cambiar si el año próximo se contiene la expansión cuantitativa y vuelven a subir los tipos de interés, con el consiguiente aumento de la inflación en algunas regiones). Dado el aumento de los riesgos geopolíticos, resulta probable que se experimente una mayor volatilidad en los mercados y que los diferenciales se estrechen hasta niveles excesivos”, concluye.