El pasado viernes la libra cayó un 6,1% frente al dólar en apenas dos minutos en los mercados asiáticos. Este ‘minicrash’ colocaba el cruce en 1,1841 dólares, el nivel más bajo desde 1985. Atribuido posiblemente a un error humano fue, sin embargo, suficiente para desatar una cascada de analistas que han rebajado sus expectativas para la divisa británica de cara a los próximos meses, cuando las negociaciones de desconexión de Reino Unido de la Unión Europea entren en su fase más dura.
Y es que la conferencia de prensa de la primera ministra británica, Theresa May, a principios de mes no deja lugar a dudas de que el proceso ya puede calificarse de ‘hard Brexit’. El que es para muchos el peor de los posibles escenarios económicos para el Reino Unido. May, líder del actual gobierno conservador, afirmó en la reunión anual del partido que iba a poner la soberanía y el control de la inmigración por encima de la negociación comercial con la UE. Y la libra, como termómetro del mercado, reacciona a esto con su cuarto día consecutivo de caídas.
“La caída de la libra no era inevitable; ha sido el resultado de la revisión a la baja de los inversores internacionales de su valoración del tipo de cambio en respuesta a la decisión de Reino Unido de rebajar los acuerdos comerciales con su mayor mercado de exportación, y la relajación monetaria y fiscal post-referéndum”, afirma Simon Ward, economista jefe en Henderson.
«A corto plazo, la caída de la libra es un impulso para los exportadores del Reino Unido, y por supuesto para la bolsa», explica Léon Cornelissen, economista jefe de Robeco. «Pero en el medio plazo no podemos ser optimistas sobre el crecimiento económico en el Reino Unido. Una libra más débil tendrá efectos inflacionistas, y las empresas no compensarán a los trabajadores con aumentos salariales, ya que se escudarán en la incertidumbre de la situación”.
«Durante mucho tiempo, el mercado ha estado nervioso sobre cómo va el Reino Unido a financiar tanto su déficit presupuestario como su déficit por cuenta corriente», apunta Simon Wood, Investment Director de Standard Life Investments. En particular, si los inversores extranjeros frenan cualquier decisión de inversión en Reino Unido hasta que los términos del Brexit sean más claros. Las declaraciones de la primera ministra británica dejaron claro que sus prioridades son otras.
«Un hard Brexit conlleva un riesgo mucho mayor de trastornos económicos dado que las empresas locales y extranjeras ponen en espera sus planes de inversión hasta saber qué tarifas y condiciones serán aplicables al comercio entre Reino Unido y la Unión Europea una vez las negociaciones del Brexit se han completado. Si los consumidores temen una desaceleración de la economía y un aumento del desempleo, es probable que su confianza se debilite. Una economía más débil por lo general es una mala noticia para una divisa”, afirma Tom Elliott, estratega de inversiones internacionales en deVere Group.
Sin embargo, Ann Steele, gestora de Columbia Threadneedle, comenta que los últimos datos macroeconómicos provenientes de Reino Unido han sido sólidos, demostrando que por el momento las consecuencias del Brexit no se han trasladado a la economía. Sin embargo, las declaraciones de Theresa May sobre el inicio del proceso para el próximo mes de marzo ponen un nuevo foco de atención en la salida de Reino Unido de la Unión Europea y han pesado sobre la divisa. “Para que el Brexit no sea traumático los políticos británicos y europeos deberán adoptar un enfoque pragmático, pero Reino Unido tiene dos asuntos en la agenda, inmigración y relaciones comerciales, sobre las que no va a hacer muchas concesiones”.